sábado, 8 de septiembre de 2012

Eje maestro


 

La rendición de cuentas es la propuesta con la cual Enrique Peña Nieto puede alcanzar una legitimidad arrolladora, más allá de la que obtuvo a través de las urnas. Peña Nieto se convertiría en el presidente del siglo XXI por antonomasia, de época.

Será suficiente la formación de organismos y la expedición de leyes para la rendición de cuentas. Una gran duda me embarga, las modificaciones institucionales que yo he visto me hacen escéptico. Es difícil creer que con la formación de aparatos y directrices legales la transparencia se imponga y la corrupción se elimine. Sobre todo para combatir a los altos funcionarios, que las más de las veces están blindados por la misma ley.

Una reforma eficaz haría empequeñecer cualquier reforma que se planteé. Implicaría revisar toda la legislación que rige la administración pública y depurarla. Actualmente, una circular, una firma autorizada es capaz de echar abajo todas las buenas intenciones. Auditorías demoledoras paralizarían el servicio público, pues la costumbre ha sido recurrir a la ley para incumplirla a través de las rendijas legales.

Abatir la corrupción haría de México otro país. Una reforma eficaz sería una catástrofe para personajes, familias y grupos que han vivido de la corrupción ¿Está preparado el próximo gobierno para afrontar esa catástrofe?

A fin de cuentas ¿Qué es la corrupción? Es una acción administrativa irregular que se realiza desde el servicio público, redistribuye la riqueza perversamente y propicia más desigualdad social. Tomemos como experiencia los sobornos que prodigó Wal-Mart a autoridades locales. El servidor público se benefició y la empresa también, con ese mecanismo la empresa pudo aumentar sus ganancias beneficiando al funcionario que se corrompió, quien perdió fue la sociedad.

Resulta que Felipe Calderón, de salida en una administración por voleo, dice que quiere aportar a la transparencia con una reforma a la Ley General  de Contabilidad Gubernamental, la que por cierto promovió al segundo año de su administración. Legislación que en la letra es atractiva y estéril en sus resultados, no se conocen frutos públicos de ella, no sé si realmente se aplique. Si así fuera cualquier ciudadano podría saber, mediante solicitud, qué y dónde se gasta.

En la exposición de motivos de la iniciativa de marras, es un refrito de la ley a reformar, se quiere incorporar a Estados y municipios al sistema de la contabilidad gubernamental. No encuentro como la ley cambie el estado de cosas, menos cuando se crea legislación sin buscar compactación o armonizarse entre sí. Cuando la administración hace como que funciona bajo la prioridad de acatar órdenes antes que la ley. Las oficinas jurídicas, como los órganos internos de control, de las dependencias sirven para eludir la ley no pocas veces, se encargan de poner la pátina, la cobertura de que lo que se hace es legal. Empapelan los procedimientos, lo que no quiere decir que se cumpla la ley. Muchos altos funcionarios hacen lo que se les pega la gana, el servicio público es su hacienda personal mientras les dura el nombramiento.

La rendición de cuentas es el eje maestro con el cual Peña Nieto puede hacer la diferencia ¿Estará a dispuesto a afrontar el desafío? Es la incógnita. Después de todo, la corrupción representa el inconsciente colectivo de la acumulación originaria del capital.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Bajo perfil


 

Enrique Peña Nieto hizo la presentación de su equipo de transición la mañana del martes 4 de septiembre. Fue un evento de bajo perfil y no vale la pena esmerar interpretación. Así lo quiso.

Tomaremos por guía a Perogrullo. El elenco presentado no es el próximo gabinete, nada más son los encargados de recibir los fierros de la administración saliente, la de Felipe Calderón. El núcleo duro del peñanietismo lo constituyen Luis Videgaray y Miguel Osorio Chong. Todos los integrantes cuentan con la confianza de Peña Nieto. La base del equipo proviene del Estado de México.

Lo incongruente es integrar al equipo a Rosario Robles, como si se pudiera borrar su relación con el empresario corruptor Carlos Ahumada. Esta designación contradice una de las ofertas del nuevo gobierno.

Lo ofensivo es nombrar a Roberto Campa Cifrián para que se encargue del tema de seguridad, no porque el personaje desconozca en lo absoluto la materia, sino porque salió del PRI por la puerta de la traición ¿A quién se quiere ofender? ¿O a quién se quiere agradar?

Fuera de lo comentado, es una pena que la presentación del equipo de transición terminé por ser recordada por el maltrato al columnista Salvador García Soto, pues siendo invitado personalmente por David López, responsable de comunicación del presidente electo, los operarios de la seguridad no lo dejaron entrar y lo echaron a la calle.

De mayor importancia informativa resultan los acercamientos entre legisladores para concretar la legislación laboral, la reforma que propuso Calderón como iniciativa preferente. El PAN la apoyará con todo, la izquierda la rechazará, el PRI ¿Se dividirá? Es una propuesta que en sus distintas versiones tiene, no obstante, un punto en común: la reducción de los derechos de los trabajadores. Se argumentará que se requiere una nueva legislación para incentivar la productividad y la competitividad a costa de la desprotección de los trabajadores. La legislación vigente, tutelar, ofrece una valorización del trabajador que le da seguridades de una vida mejor conforme acumula horas de trabajo aportadas. Eso ya no parece importar, de lo que se trata es de igualar condiciones entre el trabajador formal del informal.

Es una deshumanización de la relación laboral. Retomando al escritor Enrique Serna, vale considerar que “Nadie puede ser tratado como maquina sin desarrollar un sordo rencor contra la gente que lo ha deshumanizado, y ese rencor, tarde o temprano, se traduce en una merma de la productividad” (Extraído del artículo Herramientas humanas, publicado en la revista Domingo, de El Universal)

Volviendo al tema de origen, se espera que el equipo de transición revise, corrija y cambie los fierros que le entregan, según sea el caso. Que le den resultados a quien los instruyó, que le rindan cuentas a Peña Nieto y, sobre todo, que la sociedad quede convencida de la transparencia y la utilidad del proceso de entrega.

 

lunes, 3 de septiembre de 2012

Como llegó se va


 

Felipe Calderón quiere ser recordado como un gran presidente de México. Es un deseo humano y personal, sería absurdo no tener esa aspiración. El asunto es que su deseo tiene dificultades para ser apropiado por los mexicanos. El tiempo y el reposo de los expedientes, que algún día serán intervenidos intelectualmente por el historiador, arrojarán una verdad sobre estos seis años de gobierno por concluir.

De principio a fin la gestión de Calderón inicia y termina rodeada, de manera ostensible, por los militares bajo el encargo de su integridad física. Él sí está blindado en su seguridad. Ayer domingo, el Centro Histórico vio alterada la circulación en sus vialidades para dar cauce al XXX maratón internacional de la ciudad de México. Eso se justificaba por la mañana y hasta recién pasado el mediodía. La obstrucción permanecía, peor aún, se consolidaba con al fuerza pública, incluidos militares vestidos de civil que desde temprano y en pequeños grupos, con discreción, atestiguaban el retiro de las carpas improvisadas para la carrera. Para las siete de la noche las vallas metálicas se extendían más allá del perímetro de Palacio Nacional.

Medidas de seguridad para garantizar el evento de hoy lunes 3 de septiembre, el mensaje presidencial que por la mañana dio Calderón para difundir el sexto informe de gobierno, logros y recapitulación de seis años al frente de las instituciones nacionales. También para hacer el besamanos del adiós y crear la ilusión de que el ritual del día del presidente es una nostalgia que todavía anida en las élites ¿O de qué se trató la reunión de la mañana?

Así empezaron los primeros días de la administración federal en turno, diciembre de 2006, con altas disposiciones de seguridad en el mismo Centro Histórico que para esas fechas anualmente es un hervidero para el mercadeo navideño. La explicación del operativo de entonces era el plantón sobre Paseo de La Reforma que llegaba hasta el Zócalo y que organizó la izquierda para protestar, ese sí, por el fraude electoral.

Como llegó se va, es el sino de Felipe Calderón, pero no tiene que ser el destino del país, la  militarización que no osa decir su nombre. El uso de los militares es corregible, reductible a lo que marca la Constitución.

Con la nueva presidencia que presidirá Enrique Peña Nieto, con el nuevo Congreso en su pluralidad, con las reformas que se anuncian, no tendremos el toque de atención suficiente para sacar al país del marasmo que le aqueja. Faltan las instrucciones precisas para que todos nos sumerjamos en un orden ecuménico de alegría, amor y humildad por medio del cual accedamos a una mejor convivencia entre los mexicanos, que sustituya el lastre deshumanizante de la globalización en su triada de adicciones, entretenimiento y codicia. Lo que nos está haciendo daño. Instrucciones que no vendrán desde donde se gestiona el poder, ni de donde se concentra la riqueza, sino de una sociedad mejor organizada para hacer valer sus derechos frente a los poderes.
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