viernes, 5 de octubre de 2007

No es lo mismo

Los poderes formalmente instituidos tienen que confrontar, atender mejor dicho, hacerse cargo de distintas inconformidades. Unas tiene una base sólida de legitimidad, por ejemplo, el malestar de los empresarios con las decisiones legislativas, el malestar del PRD con el resultado de la elección presidencial del 2006 o el malestar ciudadano contra la construcción de infraestructura o de obra urbana ( La Parota en Guerrero o la Torre Bicentenario en la Ciudad de México) Son confrontaciones que templan al poder, también lo destemplan.

Pero hay otro tipo de confrontaciones que ponen en entredicho la legalidad, que no son simple protesta. Es el caso de la delincuencia organizada o de la guerrilla, que no son lo mismo, cabe advertir.

El cuento es que frente a deliberaciones mayores que plantea el nuevo ciclo de reformas, cuyo signo distintivo es la política y la justicia, el narcotráfico y los grupos armados plantean un desafío que no se miden con el mismo rasero porque no son lo mismo.

Respecto al crimen organizado, una morena de Tijuana ha tomado por asalto la atención de los medios con el nobiliario mote de la Reina del Pacífico, su nombre Sandra Ávila Beltrán. Capturada el viernes pasado bajo el supuesto de que es operadora financiera de narcotraficantes, ante la barandilla no se presentaron mayores pruebas. La mueca ante tal desproporción es inevitable. Pero la mueca es geta mayor cuando uno se entera de que la susodicha tenía una vida de regalo de Hermosillo a Guadalajara, recalando en el Distrito Federal.

Es de sospecharse que no es un caso excepcional, pero sí es de lamentarse la ausencia de autoridad ante personas que con ostentación de riqueza amilanan, hasta nulificar, a los encargados de hacer valer la ley ¿Cuántos como Sandra o en la misma perspectiva sociodelictiva se pasean por el país como si nada? Pero el incordio se hace insoportable cuando la interrogación llega a la cuestión de que una legal acción del Estado produce un espantoso y homeopático derramamiento de sangre, mientras países consumidores como Estados Unidos o España no padecen tal conflagración y se pasean por el mundo como si nada.

Otro caso es el de la guerrilla, que con el fardo de desconocido financiamiento, se planta en el escenario nacional con justificaciones de carácter político. El caso concreto del EPR, que ha tomado un protagonismo no visto en sus ¿Diez? años de existencia, que después de las acciones explosivas de este verano pasado hace audible la marca de sus comunicados. El último, del martes de esta semana, con dos convocatorias. Una que pide una ley de amnistía. Propuesta no desdeñable porque de ella, en otras ocasiones, se ha logrado la disminución notable de la inconformidad subversiva, pero no sólo eso, la amnistía ha llevado a la vida pacífica a los guerrilleros y hasta llegan a ser representantes populares y servidores públicos amarrados a la nómina gubernamental.

La otra convocatoria fue directa a los empresarios, para que sirvan como intermediarios ante el gobierno a su exigencia de la presentación de dos dirigentes del EPR que están en calidad de desaparecidos. Extraña que una organización que se dice de izquierda no convoque a los empresarios, no los conmine a detener la espiral de la carestía de la vida.

En resumidas cuentas, se ha preparado un coctel envenenado que se ofrece precisamente en el momento en el que se despega un ciclo reformador. No es lo mismo protesta que transgresión, que no cunda la confusión, como le ocurre a Ricardo Salinas Pliego al frente de TV Azteca, que con su caballo mediático se ha metido a destruir el Senado, de manera parecida al proceder de El Barzón en San Lázaro.

martes, 2 de octubre de 2007

Y lo que viene

El milagro no se ha realizado, la buenaventura no se ha aposentado, el acuerdo que da consistencia a una clase política no ha concluido. Los afectados del proceso reformador saben que los ladridos no son suficientes, es más, quedó demostrada su inutilidad. Por eso la sonoridad perruna se agotó y ha dado inicio la construcción de una estrategia para minimizar y, si es posible, nulificar por la vía de los hechos el alcance de las reformas.

Al combo empresarial no le gustó el corte del dinero que fluía alegremente de las campañas a la radio y la televisión. Mucho menos le gustó el nuevo impuesto llamado Impuesto Empresarial de Tasa Única. No están dispuestos a ningún sacrificio y primero están sus intereses que los de cualquier gobierno, así sea de derecha o de izquierda. Los grandes empresarios están prestos a usar los medios a su alcance para acorralar a Felipe Calderón pues, en el fondo, lo consideran su empleado. ¡Pobre país!

La estrategia de la élite económica tiene varios abordajes. Uno es el mediático, la radio y la televisión dispuestos para construir mensajes, incluidos rumores, en los que se sugiera torpeza e ineptitud del Presidente y de todos los políticos que no se plieguen a los dictados de la minoría selecta, como sí lo hacen Eduardo Bours o Dante Delgado Rannauro. Hay maña en la coincidencia de los sondeos que revelan una baja en la popularidad del presidente Calderón con los acuerdos tomados entre el Ejecutivo y el Legislativo. No se necesita ser político para ser perverso, con sólo amar al dinero se está preparado para vender el alma al diablo. No sería extraño que al ayer maldecido Andrés Manuel López Obrador le fuera devuelta la voz en los medios que se la negaron, entregarle las ocho columnas.

La otra parte de la estrategia se da ya en el bolsillo de los consumidores, la espiral inflacionaria ha iniciado su despegue firme con el anuncio del aumento de los energéticos, inflación que no se espera a que se haga efectivo el incremento pospuesto para el año que entra, el primero de enero. Por el contrario, la especulación (los especuladores) ya tiene tres meses para exprimir mejor las necesidades de los que menos tienen, para anticipar el aumento a la gasolina y para cargar al consumidor el IETU. Pero esa es la primera etapa. Ya es conocida la capacidad de maniobra que tiene el combo empresarial para acorralar a un gobierno, el siguiente paso será la fuga de capitales para concluir en un crack financiero y la estocada de una devaluación. A repetir la historia que no se quiere repetir.

A lo mejor es una exageración, pero no se ha visto el apoyo abierto, ni la propaganda que muestre el apoyo incondicional de los empresarios a los acuerdos tomados por la institución de los poderes formales. Paradojas te da la vida, un gobierno que viene de la derecha está en trance de confrontarse a la formación de un entente conservador integrado por empresarios al que se sumaría la Iglesia y la ultraderecha que no acepta que en el PAN se mezclen, ni por descuido, los principios de la fe con una untadita de Ilustración. Agua y aceite. Eso sí, ya se alzarán las voces que dirán, Calderón se lopezobradoriza. En esta bárbara verbalización no se puede ocultar la realidad de la desigualdad y la que ha sido el componente decisivo de la polarización.

Desde 1983 las únicas conquistas que se suman son las que fortalecen a los empresarios. Ya se van a cumplir veinticinco años de que la política económica se hizo coto neoliberal y es entendible que Felipe Calderón quiera atender la deuda social, a ver si puede.
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