El título de esta entrega es tomado de una discusión entre López Obrador y el senador Carlos Navarrete que se filtró a los medios. Se trata, como de muchas discusiones que se dan en la penumbra, de un lenguaje descarnado y directo, que ilustra el trato sin cortesías y sin ambages que no se atreverían a utilizar en medio del foro. Recordar, para disminuir la capacidad de asombro, la grabación del intercambio telefónico de los hermanos de Carlos Salinas, Adriana y Raúl, entre reproches el hermano incómodo reclamaba mayor apoyo a su defensa para salir de la cárcel. Se espera que de la difusión de ese tipo de filtraciones se desplome un actor político, lo cual no sucede las más de las veces. La lógica del habla en su vertiente moralista o de urbanidad no es la lógica de la política (de los intereses, del prestigio, de la correlación de fuerzas) Se puede ser procaz, atrabiliario también, y seguir en el candelero político.
Lo dicho viene a cuento por el fortalecimiento del liderazgo de AMLO después del embate mediático. El domingo veintisiete, en la ciudad de México, volvió a sacar a la gente para manifestarse en contra de las transformación de PEMEX. No es cuestión de que el tabasqueño posea una flauta mágica. Nada de eso. Se trata de que los intereses se han agitado entorno a esas modificaciones de ley propuestas por el gobierno y se ha creado un frente opositor más allá del FAP y las adelitas, que en muchos aspectos tienen poco que ver con los estudiantes del Tec de Monterrey, pero que igualmente alimentan sospechas sobre los cambios que se proponen para la paraestatal. Lo que demuestra que el movimiento es más que la persona de López Obrador. Si no lo entiende el sistema PAN gobierno la administración de Calderón va directo al fracaso en su proyecto. No por algo comenzaron los deslindes respecto a la propuesta presidencial, comenzando con el de Cuauhtémoc Cárdenas y continuando de manera significativa con Manlio Fabio Beltrones, coordinador de los senadores del PRI, quien ha dicho que el proyecto no pasará como está.
Los amarres se aflojan y el gobierno trata de recuperar terreno, por la vía institucional con el relanzamiento de la política social, por la vía extrainstitucional con el apoyo frenético de algunos medios, de sus dueños. Esto último sin decir o aclarar a cambio de qué, pues hasta el momento no se ha difundido filtración al respecto sobre la especie de un pacto a valores entendidos entre el gobierno y los medios que se han convertido en los defensores de su ¨reforma¨. Y ya sabemos a lo que pueden llegar esos arreglos, al beneficio de gremios pero no precisamente de la sociedad. El ejemplo de Elba Esther Gordillo y su sindicato.
Por eso se puede concluir, con probabilidad a equivoco, que el exabrupto egolátrico que se encierra en la expresión ¨el movimiento soy yo¨ no es atributo o descripción de realidad alguna. El movimiento opositor no es AMLO, está en la calle, también en las élites. Movimiento que fácilmente puede contaminarse por posibles patrañas, como el avenimiento al diálogo con el gobierno de parte del Ejército Popular Revolucionario o las amenazas de muerte a quien preside la mesa directiva de la Cámara de Diputados, la legisladora perredista Ruth Zavaleta, que con sus declaraciones se ha puesto como blanco de cualquier loco o provocador.
Lo dicho viene a cuento por el fortalecimiento del liderazgo de AMLO después del embate mediático. El domingo veintisiete, en la ciudad de México, volvió a sacar a la gente para manifestarse en contra de las transformación de PEMEX. No es cuestión de que el tabasqueño posea una flauta mágica. Nada de eso. Se trata de que los intereses se han agitado entorno a esas modificaciones de ley propuestas por el gobierno y se ha creado un frente opositor más allá del FAP y las adelitas, que en muchos aspectos tienen poco que ver con los estudiantes del Tec de Monterrey, pero que igualmente alimentan sospechas sobre los cambios que se proponen para la paraestatal. Lo que demuestra que el movimiento es más que la persona de López Obrador. Si no lo entiende el sistema PAN gobierno la administración de Calderón va directo al fracaso en su proyecto. No por algo comenzaron los deslindes respecto a la propuesta presidencial, comenzando con el de Cuauhtémoc Cárdenas y continuando de manera significativa con Manlio Fabio Beltrones, coordinador de los senadores del PRI, quien ha dicho que el proyecto no pasará como está.
Los amarres se aflojan y el gobierno trata de recuperar terreno, por la vía institucional con el relanzamiento de la política social, por la vía extrainstitucional con el apoyo frenético de algunos medios, de sus dueños. Esto último sin decir o aclarar a cambio de qué, pues hasta el momento no se ha difundido filtración al respecto sobre la especie de un pacto a valores entendidos entre el gobierno y los medios que se han convertido en los defensores de su ¨reforma¨. Y ya sabemos a lo que pueden llegar esos arreglos, al beneficio de gremios pero no precisamente de la sociedad. El ejemplo de Elba Esther Gordillo y su sindicato.
Por eso se puede concluir, con probabilidad a equivoco, que el exabrupto egolátrico que se encierra en la expresión ¨el movimiento soy yo¨ no es atributo o descripción de realidad alguna. El movimiento opositor no es AMLO, está en la calle, también en las élites. Movimiento que fácilmente puede contaminarse por posibles patrañas, como el avenimiento al diálogo con el gobierno de parte del Ejército Popular Revolucionario o las amenazas de muerte a quien preside la mesa directiva de la Cámara de Diputados, la legisladora perredista Ruth Zavaleta, que con sus declaraciones se ha puesto como blanco de cualquier loco o provocador.