jueves, 6 de junio de 2013

ABC en dos temas


Se convocó a la movilización callejera para conmemorar el desgraciado incendio de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora. Ya corrieron cuatro años. De lo que se dio en la ciudad de México, del Ángel de la Independencia al Zócalo, se manifestó una marcha muy ordenada, un tanto “fashion”, para exigir justicia. Una marcha justa que no tenía necesidad del disfraz del Cura Hidalgo, tampoco daba para pasear la bandera nacional. Pero eso ya pasó.

Lo que aquí quiero hacer observar no es tanto la condena de los culpables, no soy quien para juzgar y otro es el camino entre abogados y jueces. Me quiero referir a la falla de las instituciones como elemento determinante del incendio letal que derivó en infanticidio.

Una falla  fue el no disponer de la instalación adecuada para establecer la operación de una guardería. La autoridad, de principio, no debió aprobar el establecimiento para el cuidado de bebés en una bodega; la segunda falla infame fue el otorgamiento de la subrogación del servicio a gente profesionalmente impreparada para encargarse de los cuidados maternales. La guardería ABC fue un infausto negocio de familias políticas. Jamás hubo preocupación, interés, por atender la guardería de manera profesional y responsable de parte de quienes recibieron la subrogación. Un negocito más para ayudar al pariente ¡Qué vergüenza! Dos fallas que exhiben el deterioro del país ¿Cuántas guarderías siguen operando bajo esas condiciones?

El otro ABC, el de China, el de la República Popular China. La difundida visita del presidente chino Xi Jinping a México y las ganas de no aprender, chapoteando en el estanque de la grandilocuencia: “destino serio y atractivo” “condiciones inigualables para el desarrollo” “asociación estratégica”. Bla-bla-bla.

Lo que sí hicieron los chinos:

A: Un capitalismo dirigido sin desmantelar lo público. Aquí, en México, un capitalismo de compadres a base de desprestigiar al sector público. China estableció proyectos a largo plazo sin tener que ser sancionados por la cúpula empresarial o por un gobierno vecino.

B: Una política económica centrada en la industrialización. En cambio, en México, se minimizó la política industrial, de acuerdo con el genio Herminio Blanco, se optó por la terciarización o enfoque en los servicios. Se formaron consumidores sin las fábricas correspondientes. También se desdeñó la agricultura para el mercado interno. La reconversión industrial se perdió en una sucesión presidencial.

C: China mantuvo el régimen de partido de Estado y no debilitó el laicismo frente a una sociedad plural en lo religioso; aquí, se abrió un singular pluripartidismo aceitado con dineros públicos y se achicó el Estado laico frente a una religión dominante.

No afirmo que haya que imitar a China, sólo sugiero que si se ha de proponer un nuevo “relato” para México, se tenga en cuenta que este sufrido país ha sido eterno recipiendario de cuentos. No más cuentos por favor.

 

martes, 4 de junio de 2013

A revisión


Dejé reposar desde muy temprano este texto, no hay motivo para destruirlo. Sí vale hacerle modificaciones. Ahí les voy.

Corre más de una semana desde que el domingo 26 en las redes se reportó la “desaparición” o “secuestro” de “11” o “12” jóvenes que supuestamente estaban en un antro de la Zona Rosa en la Ciudad de México. La información ha sido confusa, aun así se ha mantenido la atención morbosa. Tinta e internet han corrido sobre enigmático suceso utilizado para tundirle al jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera. Se podrá decir que no es falta de resolución de la autoridad capitalina, sólo obligada prudencia ante lo que pudiere ser un cuatro, una trampa tendida a la autoridad.

La falta de información verificada ha dado rienda suelta a las conjeturas, conspiraciones, especulaciones y nada queda claro.

Mientras se espera que la investigación judicial progrese en firme, vale preguntarnos sobre las condiciones imperantes que llevan ya no sólo a individuos, sino a familias, barrios o comunidades, ya sea parcialmente, a vincularse a las actividades, al meollo del asunto me oye. No limitarnos a observar la actividad delictiva y la violencia que se genera bajo el encuadre del código penal, la intervención del MP, jueces, policías y centros de reclusión, sino desde el ángulo de la descomposición social.

Desde su origen y en su desarrollo, la acumulación de capital no ha estado ajena a la comisión de delitos. Por eso no debe extrañarnos en estos tiempos, en los que se ha dotado al mercado de poderes mágicos y, consecuentemente, las disminuidas o subrogadas atribuciones del Estado en beneficio de la fluidez de la oferta y la demanda. En este tenor, la seguridad resultó afectada, con la consecuencia de que la pendiente de la violencia no encuentra punto de tendencia a la baja.

Delito y capitalismo no es una extraña línea de investigación económica y social. El dinero es el incentivo mayor de las actividades delictivas. Pero de eso poco ocupan medios y autoridades. Todo sea por no espantar a los capitales. ¡Ajá!

Sucede que hay una disposición tácita a no mentar la soga en casa del ahorcado, esto es, debatir acerca de los límites al funcionamiento del capitalismo no está en la agenda nacional, ni siquiera por consideración a una prioridad del Estado como lo es la seguridad.

Es el caso del medio ambiente. Ayer lunes tres de junio, el presidente Enrique Peña Nieto dio inicio a la semana nacional en cuidado de los recursos naturales. Un evento presidencial que resultó de bajo perfil, asaz burocrático, una franca continuidad sibilina de administraciones anteriores, esto es, sin la vehemencia transformadora característica de Peña Nieto. Esto ha sido así porque los burócratas del sector han instrumentalizado la disciplina de la ecología hasta degradarla a simple ideología. El medio ambiente, el sector más joven de la administración pública federal, ha conformado a través de autorizaciones, permisos, licencias, subsidios y presupuesto, un apetitoso coctel para la corrupción. Por eso, el tema de los recursos naturales sigue siendo periférico en el gobierno, carente de centralidad.

Embalados en la continuidad sibilina, los burócratas embaucan al Presidente en una estrategia en contra del cambio climático, cuando es sabido que el planeta naturalmente tiene su ciclo de enfriamiento y calentamiento. Cuando de lo que verdaderamente se trata es de una estrategia que pretende combatir las actividades que dañan al medio ambiente. Una estrategia con esos propósitos tiene que pensarse como una sería revisión del funcionamiento del capitalismo y ese es el tamaño de la omisión presidencial. Es demostrado que desde la revolución industrial la afectación del planeta por la mano del hombre se ha multiplicado. Los burócratas al menos deberían consultar la obra de Bataille (La Parte Maldita) de Mumford (Técnica y civilización) y, particularmente, a Polanyi (La Gran Transformación)

Con lo expuesto quiero concluir acerca de lo imperioso que resulta para los gobiernos que se proponen transformar poner a revisión el funcionamiento del capitalismo. No hablo de abolición, sino de un ajuste necesario para evitar una crisis humanitaria por causa de la inseguridad y del deterioro del medio ambiente.

 
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