En la confusión política que
padece el país, los medios pues, se avanzan respuestas sin plantearse las
preguntas demoledoras. Hay que hacer la pregunta certera si queremos encontrar
la respuesta esclarecedora. Digo, más o menos.
Si uno se va por las divagaciones
distractoras de Joaquín López Dóriga estamos fritos. Pero si se pregunta ¿Dónde
están los políticos? como lo hace Joel Hernández, entonces entramos a una incursión
aparentemente de lugar (dónde) que tiene su respuesta en el tiempo, en el
enfoque diacrónico.
En el aquí y ahora, hay una tendencia
informativa para descalificar al gobernante y a los políticos. La movilización
magisterial ha dado pie para despotricar a Miguel Mancera y a Enrique Peña Nieto.
En tanto tendencia es una parcialidad que tiene que ser confrontada a partir de
ubicar dónde está el poder. Aunque no lo quieran ver así, el poder no se
encuentra en las instituciones del poder formal y en las organizaciones
partidistas, mucho menos en la movilización social.
Desde de 1973 se ha dado una
estrategia consistente para desplazar el control del poder de los mecanismos
políticos a los de carácter económico. A la fecha, el desplazamiento del poder
ha entronizado a los que concentran la riqueza. Los políticos son una sombra,
una caricatura. Hablando en plata, las decisiones que conducen a este país no
pasan por las elecciones. Son las corporaciones empresariales, asociación de
los banqueros, la Bolsa Mexicana de Valores y similares, quienes deciden el
destino del país.
Los políticos han desmontado poco
a poco los mecanismos que les daban conducción, han destruido el pacto social
con el cual se hacían responsables. Ahora, supuestamente tienen responsabilidad
y quienes deciden son otros. Padecen el desprecio social mientras quienes
tienen el poder están felices, sin que nadie perturbe sus actividades. Las movilizaciones
se dan en contra de las instituciones y espacios públicos.
Hemos visto como los
inversionistas le han tirado la economía a Peña Nieto, pues bien sabemos que
desde hace mucho la economía no se maneja desde Los Pinos. El que sufre es Luis
Videgaray, el pobre tiene que cargar con el estigma de incompetente.
Esa realidad del poder pasa
desapercibida en la mayoría de los medios y buscan al demonio en otro lado:
gobierno rajón, congreso pusilánime que no sesiona en su recinto legal. Aquí
manda la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Eso dicen. Tremenda
inversión de la realidad. Esos “pobresores” no mandan, simplemente reaccionan a
la modificación de un arreglo que les era favorable.
Y si uno se pregunta dónde están
los políticos, la respuesta nos lleva al sanitario. Los políticos hace buen
rato que decidieron convertirse en la letrina del neoliberalismo. El que por su
gusto es buey, hasta la coyunda lame.
Vámonos con calma, bueno, sin
estridencia. Que la política ocupe su lugar mediador, no dejemos las decisiones
en manos de los incendiarios que concentran la riqueza de este país. Los pirómanos
no están calificados para ser bomberos.
De otra manera se alienta el baño
de sangre que los panistas mucho agradecerán. Ya ven, ya ven, los priístas no
sólo no saben manejar la economía. También son represores.
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