miércoles, 24 de agosto de 2011

En cabeza ajena

 
Lo días de gestión “gubernamental” le han sido y le seguirán siendo persistente tribulación a Felipe Calderón. Como conductor improvisado del país, los guiones que le acomodan para sus presentaciones, ya sean oficiales o para el mundo del espectáculo, no siempre han coincidido con la Constitución. La “ley” del mercado y las “Tablas de la Ley” son convenciones muy poderosas en el magín de Calderón, ante las cuales se somete no importando si traiciona el juramento constitucional que hizo cuando rindió protesta como presidente de México.
 
Para los tiempos políticos que nos rigen, el gobierno y su responsable máximo incursionan en una zona de ambigüedad que no es diferente a la que han tenido todos los presidentes de México en el siglo pasado: afrontar o diferir autoritariamente la sucesión presidencial (es el caso de Porfirio Díaz) y conducir a su feliz término la administración en turno. Esto segundo debería ser el enfoque de tiempo completo de Calderón: asegurarse de que los programas gubernamentales cumplan sus objetivos, que el presupuesto no sea desviado de los fines por los que le fueron autorizados por el Congreso y, lo más importante para todos los gobernados, devolverle la paz a México.
 
Ahora es cuando el presidente debe ofrecer garantías de no intervención en la sucesión presidencial, ya a favor de su partido o a favor de un presidenciable, sea o no de su partido. Él no es cualquier ciudadano y no puede escudarse en su derecho como tal, que se limite a ejercer su voto el día de las elecciones. Equivocarse ignorando las advertencias que ofrece el pasado y disponer la institución presidencial para operar el retroceso por él tan temido no será agradable para nadie.

Para señalar las últimas sucesiones: Un mal manejo de la sucesión la padecimos en 1994. Otro mal manejo en el 2000 nos trajo la alternancia pero se perdió el dinamismo económico del país. Y en el 2006 qué decir, un mal manejo de la sucesión polarizó al país. Está dispuesto Calderón, por su capricho, a llevar a México a la repetición combinada de magnicidio, sin crecimiento económico requerido y polarización social.

No vale aquí la bravuconada que mantiene FCH frente al crimen organizado, en la que afirma que él no se deja. No están las cosas como para consentir actitudes machistas. Desgracia para la ciudadanía y la democracia en México es que la fuente de la actuación valentona del presidente está pautada por los poderes fácticos, internos y externos, que en este siglo XXI han sido los verdaderos tomadores de decisiones.

Sé, que como Rosita Alvírez, el presidente no entiende de razones. Eso no me impide denunciar su creencia de que la ley del mercado está demostrada cabalmente y es eje inconmovible  del orden social. Es una convención que justifica el libre mercado, pero no está en la naturaleza de la economía, sus imperfecciones nos dicen mucho acerca de que el mercado, dicho vernáculamente, es también la pinche transa. No existe un mercado sin fraudes  tolerados, información privilegiada, concesiones a modo, concentración monopólica, exento de subsidios, empresas informales, competencia desleal que tira por los suelos la perfección de la puja entre la oferta y la demanda (El Fobaproa es demostración palmaria de que el mercado es asistido por el Estado, consintiendo la utilización perversa de los ahorros del público) El Estado Social está ahí para eso –nuestra Constitución lo postula- para contener los abusos del mercado. De otra manera, afirmar que el mercado obedece a una ley natural es dar rienda suelta a la delincuencia y se promociona la revuelta social que, dicho sea de paso, no son lo mismo.

Ojalá que los ricos mexicanos fueran como Warren Buffet, quien propone en los Estados Unidos que le cobren más impuestos a los que más tienen.

lunes, 22 de agosto de 2011

¡Aaah! Moreira





Una de las prácticas más deleznables en las que incurre el PAN gobierno es subir a los medios las faltas administrativas o de supuesta violación a la ley de sus adversarios políticos, sin dejar que las acusaciones tomen el carril del debido proceso. El caso es dañar la imagen de quienes no pertenecen a su propia formación partidaria y desviar el enfoque de sus propias faltas. Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. La oposición es corrupta mientras no se demuestre lo contrario, en cambio, el oficialismo blanquiazul es impoluto sin necesidad de acreditarlo. Así nomás, por sus propios calzones. En los últimos días la prensa ha surtido información sobre el endeudamiento excesivo del estado de Coahuila con la finalidad de fastidiar a Humberto Moreira, quien es todavía gobernador con licencia y actual presidente nacional del PRI.



No se informa con precisión de la falta cometida y si por oficio se ha abierto alguna investigación para alcanzar la reparación debida. Eso sí, todos los que seguimos con cierta regularidad las noticias hemos fijado la información de que Coahuila es el estado con mayor endeudamiento. No existe un esfuerzo didáctico para que la gente entienda el pecado de Moreira, como sí todos estuviéramos técnicamente preparados para dimensionar sin especular qué significa el endeudamiento en el que ha incurrido el gobierno de Coahuila. Sé de Moreira que es bronco y bailarín, rasgos de su persona que no me explican por qué es objeto de un spin mediático de desprestigio. También sé que desde la dirección nacional del PRI, Humberto le ha dado tremendas palizas en la liza electoral al PAN. Así las cosas, se entiende la ofensiva oficialista.



No hay un verdadero interés porque la función y el servicio público tengan resultados y cumplan objetivos. Si ese fuera el digno propósito encontraríamos en los medios pronunciamientos oficiales en contra de funcionarios del PAN que ocupan cargos elevados. Nada más por mencionar dos casos: el manejo de los recursos del Bicentenario y las finanzas del ISSSTE. Son casos que también han aparecido en los medios y el gobierno voltea a ver para otro lado. No hay indicios de que el gobierno de Calderón prepare procedimientos en contra de altos funcionarios de su administración, mucho menos que salga a propalar a los cuatro vientos, a través de alguno de sus oficiosos voceros, las faltas de sus incondicionales.



Ese truco está muy visto. Presentar como delincuentes a los adversarios: Andrés Manuel López Obrador y el proceso de desafuero que se le inició, a lo único que condujo fue a exacerbar los ánimos por la silla presidencial en el 2006. La aprehensión de más de veinte presidentes municipales de Michoacán (2009) sin pruebas sólidas, hoy se aprecian como un acto para allanar la candidatura de Cocoa Calderón al gobierno de ese estado. El arresto de Greg Sánchez fue la mejor manera de disuadirlo de no competir para las elecciones de gobernador en el estado de Quintana Roo. El allanamiento de morada del que fue objeto Jorge Hank Rohn, en Tijuana, Baja California, se instrumentó para fortalecer la débil candidatura de Felipe Bravo Mena y sus aspiraciones a gobernar el Estado de México que no fueron colmadas finalmente.



¡Aaah! Moreira, es el nuevo subterfugio del panismo para evadir la rendición de cuentas a su gestión en los tres niveles de gobierno. No se quiere aceptar, desde el gobierno, que no tienen credibilidad y no existe evento o actividad que comunique oficialmente sin que un mar de duda lo inunde. El sábado pasado por la tarde, en los límites del estadio que pertenece a los dueños del equipo de futbol profesional Santos, se desató una balacera. Eran momentos en los que se desarrollaba un partido de la liga de primera división. A más de 48 horas del pánico desatado entre los que ocupaban el inmueble deportivo, no existe información que dé cuenta de lo sucedido ¿Dónde están los servicios de inteligencia? Distraídos en la investigación de los adversarios políticos del régimen.



Felipe Calderón y su gente deberían ponerse a trabajar en serio, pues no hacerlo les representará pasar a la historia como una vergüenza para México. Realmente quiere el grupo en el poder que el combate al narcotráfico sea exitoso para atizar, de paso, el desprestigio de los opositores. Si ese es el fin político oculto, el gobierno actual debería entender qué variables del fenómeno del narcotráfico están bajo su control y cuáles no. Evidentemente, Calderón tiene control sobre la Armada, el Ejército y la Policía Federal, que los coordine ya es otra cosa. Pero no tiene control sobre el consumo mundial de estupefacientes, ni tiene control sobre la producción de los mismos. Tampoco tiene control sobre el lavado de dinero. Así no se puede ir a la guerra, salvo que la guerra tenga fines de perpetuación política.



Pobre México, de la enfermedad de las adicciones se ha pasado a la justificación del estado de guerra.


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