miércoles, 1 de mayo de 2013

El desangelado Mundo del Trabajo


En el siglo XIX, el mundo del trabajo, su sujeto primordial, estaba cargado de promesa, fue inspirador de proyectos para un mundo mejor, de pleno empleo y bienestar. Al menos ese fue el punto de convergencia de comunistas, socialdemócratas y …anarquistas.

El siglo XX fue el ensayo del socialismo realmente existente (la Unión Soviética y sus países satélites) La realización de la hegemonía proletaria era creíble, esto en tanto el trabajador era considerado valioso e insustituible por su aportación a la formación de riqueza. Admirable, lo suficiente, como para dar lugar a la disertación filosófica, hasta cierto punto despolitizada de Ernest Jünger.

La perspectiva ha cambiado, el héroe del siglo XX ha sido devuelto a la aparentemente superada condición de servidumbre voluntaria. El mundo del trabajo ha sido casi marginado de la política, ni que decir de la filosofía. El mundo del trabajo es una cuestión técnico-administrativa, como lo imaginaron Frederick W. Taylor y Elton Mayo.

El siglo XXI ha puesto en otro lugar al trabajador, ni siquiera es materia relevante para teorizar o historiar, al menos no al nivel que alcanzó en las décadas de los setenta y ochenta. Ha ocurrido una mutación mental que ha arrasado hasta con sus mentores políticos de los partidos de izquierda.

Para que sucediera este cambio de consideración hacia los trabajadores hay que anotar la caída del socialismo realmente existente, fechada simbólicamente con la caída del Muro de Berlín en 1989. Pero no sólo eso, en el mundo material la gestión de la producción con alta composición de tecnología en constante renovación minimizó la indispensabilidad del mundo obrero, a excepción de los trabajadores  con alta especialización, una minoría dentro del conjunto de la población. El aprovechamiento de trabajador sustituible, de escasa calificación se acopló con precisión con la explosión del desempleo que ha servido de instrumento o piedra de toque para las estrategias de competitividad, productividad y la depreciación de los salarios. Lejos de pertenecerle al mundo, el trabajador es resometido por la vía del entretenimiento de masas, el alcohol, incluso las drogas. Su situación se ha precarizado que la figura del trabajador proveedor del hogar es inexistente prácticamente. Más de dos miembros tienen que apurar su ingreso al mercado laboral, las más de las veces desde la informalidad.

Al no realizarse el mundo del trabajo con ocupación plena y salario remunerador, la configuración actual de trabajo también ha afectado la capacidad de los padres de familia para atender a sus hijos y los viejos se convierten en un estorbo. La falta de respeto que se da como normal de la relación laboral, incluso su peor expresión, el maltrato, se recicla en el núcleo familiar.

La condición patética, es decir enfermiza, del mundo del trabajo se ve reflejada en la disposición marginal de la política gubernamental orientada hacia los trabajadores pues eso lo resuelve la oferta y la demanda. Actitud paralela a la desatención de la industria.

Los trabajadores son moneda viviente al decir de Pierre Klossowski, quien de manera indirecta identifica al Marqués de Sade como el profeta del actual mundo del trabajo.
¿Hay algo qué celebrar este primero de mayo?
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