Si la noche del primero de julio
pasado no se distinguían visos de tormenta sobre la jornada electoral. A partir
del lunes 2 siguiente, se programó una tormenta mediática sobre la elección por
parte de la coalición perdedora. Desde entonces Andrés Manuel López Obrador y
los dirigentes de la izquierda oficial han salido a denunciar a los medios la
compra de votos. Frente al Tribunal Electoral ya hicieron la impugnación y en
eso están trabajando los Magistrados. De acuerdo con las pruebas aportadas, la
compra de votos es prácticamente indemostrable. Por otra parte, el exceso de
gastos de campaña tiene que ser demostrado y no es causa eficiente para la
anulación. Triste la cosa, el acento es mediático.
Si no hay un repliegue
estratégico y se inicia un proceso interno de acumulación de fuerzas dentro de la izquierda, ésta quedará dividida
entre quienes se radicalicen y los que prefieran mantenerse dentro de los
márgenes de la institucionalidad. Potenciar sus aciertos en la conducción del
gobierno del Distrito Federal, aprender de sus errores en Michoacán y
Zacatecas, hacer buen gobierno en Morelos y Tabasco. Es una gran tarea que
tiene la izquierda por delante para avanzar como fuerza política. Algunos les
parecerá poco, más bien nada. Lo otro es disposición a guiarse con mentalidad
estratégica, sin atajos. Si se puede sugerir una emulación, ésa sería la de la
astucia, la paciencia y la prudencia del Partido Socialista Francés. Fabricar
la oportunidad, claridad del largo plazo y no hacer locuras.
Lo último quiere decir que la
izquierda como visión del mundo no es algo extendido en el país, se enraíza de
necesidades insatisfechas y de agravios, pero no existe un convencimiento de lo
que quiere porque no lo ha plasmado diáfanamente y mucho miedo han infundido la
derecha, las cúpulas empresariales y la Iglesia católica sobre el ser de
izquierda. Por esto es importante evaluar la disputa electoral que ha plantado ante
tribunales la coalición del Partido de la revolución Democrática, Partido del
Trabajo y Movimiento Ciudadano, pues es un desperdicio que por su propia mano
enajenen el parcial apoyo de la sociedad que tanto les ha costado alcanzar. No
es el poder político, pero es el principio de un acceso democrático.
Dichas las cosas de este modo,
esperando inútilmente que prosperen sustentadas desde la descalificación hacia
Monex, Scotiabank, Soriana y Televisa, lo peor que le puede pasar a la
Coalición de izquierda es que incurra moralmente en el supuesto del fraude: “Acción contraria a la verdad y a la rectitud,
que perjudica a la persona contra quien se comete.” (RAE)