jueves, 16 de diciembre de 2010

Profesional de la deturpación


En la guerra, la cifra de los muertos que produce es una aproximación. No es la excepción la guerra declarada en contra del crimen organizado que se libra en México. El procedimiento para tener una cifra oficial, distinta al conteo de los medios, la pueden proporcionar las actas ministeriales que elabora el servicio médico forense por deceso no natural y que no puede quedar cubierto por un certificado médico de defunción. Es el documento que certifica que el muerto por un acto contra natura, muerto está. Por eso la PGR no da por muerto al líder espiritual del grupo criminal que se autonombra Familia Michoacana, me refiero a Nazario Moreno González. El operativo-cacería de la semana pasada en Apatzingán, Michoacán, que realizó la PFP, no concluyó con la exhibición del cuerpo inerme, exangüe, de “El más loco”. No hubo modo ni para hacer un montaje en video del operativo como los que les gustan a Genaro García Luna. A lo mejor sí lo hay, pero no se han decidido enviarlo a los medios como acostumbran, pues la presa les fue escatimada por los defensores armados del victimado.



La cifra legal de muertos está formada a partir del conteo de actas ministeriales. Pero hay una cifra que después se calculará, tal vez cuando concluya la actual confrontación, la cifra de los muertos desaparecidos, que llegados a la morgue o sin llegar a ella, no tuvieron el beneficio de su documentación forense. Como en las desgracias naturales, se forman dos listas, la de los muertos y la de los desaparecidos. La verdad, ya es sabido, habrá que sacarla de entre los escombros de mentiras institucionales.



Será una tarea ardua y sin satisfacción en el corto plazo, pues el gobierno se ha esmerado por encarecer la verdad. Si algo terminó por exhibir al gobierno felipista fueron las ya comentadas filtraciones del portal de Internet WikiLeaks. Un gobernante miente y por lo general se le cree hasta que se da el acontecimiento o serie de acontecimientos que abonan en una creencia en sentido contrario, es decir, ya no se le cree nada. Richard Nixon es ejemplo de un gobernante al que ya no le funcionaron sus mentiras.



En esta pendiente cuesta bajo, la campaña favorita de Felipe Calderón será (es) desacreditar a los adversarios políticos y mediáticos. No es una decisión que demuestre talante democrático pero ya ha demostrado su efectividad, por eso tendremos la cauda de sucesos desagradables como deliberaciones legislativas que producen desazón entre legisladores como son los casos de la selección de tres nuevos consejeros para el IFE, la nueva legislación antimonopolios o la designación del undécimo magistrado de la Suprema Corte. Y es que el presidente Calderón trae enojo acumulado, el cual fue catalizado por los reportajes aparecidos en el semanario Proceso (1777 y 1778) que ponen entredicho los aires de pureza que bañan el combate al narcotráfico. Lo escrito en esos reportajes no ha sido desmentido en su totalidad. En un caso porque, aun sin proponérselo o ignorando de buena fe el hecho, Calderón convivió en un festejo bautismal con el delincuente Sergio Villarreal “El Grande”. En el otro caso, no bien desmentido por el gobierno, es el referido a los trabajos encargados por Juan Camilo Mouriño al Gral. Acosta Chaparro para contactar a los capos del narcotráfico.



El asunto no sólo es quién miente, sino quién pierde mayormente su credibilidad. De ahí el efervescente enojo de Calderón en plena estación otoñal. Enojo que ha puesto a Felipe Calderón como lo que siempre ha sido: un profesional de la deturpación. Recuerdo un día del año 1991, en que el joven Calderón fue convocado por la Liga de Economistas Revolucionarios para exponer sobre la plataforma agropecuaria de su partido Acción Nacional. El tema no lo abordó, se dedicó a descalificar al ponente priísta en turno. Hay quedó plasmada su genética como actor público. Felipe Caldero no es un arquitecto que diseña lo habitable, es más bien un buldózer que destruye lo edificado. Lo malo es que esa persona es presidente constitucional de México. Por eso tu, yo, todos los que vivimos en México estamos en peligro.


lunes, 13 de diciembre de 2010

Augusto Calderón / Felipe Pinochet


Cuatro años de gobierno y las dudas se acumulan sobre las capacidades del responsable del Ejecutivo mexicano. Botón de muestra, el estado de Michoacán, que es obsesión de la actual administración federal desde el inicio de su gestión en 2006. En ése estado de la república nació el primer operativo del gobierno en contra del crimen organizado al que por un arrebato oficial se le consideró “guerra”. El año 2009, el gobierno volvió a la carga para someter a la autodenominada Familia Michoacana, encarcelando a sus supuestos vínculos personificados en funcionarios estatales y presidentes municipales, sujetos que en su mayoría ya quedaron excarcelados este año debido a un sustento endeble de las pruebas acusatorias. La semana pasada el gobierno de Calderón inicio la tercera intentona para cortar de raíz la operación del grupo delictivo mencionado. Acaso la tercera intervención será la vencida.



La arbitrariedad, el desapego a los procedimientos judiciales debidos, son prueba evidente de que se han asumido los riesgos de utilizar el aparato de coerción en el esquema de una guerra sucia, ignorando a los poderes locales y sin preocupación por los daños colaterales que alcanzan a la población civil. Como de alguna manera hay que presentar lo aberrante como razonable, necesario e inevitable, qué mejor que hablar de heroísmo gubernamental, o de plano generar vacíos de información con cercos que impiden el ejercicio pleno de la corresponsalía de los medios en el lugar de los acontecimientos bélicos.



La “valentía” presidencial bien vale la evasión de la Constitución es el mensaje implícito en la actitud del Presidente.



Si el gobierno local de Michoacán ha fallado porqué no utilizar la figura jurídica de la desaparición de poderes. Ha sido el único gobierno que ha fallado o cuántos estados de la república están en la misma situación ¿Más de media República? Lo sabe o no lo sabe el gobierno.



Si lo que ha ocurrido es una pérdida del control sobre el territorio porqué no ensayar el procedimiento para declarar el estado de excepción en los territorios afectados, como se le atribuye al Secretario de la Defensa tal propuesta. El Gral. Guillermo Galván parte de una preocupación fundada, pues es la institución a su cargo la que es ordenada por la superioridad a actuar al margen de la Constitución aunque a ellos, a los militares, les reporte creciente desprecio ciudadano dentro de las comunidades que están en medio de la confrontación. Una complicación de este procedimiento sería dar a conocer el número de localidades y regiones bajo el control de crimen organizado, lo que echaría por los suelos la verdad oficial de que el Estado tiene control sobre el territorio.



Qué es lo que impide utilizar los dispositivos constitucionales: lo engorroso del procedimiento o la falta de ascendencia del Ejecutivo sobre el Legislativo y no hay confianza o no se sabe plantear la conveniencia de las medidas disponibles. Porqué recurrir a acciones golpistas Será para evitar a toda costa el regreso del PRI a Los Pinos, hasta llegar a la desmesura de cancelar el proceso electoral del 2012.



En Michoacán se juega la consolidación de un Golpe de Estado largamente ensayado, asesorado desde el Departamento de Estado y la Embajada de los Estados Unidos. Las palabras de Obama y de Calderón podrían desterrar la sospecha, pero no lo hacen.

 
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