viernes, 18 de mayo de 2007

La tarea del presidente

Desde Cancún, Quintana Roo, Felipe Calderón cierra evento aeroportuario, turístico también: “no es tarea sólo del Presidente”. Todo mundo entendió la exclamación, reclamo, lamento o excitativa, como una alusión a la batida contra el crimen organizado que libra el gobierno federal. Con esa frase el resto del discurso se esfumó, el caudal de inversiones, la generación de empleos, todo eso perdió valor noticioso. Reconoce el presidente, sin ser explícito, la falacia sobre el poder omnímodo que reside en el depositario del Poder Ejecutivo. Falacia que alimentó, en su momento, su conciencia de líder opositor. Ahora que se pertenece al universo oficial del gobierno en turno, qué amarga resulta esa falacia para Felipe Calderón. La angustia de que se espere todo de él y saberse limitado por la realidad. Es una contrariedad que cada presidente de México, desde Benito Juárez por lo menos, ha tenido que arrostrar. Pero lo que sí es tarea exclusiva del presidente es darle forma a la acción colectiva o lo que el llamo coloquialmente “hombro con hombro”.

La cuestión es si es posible materializar el hombro con hombro en un país desigual, con inequidad, incluso ilegalidad. Y ese cómo darle forma a la acción colectiva no se sabe de dónde Calderón dispone de los recursos ideológicos para animar la acción colectiva. No hay modo si tuvo como mentor a Luis Pazos. Pero hay modo, limitado en exceso, si por acción colectiva se entiende el agrupamiento familiar de los panistas o la estructura parroquial de la iglesia católica. La estructura mental, que no es lo mismo que el coeficiente intelectual, no le da a Felipe Calderón para conducir la acción colectiva de acuerdo a la amplitud del Estado.

El presidente ha enfocado sus baterías a combatir a la delincuencia organizada, para ello la obediencia del Ejército no se ha excusado, los soldados han acatado órdenes. En esas estamos cuando el 15 de mayo se da el primer pronunciamiento grave de la CNDH sobre la atención a presuntas violaciones de los derechos humanos. José Luis Soberanes expuso el expediente de manera suave, pues el pliego de la denuncia apesta, según lo revelado en Milenio Diario. ¿Ante qué estamos? Ante el supuesto de que la ilegalidad se combate con arbitrariedad no menos ilegal. Quién será el responsable de las violaciones de comprobarse. Los soldados, sus jefes inmediatos o el Comandante Supremo.

En esta lucha sin cuartel en contra de las bandas delictivas, el 16 de mayo se da el enfrentamiento más cruento en el estado de Sonora, con más de veinte muertos. En un estado donde su gobernador, Eduardo Bours, se ha negado a reconocer la influencia del crimen organizado, minimizando la violencia como casos aislados o por efecto cucaracha del operativo Tijuana. Es también el primer enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre una policía estatal y los sicarios de la droga, sin mayor protagonismo de la fuerzas del orden federal. Es una lucha donde la información oficial se aprecia deficiente, rebasada por la capacidad del crimen organizado. Pues eso es que se haya trasladado un convoy de criminales, dispuestos a perpetrar uno más de sus actos sangrientos, en quince camionetas nuevas sin que hayan despertado la mayor sospecha da cuenta de la magnitud de la implantación del crimen organizado en el país.

Pero no todo es violencia, ni está en el resorte de la presidencia. Como es el caso de la información generada por el IFE sobre los miles de spots de las campañas del 2006 no reportados por los partidos.. La declaración es prueba del descontrol del IFE sobre la conducción de las elecciones federales. Para qué sirvió el acuerdo que suscribió el Instituto con Televisa, o el monitoreo contratado con la empresa IBOP – Bimsa. En qué se falló, en la limitación de las disposiciones legales según Luis Carlos Ugalde. Eso es cierto pero no es suficiente explicación, que suena a exculpación. El IFE, su presidente, su Consejo General, tiene la autoridad ejecutivo administrativa para establecer normas que subsanen las deficiencias cuando la ley es coja. Así fue cuando en diciembre de 2005 ese mismo IFE decretó una veda informativa de proselitismo a los candidatos y partidos. Lo hizo en apego a sus atribuciones sin alegar la explicitud de la ley. Lo malo es que el mismo Instituto se encarga de reabrir lo que se supone es ya un capítulo cerrado, el de las elecciones presidenciales.

martes, 15 de mayo de 2007

Vamos a la guerra

Lo no escrito, lo inesperado. El guión que se guarda, el que la realidad impone. Intenciones centradas en la generación de empleo no tienen su mejor momento. La confrontación contra el crimen organizado ha modificado el esquema. Mil muertos, consigna en su editorial El Universal. Cualquiera otra cosa que suceda en el ámbito político, como las deliberaciones y sentencias de la SCJN, los informes del Banco Mundial, X. La información pierde relevancia ante la nota roja que da forma la violenta reacción del crimen organizado.

El blanco de la delincuencia no tiene casualidades, intimidar para imponerse al Estado es su propósito. El viernes atacaron a la escolta del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, que acompañaba sus hijos de vacaciones por el puerto de Veracruz. Cuatro escoltas muertos. En Ixtapa Zihuatanejo fueron atacados miembros de la Armada, un marino muerto. El lunes 14, un alto funcionario de la PGR, José Lugo Félix, fue interceptado y acribillado sin siquiera salir de su camioneta en el Distrito Federal.

La improvisación no deja fluir la estrategia. Los recursos legales y humanos no se encuentran en la mejor articulación. La ley expresamente sitúa a la PGR al frente de la lucha contra el narcotráfico, pero es el ejército el que está por delante. De nuevo, por decreto se crea un cuerpo especializado dentro del Ejército para combatir al crimen organizado y lo que se quiera entender por perturbación del orden. Estar contra el crimen sin proteger garantías individuales es un riesgo de atacar la ilegalidad con su semejante.

Cuánto es el recurso humano del que dispone el Estado contando a los policías municipales, ministeriales, PFP, AFI, además del Ejército y la Marina. ¿Están equipados, capacitados para dar la batalla a plenitud? O es, como parece, un contingente desigual, incluso infiltrado sensiblemente por el enemigo. ¿Cuál es la dimensión del enemigo en sus ejes de banda organizada, económico y el social? ¿Tiene un componente político?

Vamos a la guerra con encendidos discursos, de irrebatible arenga, al fin que a la cuenta de los muertos no se le ha puesto límite. Y en todos estos meses el Ejecutivo se ve solo, distraído incluso por escaramuzas como la que se libra al interior del PAN por el nombramiento de sus consejeros. A quién le importa la lealtad de esos consejeros, si están con Calderón o con Espino. Eso no importa frente a la magnitud del combate a las redes del narcotráfico.

Ante la emergencia no hay solicitud pública del Ejecutivo para que el Congreso legisle sobre ésta y encuadre dentro de la ley los operativos del Estado. Seguro que lo ha pensado. Qué lo detiene, la falta de una mayoría legislativa propia, adicta. Mayoría que sólo se construiría cediendo ante la oposición. Ceder es la forma más sutil de ejercer el poder que el orgullo no deja ver. Pero si la guerra contra el crimen organizado se calcula de larga duración, más allá de los límites temporales de un sexenio, más vale que de una vez los poderes de la república se sincronicen para dar la batalla.
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