viernes, 21 de diciembre de 2007

El tapón

Por fin, ha sido liberado el tapón formado sobre el cauce del Río Grijalva el 4 de noviembre provocado por el derrumbe de un cerro. Entre muertos y desaparecidos, el poblado Juan del Grijalva no ha salido de una larga noche y tal vez no saldrá, quedó sepultado para siempre. Sus habitantes ya no lo serán más, reinician sus vidas con la reubicación de sus moradas y quizás algún día algún reportero decida documentar, narrar su renacimiento.

El jueves 20 de diciembre el presidente Calderón se apersonó, una vez más, en la zona del desastre de esa comunidad chiapaneca para informar desde ahí, a toda la nación, que los trabajos continuarán por lo que la población debería estar atenta a los comunicados de la autoridad, pues la emergencia no ha desaparecido. Durante todos estos días, más de mes y medio Televisa ha nutrido de imágenes a sus consumidores de noticiarios, destacando el estoicismo de su reportera Susana Solís.

Este blog no está lo suficientemente informado sobre las especificaciones bajo las cuales se explica el desastre que se le atribuye al mal tiempo, es más, está desinformado. Lo cierto es que se trató de un poblado cuya densidad poblacional e infraestructura, incluyendo caminos muy transitadas, no eran una cualidad que incidiera en riesgos como los que se consumaron en el desastre. No se tiene documentado un movimiento sísmico que desencadenara la avalancha de tierra. Tal vez la deforestación contribuyó al reblandecimiento de los suelos. Pero entonces ¡Cuántos cerros están por derrumbarse!

A lo mejor, en la secuencia del desastre, primero las inundaciones de Tabasco, después el derrumbe de Chiapas, este último sirvió para contener el avance del agua que los ríos depositan hacia Tabasco y, de esa manera, se dio posibilidad efectiva de superar más pronto la etapa de las inundaciones. Tal vez Dios lo quiso así y dio fundamento a la tragedia de Juan del Grijalva. No sabemos. Por lo pronto, Felipe Calderón felicita a ingenieros y trabajadores, de la Comisión Nacional del Agua y de la Comisión Federal de Electricidad, por encauzar el Río Grijalva a través de un canal.

Se ha quitado el tapón, otros pueblos han quedado sepultados río arriba y fueron desalojados a tiempo. Hubo previsión. Mientras, en la prensa se escribe de un tapón que cumple mañana diez años, el tapón que impide que fluya la justicia en Acteal, flotan los recuerdos de la masacre. Se seguirá en espera de que se quite ese tapón para el que poco sirven los ingenieros de la CNA y la CFE.

Se podrá decir que lo pasado, pasado es, para qué mover sentimientos y calentar resentimientos.

Se cierra el año y por tapones no paramos, como el que le puso López Obrador y una parte de su partido al proceso de construcción de reformas. Se agotó el año y las reformas fueron magras. La del Estado parece que se despide en medio de un chismerió sobre el manejo de recursos. La de la Justicia en franco desbalance de los derechos humanos. Y ya viene el 2008, el de la batalla por los energéticos.

martes, 18 de diciembre de 2007

El Año del Congreso

En filia o en fobia, este ha sido el año del Congreso Mexicano. Estar o no de acuerdo con las decisiones que ha tomado es otra cosa. Desde la Nueva Ley del ISSSTE, la Reforma Fiscal, la Reforma del Estado y todo lo que ha pasado por las manos de los legisladores, le han venido a dar al Poder Legislativo una atención mediática constante y en primer plano. Incluso las últimas decisiones al cierre de periodo ordinario de sesiones, con todo y lo polémicas que han sido, como diferir el nombramiento de tres nuevos Consejeros del IFE, se puede afirmar: tenemos Poder Legislativo independiente. ¿Y para qué? Prestigio no le ha valido, al contrario: todos contra el Congreso.

Cómo se ha llegado a esta situación es resultado de una combinación de ingredientes que están desde el inicio del presente sexenio. Una Presidencia urgida de legitimidad. Un conjunto de intereses con disposición a cobrar de inmediato los apoyos a la campaña del ganador. Una resistencia cívico política al reconocimiento del actual Titular del Ejecutivo. Son elementos que han incidido en el protagonismo de los Legisladores. Pactos puntuales, aunque escasos de reflectores, han permitido a Felipe Calderón negociar paso a paso los temas de la agenda legislativa, como el de la relativa a los ingresos fiscales y el presupuesto de egresos de la federación, que ya no han tenido contratiempos mayores en su definición.

Legislativo y Ejecutivo se han entendido, habituados talvez al mandato ciudadano por establecer un gobierno dividido desde hace diez años y que no le concede al Presidente en turno el control sobre la Legislatura que lo acompaña. Se dice fácil pero es una realidad que muchos políticos de oposición, empresarios e intelectuales anhelaron en el siglo pasado como signo de la democracia de verdad, que ambos poderes no correspondieran a una sola voz partidaria. Pero vemos que eso no es suficiente. Incluso se le llega a considerar el peor de los mundos posibles.

La democracia no genera conformidades de concreto armado y sí una mayor disposición ciudadana a expresar inconformidad, más si esta se da organizadamente en respaldo de un interés específico. No es que se estuviera mejor cuando estábamos peor, sucede nada más que la democracia se fractura cuando el modelo de acumulación incita a la guerra de todos contra todos, a sacar ventajas del apoyo gubernamental o de la ilegalidad, a reproducir la desigualdad extrema. (Por ejemplo, no es aceptable que en el mejor ánimo democrático se impulsen proyectos de ley en contra del medio ambiente nada más para atraer el capital de inversionistas españoles. Proyecto de reforma a la Ley de Vida Silvestre que, hasta donde se sabe, fue parado en el Senado lo que los Diputados dejaron pasar)

Se quería un Congreso independiente y hoy, con razón o sin ella, en la opinión publicada el malestar en su contra es unánime. Y este que ha sido el año del Congreso, ha sido también el de su mayor vulnerabilidad, un manotazo al tablero dado por Andrés Manuel López Obrador interrumpe la partida, pone en duda la continuidad de los acuerdos entre el Legislativo y el Ejecutivo. El llamado “Presidente legítimo” demostró fuerza, el Presidente Constitucional exhibió debilidad. Momentáneamente El Peje y el Consejo Coordinador Empresarial han resultado compañeros de viaje en su oposición a la reforma electoral. El asombro por los acuerdos parlamentarios está en trance de convertirse en decepción. La respuesta creíble y contundente tiene que ser ofrecida por el Congreso.
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