El mal de nuestro tiempo es haber erigido al capital financiero como el eje despiadado de la economía y guía del destino de toda sociedad y comunidad nacional. Lo escrito, obviamente, incluye a México. El sistema financiero y las corporaciones que lo forman son defendidos hasta la ignominia por los gobernantes globalifílicos, no importa si se afecta al sistema alimentario, al sistema de salud, al sistema de pensiones, incluso a los ecosistemas que se ven dañados por inversiones que lo deterioran. La degradación decretada el viernes 5 de agosto por una instancia privada, Standard & Poor’s, al manejo de la deuda del gobierno de los Estados Unidos es poca cosa en comparación a la degradación de países, pueblos e individuos que ha producido el sistema de especulación capitalista global.
Entendámonos en nuestro idioma, degradar es “Privar a alguien de las dignidades, honores, empleos y privilegios que tiene” “Reducir o desgastar las cualidades inherentes a alguien o algo” “Humillar, rebajar, envilecer” (RAE). Así se sienten en Grecia, en España, en Chile, en Inglaterra, en Somalia: degradados. Si queremos cambiar, para mejorar, la vida de los pueblos no puede quedar sometida a un orden financiero sin más control que la voluntad de quienes lo detentan.
Es conocida la situación actual de México dominada por la agenda de la lucha anti crimen del gobierno federal y el baño de sangre que no ha parado desde que se inició la misma. Es legítima la inconformidad de la población por los resultados de la estrategia gubernamental. No es del todo errado responsabilizar a los políticos pues a ellos se les ha encargado atender los asuntos públicos. Los políticos de hogaño sólo tienen una preocupación: emitir buenas señales a los mercados. Eso es gobernar. Y qué decir de los partidos que catapultan a los políticos, se encuentran aislados en la jaula de oro que les ofrece el presupuesto.
Si las cosas están así, degradas, todo tiene su origen desde la ocasión en la que los políticos dejaron la conducción del país en manos de los tecnócratas. Ése fue su error. Desde entonces los mexicanos hemos padecido altos funcionarios que sólo atienden los dictados del capital financiero y corporativo: Pedro Aspe Armella, Ernesto Zedillo Ponce de León, Luis Téllez Kuenzler, Francisco Gil Díaz y hasta el suspirante presidencial Ernesto Cordero Arroyo. Y qué ha hecho el capital financiero: desarrollar el sector agropecuario, el industrial o le ha dado impulso a la ciencia y a la tecnología ¿? Más bien se ha dedicado a exprimir toda actividad productiva que se plante sobre la tierra, a ordeñar recursos públicos y a funcionar como lavandería del crimen organizado.
Por eso no considero suficiente participar en una marcha en contra de los políticos. También hay que marchar en contra de los que se enriquecen aprovechándose del estado actual de cosas.
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El ocho de agosto de 2011 pasará a la historia como el día en que se consumó en forma de crack financiero la degradación del gobierno de Barack Obama. En México hasta nos olvidamos del nacimiento del Caudillo del Sur, sólo en la ciudad Campeche fue recordado callejeramente Emiliano Zapata. Fue así porque los campesinos salieron a protestar por el levantón de tres labriegos realizado en un operativo de la Armada de México en el municipio de Candelaria, Campeche.
Mañana 10 de agosto se conmemora el natalicio del socialdemócrata marxista Rudolf Hilferding, primero en estudiar la entraña del capital financiero y las consecuencias que le son inherentes: disputas por el territorio entre naciones, fascismo, etc.