sábado, 19 de septiembre de 2015

El espejo egipcio

Una investigación expedita, profunda, transparente, es lo que ha exigido el gobierno de México, a través de su Canciller, a las autoridades egipcias, por los ocho mexicanos muertos y los seis heridos a manos de las fuerzas armadas de Egipto el 13 de septiembre recién. La demanda es justa, el asunto es si las instituciones egipcias son capaces de atender la solicitud. Es de dudarse, pues el error que arguye la autoridad de ése país africano se escuda en una falla de la inteligencia militar. Los turistas fueron confundidos con terroristas. Qué tan seguido se comete este tipo de error, qué tan seguido se ataca de esa manera a los terroristas. Se trata de una condición real que se vive en otros países, México incluido, que intentan un nuevo aliento modernizador con instituciones frágiles y Estado de derecho débil.

El gobierno de Egipto es un espejo en el que se ven reflejadas las ineptitudes del gobierno mexicano y la desagradable disposición a encarecer la verdad.

En México se va a cumplir un año de la oscurecida noche de Iguala. Se tiene una investigación oficial que ha fructificado en varias aprehensiones, de autoridades municipales y delincuentes. De esa investigación se han agarrado los expertos auspiciados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El grupo de expertos confirma al narcotráfico como el móvil que llevó a la muerte y desaparición de mexicanos, no le echa tierra a la investigación oficial, por el contrario, echa luz sobre lo velado en el informe del entonces procurador de la república Jesús Murillo Karam y se encuentra en el grueso del expediente.

Ahí se encuentran las interrogantes que arroja el expediente y el gobierno no se ha atrevido a responder. Todo se ha reducido al basurero de Cocula donde se incineraron a normalistas de Ayotzinapa. Distractivamente se debate el esclarecimiento del crimen a una competencia científica, se obvia indagar la operación institucional que facilitó el atroz crimen. Por eso el gobierno debe informar sobre las actividades de inteligencia y seguridad hechos antes del 26 de septiembre de 2014, así como las realizadas el día mencionado. Acaso el gobierno careció de recursos y capacidades para evitar la desgracia. Por qué la oclusión de las terminales de seguridad e inteligencia que operan en Iguala y sus alrededores. Su condición fatalmente inactiva para incorporarse a una emergencia en progreso en plena vía pública.


El gobierno no se puede dar el lujo de la ignorancia ése día y el de después, tiene que revelar la red de complicidades más allá de los municipios involucrados en el ataque a los normalistas. Ayotzinapa merece una investigación expedita, profunda y transparente, ni más, ni menos.
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