viernes, 23 de agosto de 2013

El ocaso de la política


En la confusión política que padece el país, los medios pues, se avanzan respuestas sin plantearse las preguntas demoledoras. Hay que hacer la pregunta certera si queremos encontrar la respuesta esclarecedora. Digo, más o menos.

Si uno se va por las divagaciones distractoras de Joaquín López Dóriga estamos fritos. Pero si se pregunta ¿Dónde están los políticos? como lo hace Joel Hernández, entonces entramos a una incursión aparentemente de lugar (dónde) que tiene su respuesta en el tiempo, en el enfoque diacrónico.

En el aquí y ahora, hay una tendencia informativa para descalificar al gobernante y a los políticos. La movilización magisterial ha dado pie para despotricar a Miguel Mancera y a Enrique Peña Nieto. En tanto tendencia es una parcialidad que tiene que ser confrontada a partir de ubicar dónde está el poder. Aunque no lo quieran ver así, el poder no se encuentra en las instituciones del poder formal y en las organizaciones partidistas, mucho menos en la movilización social.

Desde de 1973 se ha dado una estrategia consistente para desplazar el control del poder de los mecanismos políticos a los de carácter económico. A la fecha, el desplazamiento del poder ha entronizado a los que concentran la riqueza. Los políticos son una sombra, una caricatura. Hablando en plata, las decisiones que conducen a este país no pasan por las elecciones. Son las corporaciones empresariales, asociación de los banqueros, la Bolsa Mexicana de Valores y similares, quienes deciden el destino del país.

Los políticos han desmontado poco a poco los mecanismos que les daban conducción, han destruido el pacto social con el cual se hacían responsables. Ahora, supuestamente tienen responsabilidad y quienes deciden son otros. Padecen el desprecio social mientras quienes tienen el poder están felices, sin que nadie perturbe sus actividades. Las movilizaciones se dan en contra de las instituciones y espacios públicos.

Hemos visto como los inversionistas le han tirado la economía a Peña Nieto, pues bien sabemos que desde hace mucho la economía no se maneja desde Los Pinos. El que sufre es Luis Videgaray, el pobre tiene que cargar con el estigma de incompetente.

Esa realidad del poder pasa desapercibida en la mayoría de los medios y buscan al demonio en otro lado: gobierno rajón, congreso pusilánime que no sesiona en su recinto legal. Aquí manda la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Eso dicen. Tremenda inversión de la realidad. Esos “pobresores” no mandan, simplemente reaccionan a la modificación de un arreglo que les era favorable.

Y si uno se pregunta dónde están los políticos, la respuesta nos lleva al sanitario. Los políticos hace buen rato que decidieron convertirse en la letrina del neoliberalismo. El que por su gusto es buey, hasta la coyunda lame.

Vámonos con calma, bueno, sin estridencia. Que la política ocupe su lugar mediador, no dejemos las decisiones en manos de los incendiarios que concentran la riqueza de este país. Los pirómanos no están calificados para ser bomberos.

De otra manera se alienta el baño de sangre que los panistas mucho agradecerán. Ya ven, ya ven, los priístas no sólo no saben manejar la economía. También son represores.

 

jueves, 22 de agosto de 2013

Histeria y desinformación


Esa manera de ofrecer noticias, portadora de la indignación de la “buena”. A falta de explicaciones promueven el linchamiento. Ese estilo histérico de desinformar.

Es preferible que el periodista reconozca “Esto está muy enredado” (Martha Anaya) Así como se aprecia el esfuerzo periodístico de dar voz a algunas de las partes (La mañana de hoy con Carmen Aristegui) O dar rienda suelta a la narrativa del conflicto desde uno de sus orígenes (Carlos Ramírez)

¡Oh paradoja! Los medios liberados de la tutela del gobierno regresan a las técnicas del linchamiento de otras épocas. Acaso los grandes consorcios de la comunicación les conviene esa forma de informar. Sus intereses los hace iguales.

Hagamos el despeje, dicho sin alusión.

El núcleo formal del diferendo es una reforma educativa lanzada por el gobierno que no previó la consulta a los maestros.

El núcleo real es la ruptura de un arreglo en el que el gobierno en turno solicitaba apoyo político al gremio a costa de la calidad educativa. Arreglo que llegó a la ignominia con Vicente Fox y Felipe Calderón. No olvidemos que éste último se ganó a pulso el calificativo de ilegítimo por el trasiego de votos (2006) que operó a su favor Elba Esther Gordillo. Sabemos dónde está ahora la señora.
Entonces llega a mi auxilio el olvidado cuestionamiento reyesheroliano sin resolver ¿Los sindicatos están hechos para la lucha económica o la lucha política? Consultar a Lenin, por lo menos.

Uno quiere entender qué está pasando, propósito contrario al de un sector de los medios y, por qué no, del mismo gobierno.

Cómo solucionar este conflicto donde, por un lado, el gobierno ofrece una reforma educativa orientada hacia el futuro, descuidando por completo una explicación de lo ocurrido en el país en los últimos años. Llamar a cuentas, si se quiere de manera poética, a quienes teniendo responsabilidades no hicieron lo obligado.

Caería muy bien a un país que busca la esquiva modernidad, en un entorno libre y soberano, hacer un recuento de la educación en México que no se redujera a cifras carentes de prosa. Abrir un foro en el que participaran responsables sobrevivientes. Quiero ver discutiendo sobre el tema a Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Bartlett Díaz, Ernesto Zedillo, Mario Limón, Reyes Tamez y Josefina Vázquez, para poder hacer la edición completa de la película y no quedar con los fragmentos del día. Que nos digan qué pasó ayer. Conocer la historia detrás de las cámaras. Una base para entender lo que está pasando.

Pero no, lo que ofrecen muchos medios es “información” para el agrado de la burguesía y la clase media recalcitrante. Para esos a quienes la modernidad no les ha dado respuesta al cuestionamiento que les aflige ¿Qué hacer con los nacos? Que no la encuentren porque acabaremos en el nazismo.

martes, 20 de agosto de 2013

La fuente de la confianza


Aunque el encabezado lo sugiera no se trata de abordar el tema de la superación personal. Otro es el cuento que aquí les traigo.
El viernes pasado, en su columna Raymundo Riva Palacio se cuestionaba: “Qué saben que yo no” El tema era la actitud confiada de los funcionarios del actual gobierno ante el proceso de reforma energética. Su despreocupación ente el inevitable efecto basculante de la reforma en los términos planteados.

En primer lugar, ya se ha dicho, el gobierno cuenta con los votos para sacar la reforma en el Congreso. En el debate mismo se darán los consensos. La izquierda parlamentaria no es un escollo insuperable. Es más, la izquierda institucionalizada tendrá su derecho de pataleo.

La cuestión es por qué se le dan escobazos al avispero. Qué necesidad de disfrazar de gesta heroica un proceso reformador y mitificar la reforma antes de su realización con resultados supuestamente promisorios que no están a la vuelta de la esquina. Seguramente es atavismo del presidencialismo mexicano. Se acuerdan de la reforma anterior (2008) y los promocionales del tesoro escondido que la acompañaron. Digo, por no irnos hasta el acto de la expropiación petrolera de 1938. Eso sí, se acusa de mitómanos y nostálgicos a los que se oponen.

Hecho este planteamiento, la confianza del gobierno es evidente, se funda en la centralidad política de otorgarle a los grandes inversionistas ambientes y espacios seguros para su inversión. Lo demás es demagogia. Bien sabe el gobierno que abatir la pobreza, someter a los delincuentes, formalizar a los informales, son temas para los que no tiene recursos ni tiempo.

Esta confianza obedece a un alineamiento con la economía global y los tratados internacionales que no son de hoy. El Estado soberano como tal no es factótum, al gobierno no le es útil u operativo. Saben que los agentes tradicionales de la socialización están debilitados frente a la sociedad del entretenimiento y la propaganda, donde se dicta la modernidad que adoptarán los ciudadanos, el habla y los gestos. La familia ya resulta parte del mundo despiadado, contrario a lo que postuló Ch. Lasch. La iglesia se destaca como una franca iniciación al cinismo desde el momento en el que los mismos religiosos no acatan los mandamientos. La educación, el aparato educativo, utilizada como ariete de la política.

La mercantilización y la sociedad del entretenimiento que la acompañan se encargan de “orientar” a las personas, naturalizando un orden especificado en el individualismo salvaje que, citando al germanista Miguel Vedda, paradójicamente “promueve la liquidación radical del individuo”. Lo social y la solidaridad, la comunidad y la cooperación no caben dentro del orden que hoy se estila. La opinión diferente queda empaquetada de tal forma que es fácilmente arrollada por la propaganda, de la cual forman parte académicos rigurosamente adocenados que aparecen en la pantalla chica y en el cuadrante de la radio, espetando invariablemente las muletillas de la competitividad y los incentivos.

Enrique Peña Nieto, César Camacho Quiroz, Emilio Gamboa Patrón, Manlio Fabio Beltrones y los miembros de la comisión política permanente del Revolucionario Institucional comen ansías por apurar la reforma energética, concluir el desalojo del lastre que les significa la revolución mexicana para su futuro político. Por eso se desgañitan y hacen exorcismo de su pasado al denunciar “la palabrería hueca” los “cascarones políticos que responden a una encrucijada del pasado” (La Jornada)

El año 2029 no está lejos, para ese entonces los Partidos Demócrata y Republicano bien podrían quedar legalmente establecidos en este territorio llamado México si la línea fronteriza del norte baja hacia el sur, hasta el Río Suchiate.

Bueno, éste es el guion que las élites tienen deparado para los mexicanos y la fuente de su confianza está aclarada. No es un dilema filosófico entre el saber y el no saber. Es la cruda realidad del poder. Nuestra mitología se ha debilitado y se reduce a los fuegos fatuos del folclore.
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