viernes, 3 de agosto de 2012

El fraude está en otra parte



Si la noche del primero de julio pasado no se distinguían visos de tormenta sobre la jornada electoral. A partir del lunes 2 siguiente, se programó una tormenta mediática sobre la elección por parte de la coalición perdedora. Desde entonces Andrés Manuel López Obrador y los dirigentes de la izquierda oficial han salido a denunciar a los medios la compra de votos. Frente al Tribunal Electoral ya hicieron la impugnación y en eso están trabajando los Magistrados. De acuerdo con las pruebas aportadas, la compra de votos es prácticamente indemostrable. Por otra parte, el exceso de gastos de campaña tiene que ser demostrado y no es causa eficiente para la anulación. Triste la cosa, el acento es mediático.

Si no hay un repliegue estratégico y se inicia un proceso interno de acumulación de fuerzas  dentro de la izquierda, ésta quedará dividida entre quienes se radicalicen y los que prefieran mantenerse dentro de los márgenes de la institucionalidad. Potenciar sus aciertos en la conducción del gobierno del Distrito Federal, aprender de sus errores en Michoacán y Zacatecas, hacer buen gobierno en Morelos y Tabasco. Es una gran tarea que tiene la izquierda por delante para avanzar como fuerza política. Algunos les parecerá poco, más bien nada. Lo otro es disposición a guiarse con mentalidad estratégica, sin atajos. Si se puede sugerir una emulación, ésa sería la de la astucia, la paciencia y la prudencia del Partido Socialista Francés. Fabricar la oportunidad, claridad del largo plazo y no hacer locuras.

Lo último quiere decir que la izquierda como visión del mundo no es algo extendido en el país, se enraíza de necesidades insatisfechas y de agravios, pero no existe un convencimiento de lo que quiere porque no lo ha plasmado diáfanamente y mucho miedo han infundido la derecha, las cúpulas empresariales y la Iglesia católica sobre el ser de izquierda. Por esto es importante evaluar la disputa electoral que ha plantado ante tribunales la coalición del Partido de la revolución Democrática, Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, pues es un desperdicio que por su propia mano enajenen el parcial apoyo de la sociedad que tanto les ha costado alcanzar. No es el poder político, pero es el principio de un acceso democrático.

Dichas las cosas de este modo, esperando inútilmente que prosperen sustentadas desde la descalificación hacia Monex, Scotiabank, Soriana y Televisa, lo peor que le puede pasar a la Coalición de izquierda es que incurra moralmente en el supuesto del fraude:  “Acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete.” (RAE)

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