Esa capacidad de López Obrador para
dictar la conversación pública. Cómo anima a sus detractores, nada más toca la
flauta y ahí van, refunfuñando y todo, hipnotizados por lo que parecen dulces
notas musicales. La consulta sobre el nuevo aeropuerto internacional de la
ciudad de México, descalificada por carecer de merecimientos técnicos, a la
medida de ignorantes, dicen. Columnas y artículos se desgranan con las mismas cuestiones:
el pueblo no sabe de aeronáutica, tampoco de mecánica de suelos, ni de medio
ambiente. Ajá. Seguramente muchos de los que escriben saben al dedillo sobre
esas materias. No se dan cuenta que AMLO los ha llevado a un terreno donde el
actual gobierno en despedida no tiene muchos argumentos con qué defenderse.
Desde Sahuayo, Michoacán, Peña
Nieto parlotea sobre las necesidades por cubrir en materia aeroportuaria, sobre
la obra emblemática no concluida que es el NAIM. Que le debemos agradecer sus
proyectos de infraestructura. Entonces, sin darse cuenta, se hunde en el fango
que él mismo se creó. Gracias al debate impulsado por el entonces candidato de
Morena nos pudimos enterar de los sobre costos del proyecto. Nos hemos enterado
cómo se ha utilizado a las fuerzas armadas como comparsa del proyecto concediéndole
la construcción de la barda perimetral del NAIM. Se hizo de conocimiento
público cómo un depredador nato -Carlos Slim- sin poner un peso, usando los
ahorros de los trabajadores acasillados en la afore Inbursa de su consorcio
(sin especificar las ganancias estimadas que obtendrá, ni cuál será el promedio
de pensión que obtendrán los abonados a su afore) ha encontrado una nueva veta
para su enriquecimiento extractivo.
El magno proyecto ha sido objeto
de suspicacia por la cauda de latrocinios que le preceden: las constructoras
HIGA y OHL, el caso Odebrecht. La estafa maestra son cacahuates. Entonces la
parafernalia retórica sobre las bondades del nuevo aeropuerto se empaña. Si el
señor presidente Peña no hubiera enseñado el cobre de corrupción capturado en
las obras de infraestructura, entonces sí, podría estar en mejores condiciones
para defender el NAIM. En adición a la postura incómoda del primer mandatario,
casi en todas esas obras de infraestructura está su lugarteniente Gerardo Ruíz
Esparza, el del socavón del paso exprés en Cuernavaca, Morelos. Y lo que se ira
descubriendo acerca de las inversiones público-privadas, como un mecanismo de
regalar dinero público a empresas privadas.
Pero dejemos en paz el emblema
del aeropuerto. Orientémonos al verdadero debate crucial para el futuro del
país. Esto es, cómo saldremos de los enredos y la depredación en el que se ha
solazado el modelo de desarrollo hacia el exterior y que ha traído más
desigualdad, más crímenes y hogares desolados. Fortaleciendo el mercado
interno, aunque se escandalicen los voceros del establishment. Reconocer la mano visible del Estado para no
desmerecer el interés y la seguridad nacionales como el contenedor legítimo de
la mano invisible del mercado financiero.
Y por favor, evitemos concederle
la victoria poética al señor Arturo Montiel. En Texcoco no va.
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