viernes, 26 de noviembre de 2010

Hecha como una mecha




Han sido unos días, una semana que ha proveído más incertidumbre de lo que puede soportar el de por sí desarreglado orden político mexicano.



En el tiempo se conecta la información –nada nueva del todo- que el semanario Proceso (edición 1777) presenta sobre el narcotraficante Sergio Villarreal Barragán apodado “El Grande” y su relación con el senador del Partido Acción Nacional, Guillermo Anaya Llamas, quien es compadre de Felipe Calderón. En La Comarca Lagunera, es secreto a voces esa relación del senador, sólo hasta hoy tuvo la caja de resonancia de un medio nacional que se basa en declaraciones hechas por el delincuente a la Procuraduría General de la República. La revista colocó la fuente como garantía.



Acto seguido, de manera inesperada se atenta en contra de la vida del ex gobernador de Colima, Silverio Cavazos. Un torrente de chismes y conjeturas distorsionan el crimen con el efecto de distraer lo publicado por Proceso, hasta el momento sólo se conoce de una declaración oficial al respecto y es la de Genaro García Luna que defiende a dos de sus colaboradores que quedaron coludidos en la declaración de “El Grande”. Nadie desde el gobierno desmiente el reportaje de Ricardo Ravelo.



No se aclaran las cosas y para el día martes, relacionado con la seguridad amenazada, el embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual, en una entrega de recursos etiquetados dentro de la Iniciativa Mérida, vuelve a dictar línea sobre el combate al narcotráfico, mientras a más de ochocientos kilómetros de distancia, en el aeropuerto que atiende a la zona metropolitana de Monterrey, Nuevo León, se accidenta una aeronave de la Fuerza Aérea Mexicana que recién despegaba con rumbo a la base de Santa Lucía, muriendo cinco soldados.



Así las cosas, cada día que pasa el gobierno disminuye su capacidad de informar y convencer, pues la duda de que mucha verdad se oculta se hace más grande ¿De quién es el guión de esta guerra, que sustentada en una necesidad, se ha convertido en el embalaje sobre el que se trasporta la militarización y el consecuente fracaso de la democracia?



La mecha está puesta.



-o-


Otro trama de la incertidumbre, no de la misma magnitud, pero sí de interés político, es el ya cíclico divisionismo dentro de los líderes más conspicuos del Partido Revolucionario Institucional. Otra vez, la profesora Elba Esther Gordillo es eje de discordias aunque ya no esté dentro de las filas de ese partido. Sabemos de la distancia entre la líder del magisterio y el actual líder del Senado, Manlio Fabio Beltrones, pero lo que ha hecho crujir al viejo partido es el acercamiento bajo los reflectores de Enrique Peña Nieto y Gordillo Morales, así como la divulgación de su apoyo a Humberto Moreira para que presida el PRI en sustitución de Beatriz Paredes. Una de las reacciones adversas a esta conjunción es la de los opinadores salinistas, quienes con anticipación se han mostrado favorables a las pretensiones de Peña Nieto, pero que no ven nada bien el ayuntamiento político del gobernador con la maestra.


Qué les pasa en el PRI. En el 2000, desde el mismo partido jugaron las contras a su candidato Francisco Labastida. En el 2006 hicieron lo mismo a Roberto Madrazo. A qué están jugando. Lo claro es que la ciudadanía no vota para perder.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Fin de fiesta





Los festejos patrios han concluido. La doble conmemoración cerró el pasado 20 de noviembre como un mero trámite de tremenda ironía, según Pablo Hiriart ( Homenajes a Don Porfirio) La Independencia y la Revolución han quedado enterradas. No se hizo un acto de efectiva unidad nacional, menos de unidad de los dirigentes políticos de este país. El fervor no salió a las calles, el miedo se encargó de recluir en sus casas a los mexicanos. Los festejos cívicos han perdido poder de convocatoria, siguen los festejos religiosos del maratón Guadalupe – Reyes, los que exhibirán una modernidad remisa.



Ha desaparecido el Estado o algo lo levantó, pues ahora la muerte violenta expedida por arma de fuego es cosa de todos los días, en cada hora. Las instituciones son impotentes para evitar el delito que se extiende por todo el país, también son impotentes para investigarlo y castigarlo. La facilidad con la que actúa el crimen es prueba evidente del vacío de la autoridad.



A los hechos habrá que remitirse. Nada más concluida la fiesta, al siguiente día un exgobernador –Silverio Cavazos Ceballos- es ultimado a las afueras de sus casa en Colima, delante de un testigo y sin que sus escoltas pudieran defenderlo. Sospechoso crimen el del día 21 de noviembre, como si se quisiera la consumación del delito como parte de una limpieza de todo pasado de nación establecida, rediseñando una colonia con un conjunto de adicciones disímbolas que están en todas partes y de distintos calibres: un poder imperial (no es alucinación Al servicio del Pentágono , industria del entretenimiento, juguetitos electrónicos precursores de la infantilización, comida chatarra, bebidas embotelladas, etc.



Y el gobierno federal, dispensador de sentidos pésames, de condolencias hipócritas, va de nuevo con su cantaleta preferida de que seguirá el camino correcto, que con mucho gusto aumenta el presupuesto para la seguridad, sobre todo si se trata de una compensación por riesgos en el desempeño del deber. Un desastre planificado para fortificar las seguridades de un puñado de sinvergüenzas, desfondando la tranquilidad y la seguridad de cada ciudadano. Sin la menor preocupación de lo que vendrá, Felipe Calderón está confiado de que cumplidos los seis años de ejercicio fallido, se podrá ir a donde le plazca, con pensión en la cartera y sin que el juicio político lo alcance.



Se acabó la fiesta que quiso ser cívica, sigue la resaca a la que no se le ve remedio en los próximos dos años.

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