martes, 18 de marzo de 2008

Callejero

No había de otra, las elecciones dominicales para relevar la dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática ocuparon el desierto informativo de la Semana Mayor. Contar una historia repetitiva, sin alternativa a variaciones creíbles. La pasión del PRD que no se enjuaga con la consigna del voto por voto, casilla por casilla. No, aquí la consigna es otra: calle por calle, chapuza por chapuza. Cada renovación directiva es un vomitivo de acusaciones mutuas.

En esta ocasión el contexto ofrecía una luz al eterno aspirante Jesús Ortega, burócrata de partido por los cuatro costados. Todo le pintaba de otro color, su supuesto control sobre las directivas estatales y en la populosa Delegación Iztapalapa del Distrito Federal. La aquiescencia de los medios que lo recrearon como paradigma de moderación y modernidad izquierdista (los contenidos salían sobrando) Sus poses y ademanes metrosexuales por encima de su origen politécnico.

Pero eso no fue suficiente, dos jugadas de López Obrador inclinaron la balanza a favor de Alejandro Encinas, lo catapultaron más allá de una campaña de bajo perfil. La defensa del petróleo en relación a los afanes privatizadores del gobierno de Felipe Calderón y la denuncia de Juan Camilo Mouriño como traficante de influencias. La fuerza generada propicio una ola lo suficientemente grande para elevar a Encinas y ahogar a Ortega.

El PRD fue a lo suyo, a su esencia callejera que le sirve en sus disputas internas y no abre espacio para la moderación. Con la derrota de los chuchos pierde Calderón, Cárdenas, Emilio, Manlio. Con la victoria de Encinas no sólo gana López, también Ebrard y, por qué no, Beatriz. El tablero de la negociación ha quedado alterado en el momento de mayor descontrol del gobierno de Calderón, distraído demás por la defensa de Mouriño.

No serán días de descanso para Felipe Calderón, algo tendrá que cocinar, incluso si se ve obligado a interrumpir la liturgia cristiana de estos días de descanso si toma decisiones que ofrecer para el día 21 de marzo, en el que se celebra el natalicio de Benito Juárez, pues el día de hoy, 18 de marzo, ya pasó. O tal vez se espere a que concluyan los días feriados. La cosas no pueden seguir como están, ni esperar a que le suceda lo que al presidente Argentino De la Rúa, que un 19 de diciembre del 2001 fue tocado por una revuelta popular que exigía: ¡Que se vayan todos!
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