jueves, 11 de febrero de 2010

¿Algo que festejar?



Se anuncia el programa de festejos y el ambiente es fúnebre. Parece una contradicción, pero estamos en México, donde todo es posible.
Están ahí la serie de “conjeturas” que se enlistan para explicar o darle algún sentido al acto de renuncia de Fernando Gómez Mont a su militancia panista. No hay que darle vueltas y conjeturar en el vacío del por qué la decisión de Gómez Mont. El señor estaba harto y ya. Aunque el gordito es de piel delgada, hay cosas que difícilmente se dejan pasar entre políticos vanidosos: que otro más pendejo le enmiende la plana.

Los del PAN no entendieron que la alianza electoral que hicieron en Oaxaca no estaba acomodada a los arreglos que sostienen a Felipe Calderón: el PRI y Carlos Salinas. No quisieron ver que el principal aliado panista de Salinas es socio de Gómez Mont. Luego entonces, para qué regar el tepache.

En fin, Gómez Mont dejó al PAN y el tiempo corre para dejar la secretaría en la que despacha, en la que por cierto, le ha tocado el papel de rudo apagafuegos acumulando raspones y quemaduras dignas de un bombero: se fajan a fondo y no son bien retribuidos. Son cosas que suceden cuando los límites entre el Estado y el partido gobernante no quedan bien esclarecidos. De eso la historia de México cuenta con el expediente del PRI.

Vámonos despacio y visitemos la consecuencia mediática de la renuncia, pues la política ya quedó esbozada. Y no se diga más.

Resulta que el día de ayer, alrededor del mediodía en el Centro Banamex, el presidente Calderón anunció el programa de actividades del Bicentenario de la Independencia de México y del Centenario de la primera revolución social del siglo XX. El lugar no pudo ser peor, la sede de un organismo financiero que tiene su matriz en los Estados Unidos, como si no existieran las ciudades de Guanajuato o de San Luis Potosí, los poblados de Anenecuilco o Cananea. Digo, algo ligado entrañablemente al asunto a tratar.

Sucede que lo que estaba diseñado para ser la principal noticia de la prensa al otro día pasó a interiores. Los diarios fueron conmocionados por la carta Gómez Mont y el programa de los festejos pasó a segundo plano. En lo mediático el acto presidencial se opacó, perdió visibilidad o la tuvo en tanto parte de la frivolidad de Televisa y TV Azteca. Y luego, para qué quiere enemigos el Presidente si con sus aliados no se da a abasto.

Y la cartita de marras siguió rebotando en los medios, lo suficiente como para impactar la principal actividad del Presidente el día de hoy, jueves 11 de febrero: su visita a Ciudad Juárez, la ciudad receptora de maquilas que se ha convertido en la capital del crimen.

Así concluye el día de quien quiere celebrar gestas patrias, con la justicia laboral que decreta el fin de la relación laboral en la mina de Cananea aplastando el derecho a la huelga de los trabajadores. Lo dicho, no le ayudan al Presidente. Y de lo positivo no se puede colgar, la elevación a rango constitucional de la República laica que legisló la Cámara de Diputados. Un logro del cual Felipe Calderón se marginó.

martes, 9 de febrero de 2010

Ya no hablen mal



No sé si en Los Pinos tengan un apunte pormenorizado de la opinión publicada sobre la gestión de Felipe Calderón, pero que no sale bien librado que ni qué. Si al principio se albergaba el beneficio de la duda para la administración calderonista, a la fecha, ya con el correr de febrero de 2010 se afirma una tendencia nada positiva, la duda se va transformando en la certeza de que el sexenio se echó a perder. El daño sobre el país tiene que iniciar su recuento si se quiere dar un giro que impulse a México hacia adelante, esa es la convocatoria por hacer del actual gobierno, nada de desviar la mirada del acuciante presente a través de la serie Discutamos México. Qué puede ofrecer ese diálogo en el Olimpo a los padres dolientes de la guardería ABC de Hermosillo, en qué se puede atender a los deudos de Pasta de Conchos en Coahuila, qué conforta a los que padecen la inseguridad, qué le contribuye al desempleado, qué puede resarcir a quienes pierden su patrimonio por los desastres naturales y así se puede enlistar todos los problemas concretos de los mexicanos.

El viernes pasado se cumplió un aniversario más de la Constitución de 1917 y el Presidente se empequeñeció ante la efeméride a la que juró cumplir. En los hechos la Constitución le incomoda a Felipe Calderón y padece la estructura jurídica que de ella emana, estructura a la cual aprecia como una fuente de vacíos jurídicos porque no se amolda a la ideología de él y amigos que lo acompañan. Al grupo gobernante le obligan más las prescripciones semanales que hace el semanario católico Desde la fe y las desfondadas recetas del Consenso de Washington, que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Como algunos presidentes en el pasado, a Calderón lo marea un sentido delirante de la trascendencia histórica, con tal vehemencia es esto que está dispuesto a no darle la atención que merece al tiempo presente. Ahora afirma que la desgraciada situación de Ciudad Juárez exige atender la reconstrucción del tejido social. Qué entiende por tejido social, acaso incluye una explicación que dé cuenta de cómo se deterioró ese tejido, es Juárez una muestra del tejido social dañado a lo largo y ancho del país. Son cuestiones que tendría que abordar el Presidente y no limitarse a culpar a pasadas administraciones.

Estas consideraciones no calan, pues a fin de cuentas la crítica es asimilada como hablar mal de México. Ya lo ha dicho Calderón, ya lo repite su esposa recién (Margarita Zavala). La señora Zavala enjuicia al estilo de Martha Sahagún: “Nuestra identidad no es el narcotráfico ni los asesinatos ni los pleitos”. Pues esa es la identificación que se ha producido por la gestión del marido de esta señora, por eso medio mundo ve a México así. Y después de rezongar la dama instruye al pueblo: “tenemos que aprender a hablar bien de México y no a mirarlo con desprecio” Se equivoca la señora Margarita, confunde al país con la persona y los actos fallidos de su cónyuge, que para mala suerte de México es Presidente (Haiga sido como haiga sido)

Por faccioso y por incumplir su juramento, por eso es que se habla mal y se desprecia a Felipe Calderón. Otra actitud y una gestión exitosa forjarían una opinión distinta.
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