viernes, 30 de noviembre de 2012

Menores de edad



Previo a la toma de posesión, la semana cierra como una decepción más de la política. Los políticos le siguen quedando a deber a los ciudadanos, es ya una deuda eterna que poco les importa.
 
Con anterioridad se había comentado aquí la posibilidad de que Enrique Peña Nieto gobierne con su partido y sus aliados políticos que son fuerza menor si la oposición con mayor representación en el Congreso no estaba dispuesta a establecer acuerdos. Esa oposición ya dio su primer golpe al negarle a Peña Nieto la reforma de la Administración Pública Federal. En los hechos obligó a mantener la actual estructura del aparato gubernamental. Los argumentos en contra de la reforma son endebles. Los de Ernesto Cordero dan pena, defendiendo instituciones fallidas como la Secretaría de la Función Pública y la Secretaría de Seguridad Pública. Si hubieran hecho su tarea tendrían asegurada su permanencia. Dolores Padierna, aliada al tecnócrata citado, argumentó peor, se dijo defensora de los intereses de la sociedad, no dijo cuál, seguramente se refirió a la pandilla que lidera su marido.

También se comentó aquí que la democracia no ha producido la clase política que la fortalezca, el chantaje es la forma y el fondo. No otra cosa son los amagos de sabotear la ceremonia del primero de diciembre. Tampoco se explica a la ciudadanía los desvelos de medianoche para entregar el poder que nueve horas después tendrá su protesta de rigor ante el Pleno del Congreso. Lo dicho, no hay clase política a la altura de la democracia.

A los ciudadanos se nos sigue considerando menores de edad. Así se entiende la no explicación del Gabinete comunicada como Sólo para Iniciados o para las élites. La obligada interpretación es falta de transparencia en el acto de la comunicación. Yo quisiera saber porqué Enrique Martínez y Martínez va a Sagarpa, porqué Claudia Ruiz que tiene experiencia y conocimiento en áreas de la política-política va a Turismo. Porqué politizar Desarrollo Social con Rosario Robles teniendo la opción clara con preparación y antecedentes de Santiago Levy. En Relaciones Exteriores no fueron suficientes las seguridades de Luis Videgaray en Hacienda, se recurrió a José Antonio Meade sin considerar el ocaso de Consenso de Washington y el obligado manejo político que requiere, quedando fuera el Embajador Jorge Montaño. Lo de Emilio Chuayffet en Educación se lee como en mensaje para Elba Esther Gordillo, pero nada se abunda sobre las tareas propias de ese Despacho.

Me queda claro que el anuncio del Gabinete se hizo hasta las tres de la tarde para no registrar una asociación con los movimientos de la Bolsa Mexicana de Valores.

Que las cosas caminarán es una esperanza y pronto Peña Nieto tenga el aparato de gobierno que le solicitó al Congreso, que no sea el pretexto y la justificación de un eventual fracaso. Del Pacto por México qué decir, ya perdió la seriedad obligada, un cachondeo político más.

lunes, 26 de noviembre de 2012

La demostración


 

La incertidumbre que plantea un nuevo gobierno no sólo tiene visos de resolución en los primeros cien días de gobierno, como ya se expuso. Tampoco se acota con la asunción formal y el discurso inaugural. Para el caso de la especulación sobre el gabinete esta no tendría que ser si se conociera como parte de la propuesta electoral, como lo postuló Andrés Manuel López Obrador.

Si usted quiere ser Presidente dígame por favor quién será su equipo de gobierno. Es una cuestión atendible para una democracia madura, caso que no es el de México.

Esa deficiencia se puede enmendar, superar o arreglar, situándose más allá de la adivinatoria sobre los hombres del Presidente.

Se adelanta, en calidad de trascendido, que el día jueves 29 de noviembre Enrique Peña Nieto anunciará el gabinete, el conjunto de secretarios que lo acompañará en su gobierno. Tinta ha corrido, intereses no se han dicho, pero el ejercicio puede resultar divisorio después del anuncio.

También puede resultar la demostración de la capacidad para formar equipo y conducir del gobernante que accede a la principal representación del Estado. La decisión demostrará de qué está hecho el peñanietismo.

Demostrar que no se trata de cuotas y de cuates, como lo señalara el ayer senador Beltrones respecto al equipo de Felipe Calderón. Apostar, comprometer más bien, por un gabinete al servicio de los gobernados. Exponer desde el principio por qué se ha tomado cada una de las definiciones, qué es lo que se les exige de acuerdo con el puesto y señalar lo que no se les va a tolerar en la desviación del encargo. Que el gabinete se ponga al servicio de los ciudadanos. Así se entendería el sentido del pregón o la proclama de una Presidencia Democrática. Mucho allanaría al gobierno entrante, como desdramatizar la toma de posesión.

Parece sencillo, no lo es. La clase política no es homogénea, ni actúa en el vacío. No se sabe, por otra parte, cuál será la actuación de los grandes capitales, armarán la estampida o impulsarán la espiral inflacionaria. Realmente están dispuestos a cooperar con el nuevo gobierno. Esa incógnita es más sobresaliente que el tamaño de la protesta de la izquierda el día primero de diciembre próximo. Una posible desbandada de capitales no tiene policía ni autoridad que la detenga, pues la economía global es su imperio y de su desastre social nadie se quiere hacer cargo.

La actual encrucijada es el reto para una presidencia que se quiere democrática y está bajo acosos múltiples.
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