“Jugar a la bolsa adquirió tanta
importancia porque parecía desmentir drásticamente los prosaicos requisitos de
la realidad. ¿Por qué torturarse con esa prosa, cuando los castillos en el aire
que resplandecían a la luz de la especulación eran lo suficientemente sólidos
como para ser habitados? El cambio hacia la economía universal puso
efectivamente los espejismos al alcance de la mano,”
Siegfried Kracauer
Hay un análisis muy simplista y
recurrente de parte de quienes se sienten afectados por las políticas del
actual gobierno. Por todos los medios buscan convencer a la sociedad de que
todo está mal. Voceros de la tecnocracia desplazada de la administración
pública federal denuncian el regreso del presidencialismo (como si se hubiera
ido) y la destrucción de instituciones (como si no se hubieran destruido por
obra de las reformas) Esta tecnocracia que se legitima como experta es incapaz
de hacer un recuento de los daños a su paso por la administración federal por
más de treinta años, le indispone cualquier asunción de autocrítica y se
dispone a revirar ¿Y yo por qué?
Uno de los daños se ensañó con el
sistema de partidos. Al rebosar a los partidos políticos de recursos públicos
los aisló de su vinculo activo con la ciudadanía. Todo se hizo cuestión de
billetes para incentivar el atractivo principal de la militancia política y
distanciarla de la sociedad. Ahí se cifró el desastre actual del PRI, del PAN y
del PRD. Prefirieron los reflectores mediáticos -necesarios, sí- y
menospreciaron el trabajo permanente de base. En vez de ser intermediarios entre
la sociedad y los poderes públicos, sin garantizar una pluralidad de fondo, los
partidos se engolfaron en la vida artificial que les abona, todavía, el presupuesto
federal.
No conformes con colonizar al
gobierno federal, los tecnócratas se apropiaron de los puestos directivos de
los entes autónomos. La construcción de una pared adiabática entre los poderes
constitucionales y el pueblo. Entes que se convirtieron en verdaderos
convidados de piedra frente a la precarización galopante de las familias y el
aumento de la violencia y la inseguridad. Se supuso que esas autonomías
abrirían paso a una convivencia más civilizada y con dignidad. Entes que
mantendrían a raya al Ejecutivo y este ya no podría abusar.
No satisfechos, los tecnócratas
encontraron como perfecta compañera a la figura de la asociación civil
integrada también por expertos, por si faltaba, usuarios de un lenguaje común
de índices, estadísticas y con aderezo de mediciones demoscópicas, elaborados
en una argumentación casuística para evitar tomar en cuenta la realidad en su
conjunto. Figura asociativa que, en casos, se dieron el propósito de poner el
dedo en la llaga de la corrupción, en la constatación de la transparencia y en
todo defecto a destacar en la estructura de los poderes públicos. ¿También
fueron recompensados con recursos del erario?
Ni así se empacharon, sus hazañas
y virtudes tenían que ser divulgadas. Engrosaron los medios a traves de la voz
canónica de los expertos, siempre dispuestos a ofrecer los números de nuestras
desgracias. La crónica, la entrevista, el reportaje quedaron a remolque de los
artículos de los expertos. Los mismos columnistas para hacer valer su narrativa
tuvieron que recurrir a las muletas de los expertos.
Ahora pregonan que el
presidencialismo ha regresado. Afirmación que no se sostiene pues el modelo de gobierno
presidencial no ha sido derogado. Se dice que el actual gobierno destruye las
instituciones, como si esa no hubiera sido la tarea que se asignaron los
tecnócratas.
Fue con el uso de las capacidades
presidenciales que Salinas de Gortari destruyó la política de industrialización
a favor de una economía de servicios; fue con el uso de las capacidades presidenciales
que Ernesto Zedillo comenzó la destrucción de la CFE; Vicente Fox no uso las
capacidades presidenciales, simplemente él fue usado por los tecnócratas; fue
con el uso de las capacidades presidenciales que Felipe Calderón declaró la
guerra al narcotráfico, destruyendo con ese acto lo que quedaba de la seguridad
pública; fue con el uso de las capacidades presidenciales que se fraguó el
Pacto por México y destruyó con las reformas los vínculos efectivos entre su
partido y la sociedad.
Así se reescribió el Masiosare: un experto en cada hijo te dio.