jueves, 27 de noviembre de 2008

"groggy"

No se ha valorado lo suficiente el “accidente” aeronáutico del martes 4 de noviembre. El golpe emocional que ha recibido el presidente Calderón no ha sido superado, lo mantiene, como se diría en el habla deportiva, “groggy”. Se ve un Presidente con la mirada triste. No es para menos, perdió a su alma gemela. Por algo Juan Camilo mereció exequias de héroe, a pesar de que oficialmente se trató de un “accidente”.

La investigación tomó un camino excesivamente técnico-aeronáutico. Hasta ahora no se ha explicado por qué el ministerio público ha estado al margen, al menos mediáticamente. Y si la intervención del secretario Luis Téllez ha sido desproporcionada, con el deliberado propósito de negar el atentado. Peor es la conclusión del otro ministerio público improvisado, Salvador Vega Casillas –gris secretario de la función pública- a quien Milenio Diario le dio las ocho columnas con su declaración de que a JCM lo mató la corrupción ¿Qué es eso? Un enemigo sin nombre y apellido del cual la sociedad se tiene que defender en lo futuro. En el pasado se hablaba de negligencia, se daba nombre y apellido.

Si el joven señor Vega Casillas puede concluir que el “accidente” fue promovido por la corrupción que complete la información, que diga en qué se constituye y quién constituyó el delito, que establezca una demanda penal, si cabe. Sería muy saludable. No lo va a hacer, no tiene el valor de incriminar a la administración actual o a la pasada. La razón es sencilla, la responsabilidad entera pertenece a administraciones panistas. Sería como decir que el PAN mató a Mouriño.

Todavía más confuso resulta la gira por Latinoamérica del presidente Calderón, que más bien parecía fuga. Sin un mensaje claro, consistente. Lo dicho queda para la anécdota, no hay más trascendencia. No se entiende la gira cuando su administración es sacudida por la operación limpieza que instrumentó sobre el aparato de seguridad del gobierno. Es la hora que el ciudadano común no puede despejar la duda sobre la confiabilidad de las policías.

Para rematar esta percepción, un funcionario de la época foxista, Nelson Vargas, no se contuvo más y de plano le dijo a las autoridades que no tienen madre porque no han resuelto nada sobre el secuestro de su hija Silvia, secuestrada en septiembre del año pasado. Se trata de un insulto del cual el gobierno no se pudo sacudir.

Lo dicho, falta consistencia en la acción del gobierno, vacila y tambalea su conductor. Tiene derecho Felipe Calderón a quitar y poner sus colaboradores, pero lo que decida constituye un mensaje. Cuándo se había visto que el Presidente le diera relevancia al cambio de su secretario particular, per se una posición condenada al bajo perfil. Por qué El Yunque accede a esa posición a través de Luis Felipe Bravo Mena, acaso se agotó el grupo compacto. Será casualidad la reaparición de Vicente Fox en la revista ¡Hola! , el homenaje de la Universidad Anáhuac al señor Abascal Carranza.

Con optimismo, José Carreño Carlón barrunta en su colaboración de El Universal, un reinicio del gobierno para cubrir un cuatrienio efectivo de gobierno. Lo contradice la realidad de un gobernante “groggy”, y lo peor, la incapacidad del PAN que ha hecho de su gestión la construcción del no estado, el lugar donde la población y el territorio no están seguros.

martes, 25 de noviembre de 2008

Pasmo

La guerra contra el crimen organizado ha entrado en una etapa asaz complicada para el gobierno federal desde que se decidió tocar las cuerdas de la infiltración. Esto es, la etapa de los operativos específicos, estado por estado, encontró un rápido agotamiento, ni se sometía al crimen organizado ni, en consecuencia, la violencia de los delincuentes disminuyó. Se abrió la etapa de indagación de las autoridades que colaboran con los cárteles. El resultado previsible, el destape de la cloaca en la PGR y en la SPP. Lo que despliega una situación adversa desde lo interno, la autoridad infiltrada está maniatada de inicio a combatir a las mafias, es parte del problema.

¿Cuál es el siguiente paso? Investigar a los políticos, investigar a los militares. Volver a esquemas subterráneos de control, como en el pasado. Esto es, desjudicializar el combate al narcotráfico. También se puede recurrir a legalizar tramos del ciclo del consumo de estupefacientes a modo de lograr un mejor control y acotarlo dentro de una nueva legalidad que no descanse en aspectos puramente punitivos, los que por cierto, nunca encontrarán suficientes recursos que ayuden a alcanzar los propósitos.

La autoridad se pasma ante una realidad que no es exclusiva del país, mafias existen en otras latitudes, infiltraciones del aparato público también. En lo que nos estamos distinguiendo es en el número de muertes que se producen en el territorio nacional por causa del crimen organizado y ese es un asunto que agravia a la sociedad, máxime cuando la mayoría de reconoce al margen de la actividad delictiva. Lo que tiene que revisarse son las fallas del Estado que han contribuido a la explosión violenta por controlar este mercado que opera en la ilegalidad.

Estudiar bien el proceso que llevó del control militar al traspaso del control a las policías ministeriales, particularmente desde el gobierno de Ernesto Zedillo. Indagar hasta qué punto la apertura económica bajo esquemas monopólicos o de grandes consorcios de competencia desigual ha inhibido la actividad de micros, pequeños y medianos empresarios, incentivado los giros empresariales ilícitos.

El combate al narcotráfico ha resultado más complejo de lo imaginado a los comienzos de la actual administración federal. Más si se considera que dentro del cálculo gubernamental se estimaba una buena dosis de optimismo respecto a la evolución de la economía. Optimismo prodigado por la especie de que los mercados se autorregulan y no requieren de ningún tipo de control. La realidad de las estimaciones del PIB a la baja, el crecimiento del desempleo y el incremento si bien moderado de la inflación han cancelado, de momento, el optimismo.

Hasta ahora no está demostrado que el funcionamiento libre de los mercados sea inhibitorio de las crisis económicas, por el contrario, mercado y crisis son consustanciales, forman un ciclo.

A todo este cuadro habrá que agregar las complicaciones propias del año electoral que se tiene a la vuelta de la esquina. Y en esa materia no será suficiente regocijarse con el declive coyuntural de la figura de López Obrador. Nada más por señalar el simplismo de quienes encadenan la mejora del país con el desprestigio del lopezobradorismo, tan simple como los que creen que el Tabasqueño tiene la solución a los problemas del país. El asunto de fondo a resolver es un nuevo pacto social que aminore los efectos de la recesión, que oriente la unidad de acción del aparato público en todos los niveles de gobierno, pero de manera destacada, en la administración pública federal.
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