Apenas dábamos por terminado el mes de septiembre, con la extrañeza de que el tercer informe de gobierno de Felipe Calderón había quedado oculto por el mensaje del cambio y el paquete económico que el mismo Presidente había presentado. Los hechos corrigieron esa conclusión de manera estruendosa. La comparecencia del secretario de seguridad pública federal el día de ayer jueves, 24 de septiembre, nos recordaron que había informe que glosar en el Palacio de San Lázaro. Al menos el referido al tema de la seguridad.
Sin dispensar la natural indignación del espectáculo representado por los diputados, es pueril sorprenderse y lamentarse por las estupideces y la ordinariez desplegada. No es una actuación excepcional, Vicente Fox se prodigó en ese tipo de actos y llegó a ocupar la silla presidencial ¿Algún día se hará un reportaje sobre los periodistas que por coincidencia se hicieron millonarios durante la gestión del ranchero presidente? Tampoco da mucho para sorprenderse a quienes aceptaron y no criticaron las campañas sucias, al contrario, las encomiaba como signo de la vitalidad democrática. De aquellos lodos son estos polvos.
La pregunta es ¿Por qué la oposición encaró con dureza a una persona que se limitaría a informar sobre lo realizado en materia de seguridad pública? Primero porque es el tema que subió el actual gobierno como su prioridad en los tres primeros años de gobierno y, consecuentemente, ha estado cotidianamente en el foco público. Ha sido la apuesta de Calderón para legitimarse; Segundo, es una decisión que ha tomado el sendero de su exposición mediática antes de adquirir un consenso entre la clase política y el resto de la sociedad respecto a las medidas adoptadas; Tercero, los resultados no reflejan una disminución de los actos delictivos y sí han producido paranoia en la sociedad. Tener miedo es algo extendido entre la ciudadanía; Cuarto, Genaro García Luna ha sido identificado como el hombre más poderoso del gabinete presidencial. Se han publicado muchas cosas sobre él y no se ha preocupado por poner las cosas en su lugar, adoptando un perfil bajo en el que se hunde bajo el rol de un policía siniestro.
Esto da relevancia al tratar un tema del informe presidencial pero no explica la virulencia de los diputados opositores. Hay otros motivos. Para el PT, contrarrestar la campaña de desprestigio que aqueja a quien ahora es su nuevo líder moral, Andrés Manuel López Obrador. Atacar a García Luna es atacar a Calderón Hinojosa. El PRD está agraviado por el operativo en Michoacán que dejó muy mal parado a uno de sus gobernadores, precisamente a semanas de las elecciones. Los perredistas colaboracionistas no entienden por qué el gobierno federal no se esperó hasta después de las elecciones. Para el PRI, la comparecencia del secretario de seguridad fue la oportunidad para responder a la camapaña sucia del gobierno en su contra en las pasadas elecciones y exhibir el uso faccioso que se ha hecho desde el gobierno del tema de la seguridad. Le pusieron enfrente al personaje que ha tenido que ver en la construcción de la campaña sucia en su contra y que guarda los secretos más sórdidos de Felipe Calderón en contra de sus adversarios.
Que no nos gustan los espectáculos de insultos y estupideces en el Congreso, es verdad. Qué hacer entonces: avanzar en la realización de un nuevo régimen. Si consideramos que hoy el voto vale y se cuenta, avancemos en la realización de un verdadero sistema de rendición de cuentas como piedra de miliar de un nuevo régimen. Empecemos por convenir y establecer un gabinete de transición basado en compromisos nacionales no de protección de impunidades, pues el actual está demasiado debilitado. Con las comparecencias de este mes ante el Congreso, al gabinete ya lo mandaron a la segunda división, incluyendo al recién ingresado, el procurador Arturo Chávez Chávez.