lunes, 11 de febrero de 2019

Extracción de los recursos públicos

Uno de los argumentos preferidos de la tecnocracia fue el de exhibir las rentas institucionales, ello con el fin de disminuir las insuficiencias del sector público y así reducir las distorsiones de los mercados. Así se fue arando el terreno de las privatizaciones. Al correr de los años, sucesivas administraciones se encargaron de legitimar las rentas institucionales para viejos y nuevos rentistas, sobre las que se estableció la base social del llamado neoliberalismo y se dio aliento a sus propagandistas.

El gobierno del presidente López Obrador llama a cuentas el dispendio de estas rentas. Carlos Urzúa tiene la tarea de purgar esos dispendios con el propósito de hacer viables los programas sociales del gobierno. Las medidas generan reacciones antes que propuestas proactivas. Para qué le mueven si todo como está se puede hacer llevadero protestan los rentistas.


Las rentas institucionales son una modalidad de asignar recursos obviando en lo posible el funcionamiento del mercado. Si se disponen al logro de la equidad son subsidio, si se diseñan para incrementar la desigualdad económica bien se les puede llamar infamia económica. Dentro del catálogo de estas últimas, dos arrojan números multimillonarios; 1) Los contratos leoninos que empresas celebran con el sector público. Se inflan costos y, si se puede, se crean cláusulas de penalización onerosas para el erario o que inducen al endeudamiento; 2) las exenciones fiscales que se les otorgan a las grandes empresas afectando la hacienda pública.

De ahí para abajo existen otro tipo de dispendios. Es el caso de la publicidad gubernamental cuando tiene anuncios garantizados y se excede en gastos para ese rubro. Organizaciones campesinas utilizadas para el enriquecimiento de sus líderes sociales. Despachos, sociedades y asociaciones civiles de dudoso apoyo a la mejora del servicio público, por el contrario, en algunos casos con vocación de apoyar el desmantelamiento de lo público. Repudian el estatismo y viven de recursos públicos.
Sé está haciendo una rectificación de la política pública que hizo lo que en otros países desarrollados no se atrevieron a hacer: afectar los servicios de salud, la educación y el sistema de pensiones, entre otras cosas.


Quién se opone a la maximización del uso de los recursos públicos, el que se beneficia del dispendio. Ahora se esclarece que el dispendio no se debe sólo a una mala disposición del sector público, es una compulsión ligada a la alta concentración de la riqueza. El vicio y la virtud, según el cristal a través del que se mire.
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