Ese regusto por ejercer artes
adivinatorias para perfilar al gabinete del gobierno que está por entrar en
funciones. Fragmentos de información sobre lo que se propone el próximo
gobierno. El día primero diciembre será la ocasión para conocer con precisión y
sin excesos, con claridad y sin ambigüedades, las realizaciones que se propone
Enrique Peña Nieto y como proyectan en un todo, con vinculaciones entre las
partes reforzando en una visión totalizadora del país, el cómo nos queremos ver
dentro de seis años y más.
Es evidente que el próximo
gobierno no piensa mover la certeza de continuidad respecto al rumbo económico:
finanzas públicas sanas y libre mercado. En prenda queda la sobrexposición de
Luis Videgaray para no dejar lugar a dudas. Lo que no está resuelto es cómo ese
paradigma dominante, que se impone a las naciones, los partidos y los
políticos, encuentra una configuración hacia el desarrollo sin adjetivos, un
desarrollo expresado en el mejoramiento generalizado de las condiciones de vida
de la población. O sea, lo que significa el desarrollo.
Qué está dentro del resorte del
nuevo gobierno que no se vea como amenaza de las grandes empresas nacionales y
extranjeras, más que de los empresarios, que controlan el flujo de capitales.
Sin duda está el tema de la
inseguridad muy pegado al de la justicia, hacer un país seguro y de
cumplimiento de la justicia, sin doble filo, sin excepciones. Atender este
binomio es en sí mismo una gran tarea.
Educación y salud, de la primera
hay muchos señalamientos fundados para mejorar. Del sector salud hay mucha
propaganda oficial sobre la cobertura universal, pero no puede quedar
desvinculada de la desnutrición, de la comida chatarra, las adicciones y la
contaminación ambiental.
Economía y Medio Ambiente son
temas que hacen un par. De un lado la utilización de los recursos naturales, su
explotación, del otro su renovación, protección y conservación. Hay burocracia
y demagogia de por medio. Una realidad que no se quiere mirar: la economía
capitalista ha sido el gran depredador, al grado de perfilar a la especie
humana como el dinosaurio del siglo XXI.
Este apunte del orden binario que
está obligado atender el próximo gobierno parece tener su eje articulador en la
verificación de la transparencia gubernamental y el combate a la corrupción.
Dicho de otra manera, que los servidores públicos hagan lo que la ley les
obliga y no lo que se les pegue la gana. Habría que empezar por clausurar todas
las disposiciones legales que sin proponérselo
estimulan la discrecionalidad. Como por ejemplo, prestar servicios
dentro del sector público agroalimentario y recibir subsidios del mismo o
repartirlos con fines clientelares. Una serie de ajustes pequeños en muchos
puntos del servicio público.
El invierno que viene, con anuncios
de una nueva era o con decisiones de las fuerzas que le pueden tirar la
economía a Peña Nieto.