Todavía antes de iniciar el
periodo vacacional decembrino del año 2018, parecía calentarse la función duelo
entre poderes constitucionales (no equiparables a la pléyade de los entes
autónomos) A raíz de la ley sobre el tope de salarios de los funcionarios de
los tres poderes con rango federal, la controversia no esperó. Ministro de la
Corte afirmó que la reducción de salarios mermaría la autonomía del poder judicial,
como si dicha autonomía no estuviera determinada por las obligaciones de ley.
Esta argumentación empañaba la dignidad del cargo y daba la pátina de
mercenarismo. Peor aún, servidores del poder judicial interpusieron demanda,
poniéndose en la poco ética condición de ser juez y parte.
El 2 de enero, ya en el estrenado
año 2019, los barruntos se despejaron. Los ministros eligieron al presidente de
la Suprema y del Consejo de la Judicatura Federal. El elegido, el ministro
Arturo Zaldívar Lelo De la Rea ha llegado a ocupar el cargo y una de sus
primeras tareas puede ser el bajarle la presión al diferendo. Algunos ya habían
comprado su palco y se frotaban las manos para presenciar el encontronazo. Se
quedaron en ascuas. El presidente de la Corte entró en funciones inmediatamente,
una vez elegido fue investido en el cargo.
Por lo que escribió en su colaboración
semanal para Milenio Diario
(08-01-2019), Arturo Zaldívar se propone como un reformador para que la Corte
no sea el perfecto desconocido de la sociedad y sí tenga una comunicación
esclarecedora con los simples mortales. Por una Corte en la que la letra de la
ley quede guiada por principios. Por una Corte en la que los malandros reciban
condena y los presuntos culpables (muchas veces inocentes con delitos
fabricados) queden al amparo de la justicia.
La racionalidad con la que los
ministros eligieron al presidente de la Corte fue la de mandar un mensaje de
concordia entre poderes, al tiempo que decirle a la sociedad que lo suyo no es la
beligerancia y sí lo es el desempeño autónomo.
Apego a la ley, firmeza y
justicia se le exige siempre al poder judicial, es el tiempo presente el que
redobla la exigencia pues son tiempos en los que altos secretos se están
revelando y se seguirán revelando. Sólo estamos en el umbral de que los astros
máximos de la división de poderes entren en conjunción, se armonicen para dar
su mejor servicio a la sociedad en su conjunto. A México leyes no le han
faltado, es el largo ayuno de incumplimiento el que lacera y de donde brota el
inaceptable ánimo polarizador.
Démosle la bienvenida a la nave
de la confianza y a buen puerto nos lleve.