La tarde del pasado cinco de junio sigue pesando en el ánimo de los hermosillenses. No es para menos. La autoridad les debe una respuesta clara y justiciera a los padres que perdieron a sus hijos en el incendio de la guardería ABC. A falta de resolución oficial que atienda a los deudos, las autoridades han dispuesto una arena para el duelo de los Chapos. El Chapo Bours contra el Chapo Calderón. No se trata hacer justicia en este duelo. Se trata de un duelo para sacar raja electoral. Por aquí y por allá se publica que la desgracia de las familias afectadas será factor para modificar las intenciones del voto en Sonora (Como el efecto Torres Gemelas de Nueva York que favoreció a George W. Bush 11-09-2001) Pero nada se publica sobre si esa desgracia modificará las formas de hacer política carroñera. Tampoco se dice que tras la pantalla de una supuesta disputa electoral entre el PAN y el PRI, se mueve una oligarquía regional que es el fiel de la balanza, la que decide quien gana o quien pierde. Sea el PRI o sea el PAN.
Lo que se ve en este tiempo de campaña electoral es la defensa hasta la ignominia de los que siempre se han beneficiado de este estado de cosas, ya desde la empresa privada, ya desde los altos puestos públicos. Se ve al empresario Alejandro Martí, padre del adolescente asesinado por sus secuestradores, irrumpir en la escena política después de que no le fue bien en su lucha contra la inseguridad. De luchador por la seguridad a vocero del voto firmado. Como bien ironiza Rafael Cardona (La Crónica De Hoy 24-06-2009) la demanda o consigna del empresario trocó del “si no pueden renuncien” al “si no renuncian inviten”. El Sr. Martí pasa de padre lastimado a militante de la lucha contra la partidocracia. De la noche a la mañana se convierte en líder ciudadano por obra y gracia de Televisa. Vale la muerte aberrante de un hijo tremenda manipulación. Parece que para el empresario si lo vale o no se ha dado cuenta de que lo usan.
Hay otros muertos que también son usados con fines político electorales. Los más de doce mil muertos producidos por la guerra del gobierno en contra del crimen organizado. Crímenes que están lejos del alcance de la justicia institucional, situados en un limbo judicial, cuyos muertos ya son parte de la estrategia electoral de Felipe Calderón y su partido, el PAN. Para su vanidad que vende como heroísmo, el PANgobierno nos está salvando de la delincuencia y todo mundo debe agradecer tal cruzada. Ayer, en el estado de Morelos, muy animado estaba el presidente Calderón en defender su postura, que sin cuidado se ha fusionado con la campaña electoral de su partido. Desatado, este Chapo radicado en Los Pinos, declara que no pide permiso para cumplir con su deber. Una declaración innecesaria pues su obligación es cumplir la ley, ley que obliga procedimientos que no quedan bien parados con la operación de madruguete como el efectuado en Michoacán en mayo pasado.
Por eso, el uso de los muertos ha empañado las campañas electorales. No se ven las campañas porque están debajo de la montaña de personas ejecutadas por la violencia del crimen organizado o por la irresponsabilidad de la autoridad, como es el caso de la guardería de Sonora. Y es muy cómodo hacer uso político de los muertos: no se quejan, no votan, son de una ductibilidad macabra para inducir el miedo ¿Qué sucede cuando se invita inconsideradamente a los muertos a la política? Guerra civil o genocidio.
La administración federal no ha dado muestras de estar conducida por el mejor gabinete, ni medianamente. Ha sido el Ejército el que ha cargado con las deficiencias del actual ejercicio, resolviendo por la coerción la incapacidad para concretar acuerdos de su Comandante Supremo. Qué tardan en mandar las tropas al palacio de gobierno de Sonora para atajar el encontronazo entre el gobierno estatal y federal. Qué se puede esperar después del 5 de julio ¿Más militarización del país?