“Dicho de una persona o una cosa: Elevarse en el espacio sin intervención de agentes físicos conocidos.”
RAE
El miércoles primero de diciembre
se mostró, una vez más, que hay liderazgo nacional. La concentración de miles
de mexicanos arribados al zócalo de la ciudad capital, provenientes de diversos
puntos de la república lo confirma. Ayuda el hecho que el liderazgo de Andrés
Manuel López Obrador se refuerce desde su calidad de presidente de la
república. También se mostró la fortaleza de un proyecto que, más allá de su
contenido programático, tiene como plataforma dos ideas: la de soberanía
nacional y la de pueblo, muy apreciadas en la configuración del estado moderno
y desechadas por los tecnócratas que gobernaron desde la secretaría de
hacienda.
En contraste, la oposición
partidista y de derecha, que se niega a comprender esa realidad obradorista,
carece de un liderazgo nacional que haga contrapeso, ni construyen un proyecto
que se distinga de los anteriores gobiernos del PRIAN. Lo que demanda la
oposición es la restitución de privilegios, de beneficios que recaían en una
minoría por concesión, a veces discrecional o legaloide, de parte de los
gobiernos llamados neoliberales.
En este esquema de un liderazgo
fortalecido en la investidura presidencial y ante la ausencia de un liderazgo opositor,
AMLO tiene que lidiar con una manada de líderes de opinión gastando pólvora en
infiernitos. Creo que cada noticia falsa es inmediatamente desmentida por los
responsables gubernamentales aludidos o debe ser. De manera sobresaliente SSA, SEDENA y
CFE, al ser atacados sistemáticamente (la pandemia, las obras de
infraestructura y la reforma eléctrica son las motivaciones del encono) despejan
falsedades. Así debe seguir siendo.
Al margen de la actuación
gubernamental, es en el movimiento-partido donde aparecen los signos de
levitación, de pérdida de piso o de plano dejar de plantar los pies sobre la
tierra. Dos son las discusiones en las que se están enredando.
Una es definir las credenciales
de izquierda, quién es más izquierdista. Un debate que al ciudadano de a pie no
le llega. Lo relevante sería poner sobre la mesa qué tipo de izquierda o
referente tiene proximidad con la actuación de López Obrador: el New Deal de Roosevelt,
el laborismo británico y la socialdemocracia europea antes de la caída del muro
de Berlín. Una izquierda que no es anticapitalista. Hasta grandes empresarios
reconocen que les ha ido bien con la 4T y hay compatibilidad con los programas
sociales impulsados en el actual gobierno.
La segunda discusión está
relacionada con la sucesión presidencial. Ya en dos ocasiones López Obrador ha
salido a responder sobre el tema en la mañanera. En las dos ocasiones ha
señalado la inconveniencia de desgastarse. La selección por encuesta del
candidato presidencial de MORENA es el método para reducir los daños de unas
primarias. Parece que algunos no lo han entendido -me refiero a los militantes
del partido en el poder, pues los periodistas están en su papel- e insisten en
calentar el tema. Sigan cajeteándola y en un descuido hacen profeta a Porfirio
Muñoz Ledo.
Si hablamos de una revolución de las conciencias vale considerar su duración. Cuánto duró en la Primera, la Segunda y Tercera transformación como identidad de una comunidad. La Cuarta inició en 2018, es una criatura. Nada más checar por pura curiosidad. Pablo de Tarso y la formación de las comunidades cristianas primitivas. Martín Lutero y la formación de la comunidad protestante.