martes, 16 de octubre de 2018

Más allá de la consulta

Esa capacidad de López Obrador para dictar la conversación pública. Cómo anima a sus detractores, nada más toca la flauta y ahí van, refunfuñando y todo, hipnotizados por lo que parecen dulces notas musicales. La consulta sobre el nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México, descalificada por carecer de merecimientos técnicos, a la medida de ignorantes, dicen. Columnas y artículos se desgranan con las mismas cuestiones: el pueblo no sabe de aeronáutica, tampoco de mecánica de suelos, ni de medio ambiente. Ajá. Seguramente muchos de los que escriben saben al dedillo sobre esas materias. No se dan cuenta que AMLO los ha llevado a un terreno donde el actual gobierno en despedida no tiene muchos argumentos con qué defenderse.

Desde Sahuayo, Michoacán, Peña Nieto parlotea sobre las necesidades por cubrir en materia aeroportuaria, sobre la obra emblemática no concluida que es el NAIM. Que le debemos agradecer sus proyectos de infraestructura. Entonces, sin darse cuenta, se hunde en el fango que él mismo se creó. Gracias al debate impulsado por el entonces candidato de Morena nos pudimos enterar de los sobre costos del proyecto. Nos hemos enterado cómo se ha utilizado a las fuerzas armadas como comparsa del proyecto concediéndole la construcción de la barda perimetral del NAIM. Se hizo de conocimiento público cómo un depredador nato -Carlos Slim- sin poner un peso, usando los ahorros de los trabajadores acasillados en la afore Inbursa de su consorcio (sin especificar las ganancias estimadas que obtendrá, ni cuál será el promedio de pensión que obtendrán los abonados a su afore) ha encontrado una nueva veta para su enriquecimiento extractivo.

El magno proyecto ha sido objeto de suspicacia por la cauda de latrocinios que le preceden: las constructoras HIGA y OHL, el caso Odebrecht. La estafa maestra son cacahuates. Entonces la parafernalia retórica sobre las bondades del nuevo aeropuerto se empaña. Si el señor presidente Peña no hubiera enseñado el cobre de corrupción capturado en las obras de infraestructura, entonces sí, podría estar en mejores condiciones para defender el NAIM. En adición a la postura incómoda del primer mandatario, casi en todas esas obras de infraestructura está su lugarteniente Gerardo Ruíz Esparza, el del socavón del paso exprés en Cuernavaca, Morelos. Y lo que se ira descubriendo acerca de las inversiones público-privadas, como un mecanismo de regalar dinero público a empresas privadas.


Pero dejemos en paz el emblema del aeropuerto. Orientémonos al verdadero debate crucial para el futuro del país. Esto es, cómo saldremos de los enredos y la depredación en el que se ha solazado el modelo de desarrollo hacia el exterior y que ha traído más desigualdad, más crímenes y hogares desolados. Fortaleciendo el mercado interno, aunque se escandalicen los voceros del establishment. Reconocer la mano visible del Estado para no desmerecer el interés y la seguridad nacionales como el contenedor legítimo de la mano invisible del mercado financiero.


Y por favor, evitemos concederle la victoria poética al señor Arturo Montiel. En Texcoco no va. 
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