Han sido unos días, una semana que ha proveído más incertidumbre de lo que puede soportar el de por sí desarreglado orden político mexicano.
En el tiempo se conecta la información –nada nueva del todo- que el semanario Proceso (edición 1777) presenta sobre el narcotraficante Sergio Villarreal Barragán apodado “El Grande” y su relación con el senador del Partido Acción Nacional, Guillermo Anaya Llamas, quien es compadre de Felipe Calderón. En La Comarca Lagunera, es secreto a voces esa relación del senador, sólo hasta hoy tuvo la caja de resonancia de un medio nacional que se basa en declaraciones hechas por el delincuente a la Procuraduría General de la República. La revista colocó la fuente como garantía.
Acto seguido, de manera inesperada se atenta en contra de la vida del ex gobernador de Colima, Silverio Cavazos. Un torrente de chismes y conjeturas distorsionan el crimen con el efecto de distraer lo publicado por Proceso, hasta el momento sólo se conoce de una declaración oficial al respecto y es la de Genaro García Luna que defiende a dos de sus colaboradores que quedaron coludidos en la declaración de “El Grande”. Nadie desde el gobierno desmiente el reportaje de Ricardo Ravelo.
No se aclaran las cosas y para el día martes, relacionado con la seguridad amenazada, el embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual, en una entrega de recursos etiquetados dentro de la Iniciativa Mérida, vuelve a dictar línea sobre el combate al narcotráfico, mientras a más de ochocientos kilómetros de distancia, en el aeropuerto que atiende a la zona metropolitana de Monterrey, Nuevo León, se accidenta una aeronave de la Fuerza Aérea Mexicana que recién despegaba con rumbo a la base de Santa Lucía, muriendo cinco soldados.
Así las cosas, cada día que pasa el gobierno disminuye su capacidad de informar y convencer, pues la duda de que mucha verdad se oculta se hace más grande ¿De quién es el guión de esta guerra, que sustentada en una necesidad, se ha convertido en el embalaje sobre el que se trasporta la militarización y el consecuente fracaso de la democracia?
La mecha está puesta.
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Otro trama de la incertidumbre, no de la misma magnitud, pero sí de interés político, es el ya cíclico divisionismo dentro de los líderes más conspicuos del Partido Revolucionario Institucional. Otra vez, la profesora Elba Esther Gordillo es eje de discordias aunque ya no esté dentro de las filas de ese partido. Sabemos de la distancia entre la líder del magisterio y el actual líder del Senado, Manlio Fabio Beltrones, pero lo que ha hecho crujir al viejo partido es el acercamiento bajo los reflectores de Enrique Peña Nieto y Gordillo Morales, así como la divulgación de su apoyo a Humberto Moreira para que presida el PRI en sustitución de Beatriz Paredes. Una de las reacciones adversas a esta conjunción es la de los opinadores salinistas, quienes con anticipación se han mostrado favorables a las pretensiones de Peña Nieto, pero que no ven nada bien el ayuntamiento político del gobernador con la maestra.
Qué les pasa en el PRI. En el 2000, desde el mismo partido jugaron las contras a su candidato Francisco Labastida. En el 2006 hicieron lo mismo a Roberto Madrazo. A qué están jugando. Lo claro es que la ciudadanía no vota para perder.