sábado, 7 de marzo de 2009

Linchados


La información que genera la actividad del crimen organizado aturde, deprime, ensombrece el ánimo. Esto no debe llevar a concluir que los medios no informen sobre los sucesos delictivos. Incluso se está agradecido con reportajes como el de Arturo Cano publicado en La Jornada. El fondo está en no quedarse con la crudeza de las noticias sangrientas, sino indagar qué senderos han llevado al país a esta situación de degradación que contamina o está entreverada con la economía, la política y la cultura.

Escaso y atroz es lo reporteado sobre el asesinato de veintiún personas en el penal ubicado en Samalayuca, Chihuhua, cercano a Ciudad Juárez. La mañana del miércoles 4 de marzo un grupo de reclusos, pertenecientes a la banda de Los Aztecas, prácticamente tomaron el control de las instalaciones pues nadie impidió que se movilizasen a su interior. La autoridad se extinguió mientras unos reclusos se armaron de palos, tubos y armas hechizas. Luego se trasladaron a otra sección del reclusorio donde purgan sus penas miembros de otras bandas, Los Artistas Asesinos y Los Mexicles. Con lista en mano, Los Aztecas se pusieron a liquidar a enemigos que les disputan la plaza de Juárez. Inmediatamente después regresaron a sus celdas y entregaron las armas. Habían cumplido su cruenta misión. Hasta después llegaron elementos del Ejército y la PFP ¿Quién los mandó? ¿Por qué lo hicieron? La mala sospecha ronda en estas preguntas. La semana pasada se reunió en Ciudad Juárez el Consejo Nacional de Seguridad y ocurrieron veinte ejecuciones. Días después llegaron nuevos contingentes del Ejército y la PFP para reforzar el combate al crimen organizado. Lo del miércoles es acaso un mensaje cifrado para las autoridades y la sociedad.

Serán ajenos los Estados Unidos, aprovecharán de informantes a los capos que el gobierno de México les obsequió, por qué piden mayor intervención. Son interrogantes de una desestabilización que no tiene identificado su origen, pero por el encadenamiento de sucesos que han tomado aceleración desde que Felipe Calderón les declaró la guerra a los criminales, como si fueran un Estado, es lógico anotar.

El crimen organizado no nació de la nada, es una variante, una rama del árbol genealógico del poder y el dinero. Si se enaltece el poder y el dinero como valores supremos, como aspiraciones máximas, qué tanto más da obtenerlos a como dé lugar. Hay un enraizamiento cultural que tiene expresión religiosa en el santo Malverde y la santa muerte. Y la jerarquía católica no ha lanzado una condena rabiosa contra estos ritos como lo ha hecho contra el aborto. En la narcomúsica, que relata la vida de maleantes explotando expresiones populares como el corrido y la banda. Géneros de los cuales hoy en día quedan ocultas sus raíces e indubitablemente se asocian a la narcomúsica que producen tracks, elevan estaciones de radio y hasta un canal en la televisión de paga. Entendámonos rápido, la narcomúsica es la música que le gusta a los miembros del crimen organizado y ha formado ya una predilección de masas.

El crimen organizado también está asociado a la política. Hoy mismo La Jornada publicó la declaración de un diputado federal del PAN hecha en Jalapa, Veracruz, quien aseguró que son ocho los gobernadores del PRI vinculados al narcotráfico, entre ellos Eugenio Hernández. Ése mismo gobernador de Tamaulipas que operó para sacar la elección favorable a Calderón en el 2006. Si esto es cierto ¿Será correcto afirmar que tenemos un narcopresidente en funciones?

La economía se ha hecho adicta al dinero sucio que procede bandas de criminales, por lo que no habría que descartar que el combate al crimen organizado ha sido un factor interno de la atonía económica.

Total, todos los días vemos, constatamos la paradoja de que ley y la impunidad van de la mano en beneficio de pocos y desgracia de muchos.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Aniversario


Ochenta años contemplan al Partido Revolucionario Institucional. De esos años, los nueve últimos los ha vivido fuera de Los Pinos. México ha cambiado y no ha cambiado. Hay democracia y no hay democracia. La alternancia queda opacada, qué tanto una decisión de la sociedad, qué tanto un compromiso con los Estados Unidos hecho por Ernesto Zedillo.

Sacar al PRI de la conducción del Ejecutivo federal se vendió como un México sin crisis. Los hechos de hoy día desmienten esa oferta pues se vive una crisis económica que muchos ya comparan con la de 1929. Desempleo, devaluación de la moneda, caída del crecimiento económico. Los horrores del manejo populista hoy son revividos por los excesos del mercado.

Sacar al PRI de Los Pinos se vendió como el remedio contra la corrupción. La realidad es que la corrupción sigue tan campante que no se encuentra mecanismo para extirparla. La Secretaría de la Función Pública y el Instituto Federal de Acceso a la Información son elefantes blancos.

Felipe Calderón ha querido hacer la distinción al declarar la guerra al crimen organizado y no ha podido someterlo. Ahora se justifica diciendo que es un asunto que heredó del pasado priísta. Hasta el momento el presidente Calderón no ha hecho una denuncia con nombre y apellido de los políticos metidos en arreglos con el narcotráfico, menos ha insinuado que el PAN o algunos panistas hayan sido seducidos por los capos del crimen organizado. Lo cierto es que gracias a esta declaración de guerra hecha en los albores del actual sexenio se ha puesto a la luz pública varias características de la delincuencia organizada que no se exponían tan crudamente en los medios: tienen control sobre territorio, cobran impuestos, mantienen un ejército propio capaz de ejercer la violencia sin límite, tienen base social, aceitan la economía. El crimen organizado es ya un Estado dentro del Estado.

Ni armar un equipo de trabajo capaz, competente, con resultados en una mejor administración de los asuntos públicos. Nada se ha alcanzado con el PAN, ni con Fox, ni con Calderón. Lo peor para éste último es que ya no contó con las reservas petroleras que dilapidó su antecesor. Eso sí, se parecen en su actuación complaciente para hacer cambios en el gabinete. No se dan explicaciones. Lo sucedido con Luis Téllez y Sergio Vela el martes 3 de marzo es el colmo de la torpeza. No sólo no sabemos oficialmente porqué los removieron de sus cargos, se les despide con elogios a su labor. Y si realmente fueron tan cumplidores por qué los despidieron. Eso no se pregunta.

En todo este descrédito que el PAN se ha recetado es ocioso preguntarse si el PRI regresará a conducir el Ejecutivo federal. Lo verdaderamente importante para este país, en tanto Estado, es si realmente podrá acceder su población a una mejor ingesta alimentaria y a una mejor educación, si se podrá reducir la capacidad de hacer daño de los violentos y de los corruptos. Si algún día se podrá acabar el abismo entre la formalidad y la realidad que heredamos de la Colonia.
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