La fatua aspiración de mandar más
allá del mandato es un estado del alma que sólo el gobernante en turno puede
alimentarla o evitarla. Se necesita tener vena de estadista para manejar esa singular
e intransferible disposición de ánimo.
Por quinta o sexta vez se han
reunido el presidente en funciones y el presidente electo, el martes 22 de
octubre en Los Pinos por más de cuatro horas. Una situación incómoda para los
dos. Felipe Calderón insistiendo en la bondad de sus decisiones y la necesidad
de que se continúen sus dictados. Enrique Peña Nieto con cara de incredulidad,
así sale en la gráfica, después de todo él tiene el próximo encargo del
ejecutivo federal y será responsable de sus decisiones ¿A qué viene tanto
propedéutico? Reuniones de las que poca información se ofrece, será por la
gravedad de la misma. Será que la relación entre los dos no tiene calidez que
presumir.
Ya desde la misma iniciativa
preferente, en materia de la flexibilidad laboral y modernización de los
sindicatos, enviada por el presidente Calderón, se dejaron ver las ganas
calderonianas de entripar a Peña Nieto. Por qué no dejar por entero la
responsabilidad al que entrará en funciones. Qué se quería demostrar. A fin de
cuentas, una iniciativa mal procesada en la que su principal beneficiario, los
empresarios, quedaron confundidos.
Una ruta de negociación
desastrosa: Mira hermano, a mi me tocan los aplausos y a ti que te caiga la mierda.
Así no hay modo.
Los términos de la negociación que se dieron
en San Lázaro se alteraron en el Senado a instigación de Ernesto Cordero y
Javier Lozano. La minuta original, que a estas alturas debía estar en Los Pinos
para su publicación, se reescribió despojando el carácter preferente de la
iniciativa. El mismo martes, en sesión maratónica, los senadores modificaron la
iniciativa para una nueva ronda de consenso entre los diputados. El jueves la
mayoría de priístas y sus aliados ya mostraron su disposición a no correr
prisas. Modificaciones pueden ir y venir para llevar directo a la congeladora a
la polémica iniciativa, de la cual el principal afectado e interesado, prácticamente
no ha tenido voz debido a la ruta autoritaria que adoptó Felipe Calderón. Tan
autoritario que circulan spots como si se tratará de un proceso de reforma
legislativamente concluido y de resultado hecho público en el Diario Oficial. Nada
más falso, bueno sí, así es la propaganda del PAN y su gobierno.
Afortunadamente hay otras formas
de hacer política. El miércoles pasado los gobernadores electos de la izquierda
y gobernadores aliancistas se reunieron con Peña Nieto. Aquí sí con el
convencimiento de actuar bajo condiciones de respeto y colaboración, porque
ninguna fuerza debe quedar aplastada y a todas les toca contribuir a sacar al
país del marasmo.
Para el jueves 25, el mismo
presidente electo dejó su papel de pupilo de Calderón en las materias de Los
Pinos I, Los Pinos II y III. Inició en su tierra natal una serie de giras para
pulir sus compromisos. Precisamente lo que debió de hacer desde que fue
declarado presidente electo por el Tribunal.