martes, 18 de diciembre de 2012

Sin sorpresas



Cierre del año e inicio de un nuevo gobierno. Semanas dedicadas a la proyección mediática de los trazos que definirán una nueva administración. Lo que promete aspira a convertirse en certidumbre, sin dejarse seducir por la sorpresa. A la espera de que se esclarezca lo sucedido el primero de diciembre, cuando al parecer agarraron por sorpresa al gabinete de seguridad, precisamente el día de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto. Un esclarecimiento que surta el efecto de un mensaje de paz y actitud de reconciliación.

Del arranque se destacan las intenciones en materia de seguridad y de educación. De lo primero, las condiciones de inseguridad que se heredan, me quedo con el énfasis puesto en la coordinación del aparato gubernamental y en la depuración de las prácticas que atentan en contra de los derechos humanos. El reto, que el Estado recupere la adhesión de porciones pequeñas de la sociedad que por sometimiento o necesidad se han puesto del lado del crimen organizado.

En materia de educación es inevitable el morbo por reducir la reforma a una decapitación del sindicato magisterial. Es algo más complejo que el servicio profesional de carrera y la evaluación de los mentores, para lo cual no es suficiente la capacitación y la actualización. Para mí, se requiere de una reducación de los normalistas, pues ellos también han sido afectados por el consumismo y la industria del entretenimiento, no sólo por las prácticas viciadas de la vida sindical. El acompañamiento de un programa de educación continua centrado en el fortalecimiento de valores aportados por el arte, la filosofía y la literatura. Alimentar el bagaje enciclopédico de quienes imparten la educación básica, como lo soñó José Vasconcelos.

Seguirán dándose trazos, los insumos temáticos seguirán puestos a disposición conforme al discurso inaugural de ejes y decisiones se vaya desglosando y precisando. Todo un material, que de seguir con pulcritud la Ley de Planeación Democrática, formen los temas a consulta obligada para la formulación del Plan Nacional de Desarrollo. Que se afronte esta tarea, no con la desidia y el descuido como la asumieron las dos administraciones anteriores, sino con la convicción de escuchar a la sociedad.

Son tiempos de preparación, los resultados vendrán según la consistencia y fiabilidad de la preparación. Allí está el enfoque.

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Nos leemos el año que entra, que en este que termina bien haremos en transformarnos en difusores de la alegría.

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