sábado, 17 de septiembre de 2011

El General sabe

El secretario de la Defensa, Guillermo Galván Galván, sabe. Su alta en el ejército mexicano, fechada el primero de enero de 1959, lo dotan de más de cincuenta años vividos en la milicia, amén de su formación académica.

1959 fue el año en que el ejército, instruido por su Comandante Supremo, reprimió al movimiento ferrocarrilero. En mayo de 1962, el ejército bajo las órdenes del mismo Comandante Supremo –Adolfo López Mateos- asesinó a Rubén Jaramillo y a su familia por reivindicar la lucha agraria. En 1968 el ejército volvió a escribir otra página negra de la historia de México, por órdenes de su Comandante Supremo –Gustavo Díaz Ordaz- masacró a los estudiantes que sólo pedían vigencia de las libertades plasmadas en la Constitución. En los años setentas, teniendo como Comandante Supremo a Luis Echeverría, se instrumentó una variante de la Operación Cóndor que se aplicó en el Cono Sur. Allá, para combatir el terrorismo y la subversión, acá en México, para desterrar la producción de goma de opio. Por primera vez de manera destacada el ejército era utilizado para combatir el narcotráfico.

El desgaste del ejército durante más de dos décadas fue mayúsculo, por tal razón se buscó revertir el desgaste y darle una nueva identidad al ejército frente a la sociedad. Desde los ochentas el ejército adquirió un bajo pero muy digno perfil, identificándose como el principal y mejor auxilio de la población afectada por desastres naturales.

El actual Comandante Supremo –Felipe Calderón- ha dado de nuevo un papel protagónico de primer orden a las Fuerzas Armadas para atender su prioridad gubernamental de combatir al crimen organizado. Con el ejército en las calles y en el campo, sin existir enemigo extranjero declarado, la actuación de los militares, en sus distintas denominaciones, se ha realizado en los márgenes de la ley, al grado de producirse violaciones a los derechos humanos de su parte.

Pongo estos hechos para interpretar párrafos medulares del discurso del General Galván, ofrecido con motivo de la clausura de cursos de El Heroico Colegio Militar:

“Integrando la Fuerza Armada permanente y bajo las órdenes de nuestro Mando Supremo, el señor Presidente de la República, preservamos la seguridad nacional en los términos de la ley respectiva, en los ámbitos de la seguridad interior y la defensa exterior de la Federación.

“Esa es la disposición soberana del pueblo mexicano a través del Constituyente Permanente. Emanada de la Carta Magna, nuestra ley orgánica define con claridad la función castrense, asignándonos cinco misiones generales, todas ellas encomiendas honrosas.”

“Para cumplir con estos deberes, invertimos conocimientos y experiencia con verdadera pasión cívica y vehemencia nacionalista, que no pueden darse sin una arraigada lealtad, valor inseparable, insustituible del perfil axiológico, que nos persuade desde el primer día en que portamos el uniforme y las divisas milicianos.

“Sin esa lealtad, lo sabe bien México por su historia, los demás valores de un Ejército o de cualquier Institución, se vuelven en su contra. La lealtad es, también, para nosotros, una actitud ética que reafirma nuestro compromiso de severo apego al Estado de Derecho Constitucional y al fuero de guerra establecido y regulado en nuestra Ley Suprema.

“Este tradicional constreñimiento al marco jurídico nos ha caracterizado como un Ejército granítico, sensato y reflexivo, con plena e incuestionable subordinación al poder civil; sin inquietudes, sobresaltos ni tentaciones.”

Hasta aquí, el General nos reafirma el valor de la institución armada y su apego a la legalidad. ¡Qué bien! Vamos General, estamos con usted.

“Ha sido un infortunio que en los momentos de mayor avance democrático, cuando más se ha impulsado la consolidación y mantenimiento de los grandes objetivos nacionales, tengamos que distraer fuerzas y recursos para afrontar a la criminalidad.” ¡Ah caray! Suerte desdichada, mala fortuna ha querido que la democracia apenas iniciada tenga que afrontar a la criminalidad. El crimen organizado dijo: mexicanos, si tienen democracia los voy a fastidiar.

“Lamentamos la muerte de inocentes. Lo lamentamos con la misma intensidad que nos duelen nuestros soldados fallecidos, sus viudas y sus huérfanos. Somos sensibles al luto, como lo somos ante la cama perpetua del soldado lisiado.” Si se sienten dolidos en el ejército, por qué no prevenir el dolor. Les gusta la vida desdichada o más les gusta el presupuesto que la “guerra” de Calderón les aporta.



“Nada es fácil en esta lucha. Nada y para nadie. Entre más persista la violencia, más imperiosa se torna su erradicación.” Pero la violencia generada por la delincuencia no es su tarea específica.



“Las tesis jurisprudenciales que regulan las operaciones que actualmente realizan las Fuerzas Armadas en apoyo de las autoridades encargadas de la seguridad pública, hoy parecieran insuficientes y rebasadas, ante el evidente escalamiento de la actividad delincuencial, al ámbito ya de la seguridad interior.” Bien lo dice el General, el ejército es apoyo de la seguridad pública. Para eso se ha fortalecido a las autoridades de la seguridad pública, para que el ejército no se meta. Que no se haya hecho bien es otra cosa. La SSP y su Policía, la Procuraduría General de la República y su SIEDO no están bien dirigidas o no están bien diseñadas. En Estados Unidos el ejército no combate al crimen organizado, son agencias del gobierno civil. En Colombia se sacó al ejército de esa lucha y se creó una policía nacional para combatir al narcotráfico.



Prosigue el General: “Por ello, es que hemos planteado respetuosamente renovados recursos legales a través de reformas a la Ley de Seguridad Nacional, con dos intereses centrales: contar con mayores capacidades operativas, con la única aspiración de ser más eficientes y, poner fin al actual statu quo de indefinición que puede generar, de prolongarse, confusión e incertidumbre en mandos y tropas, e incluso, en la propia ciudadanía.” El problema no es la confusión o la incertidumbre en mandos y tropas, el problema es que se ha actuado al margen de la ley, haciendo normal la impunidad en la consecuencia de sus actos, de mandos y tropas. Eso es lo grave. Los militares, tan están a contrapelo de la legalidad, que el General declara: “Celebramos los esfuerzos que el Poder Legislativo hace para dotarnos de este fundamento legal. Estamos listos para su aplicación estricta, acuciosa y con buen juicio.”

Señor General Galván, la Constitución y la ley no están rebasadas. Son las autoridades civiles encargadas de combatir al crimen organizado las que no han estado a la altura de sus responsabilidades, es el modelo económico el que ha disminuido las responsabilidades del estado depreciando su compromiso con la democracia social. El ejército mexicano, no lo olvidemos, se precia de ser popular. La guerra de Calderón lo ha transformado en una guardia pretoriana. La ceremonia del grito de la Independencia y el desfile militar conmemorativo, del 15 y 16 de septiembre recién, lo evidencian.


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Elogio al Führer

 

En los gobiernos del PRI existía un oficio ineludible para toda aquella persona que quería hacer carrera política. Ese oficio era el de “jilguero”, cuya actuación consistía en hacer alabanza del presidente en turno y su gobierno. El momento más codiciado y elaborado para desempeñarse ocurría durante el informe presidencial, específicamente durante la respuesta del legislador afortunado con la alta responsabilidad de contestar el informe presidencial. Si bien la fiesta presidencial del primero de septiembre ha quedado abolida por el legislativo, el oficio de jilguero ha sobrevivido al embate de la “transición democrática”.


Es una pena que una efeméride nacional como lo es la gesta heroica de los Niños Héroes de Chapultepec haya sido utilizada para revivir el “jilguerismo”. El martes 13 de septiembre le tocó el penoso encargo a la Sargento Evelyn Zárate Blanco. Quien le puso en su boca a la cadete elogios tan desbordados,  de plano ignoró que esos discursos ya no caben en el México del siglo XXI.

“Como lo expresara recientemente nuestro Comandante Supremo, México es mucho más que noticias de violencia” Pero son muchas las noticias sobre la violencia.
“Recordemos en todo momento que hay más de 100 millones de verdaderos compatriotas, auténticos y bragados…” Una manera de referirse al sexo expuesto. Que revisen la RAE.

“Más de 100 millones de optimistas que son el ejemplo del ahínco nacional.” Es razón suficiente para linchar a los pesimistas.

“Apuntalemos la futura gentilicia incrustada en la arqueología de nuestras culturas, en la policromía de las montañas, valles, cielos y mares;” En el ejército también se fuma mota.

“Creemos en la honradez, en la integridad, en el compañerismo solidario y a toda prueba, en la historia y en el imaginario colectivo.” Y estamos seguros que la corrupción es una actividad selectiva de los calderonistas.

“Basta de endémicas aflicciones. Basta de aquellas penas o quejas que sólo generan parálisis anímica. Nada nos amedrenta. Ni la estridencia, ni los vientos tempestuosos. Tampoco las viscosas miasmas.” Sólo la popó del hijo propio.
 

¿Quién le puso esas palabras en la boca a la candente? ¿Por qué no se mencionó la invasión norteamericana de 1847 que dio lugar a la conmemoración de la gesta heroica? ¿Qué necesidad hay de hacer refrito del mensaje oficial sobre los mexicanos buenos y los malos?


Es claro que quien haya sido el redactor del discurso no quiso dejar inscritos hechos terribles. La muerte de más de cincuenta mil mexicanos que lleva acumulados la guerra del Comandante Supremo. Los miles de desaparecidos y la endémica violación a los derechos humanos. Sin confortar, ni pedir perdón a las familias afectadas por la violencia, por la baja calidad de la educación, por el desempleo. 
 

El redactor contó con la aceptación del secretario de la Defensa y de Los Pinos, pincelando un México en guerra consigo mismo, dividido en dos bandos: los optimistas y los pesimistas. Ésa es la verdad oficial que nos quieren vender a cambio de no conocer la verdad real.

¿Estás de acuerdo?


lunes, 12 de septiembre de 2011

Para seguir robando




Radio y televisión siguen operando como en el pasado, están al servicio del poder. Se colige que avance tecnológico no significa precisamente mejor información para la ciudadanía. Lo que salva la situación es el recurso de otros medios para alcanzar mediana información sobre lo que realmente pasa en el país. No es el país que se quiere reflejar en la atosigante publicidad gubernamental. Es a través de medios, como la radio y la televisión, que se insiste en proporcionar información agradable, casi de ensueño. Por ejemplo, los cambios en el gabinete no ofrecen mayor indagación, es pura autocomplacencia: los que se van lo hicieron bien y a donde van seguirán haciéndolo bien. No se ofrece argumentación adicional que justifique a plenitud las mudanzas en el gabinete, tal vez subliminalmente se quiere dejar claro quién manda, quien truena los chicharrones. Autoritarismo sin reducciones. Cada cambio en el gabinete se presenta como un nuevo inicio, el de impulsar las reformas que México necesita. A dieciséis meses de dejar el gobierno y Felipe Calderón hace los mismos planteamientos. Será que los cinco años de gobierno son un redondo fracaso y se tiene que reiterar, por enésima vez, la convocatoria a realizar las reformas.



El tema de la calidad de la educación es uno de los pendientes de la actual administración. Los resultados de la prueba ENLACE concluyen que lejos de superarse, la enseñanza relacionada con el idioma español y las matemáticas siguen presentando fallas. Alonso Lujambio, que ahora si será funcionario de tiemplo completo, amenaza con elaborar un diagnóstico. Sí, un diagnóstico al cuarto para las doce del actual sexenio. Diagnóstico que de realizarse uno esperaría que fuera fiel y de consecuencias para la próxima administración federal.



Bien saben lo que sucede sobre este tema. El fracaso recurrente se debe a dos cosas, entre otras. La primera es distraer el potencial educativo del magisterio como fuerza política que hace las veces del fiel de la balanza en la disputa por el poder. No abundemos en el ya divulgado papel del SNTE en las elecciones presidenciales del 2006. Recordemos que en la administración en curso Josefina Vázquez Mota no logró meter a los profesores en el carril de la calidad educativa (aunque ese no fue el motivo de su salida al frente de la SEP) Propósito no logrado por quien ahora ordena el urgente diagnóstico; la otra cosa que limita el aprovechamiento de la educación básica es su precariedad frente al mundo dominado por la audiovisual y el entretenimiento. Las series, las telenovelas y los “reality shows” no dejan ningún aliciente para que la gente se afane en utilizar la riqueza del idioma español. Esto quiere decir que a la lectura y la escritura no se le ve mayor beneficio para abrirse paso en la vida, pues ser mal hablado no es inconveniente de peso para llegar a tener el encargo de altas responsabilidades, ni siquiera se exige el requisito de la ortografía. Así no se puede avanzar.



El siete de septiembre el presidente Calderón declaró: “Lo que atenta contra la seguridad, lo que atenta contra el interés nacional, lo que atenta contra la estabilidad del país, es la opacidad y sus hijas que son la corrupción y la impunidad…Me comprometo a hacer mi parte…Es nuestro deber como mexicanos que todos digamos un ¡Ya basta a la impunidad!” Estas mismísimas palabras fueron retomadas por un puñado de sonorenses para encabezar un desplegado dirigido al presidente, a la Corte y a la procuradora de la república. El objetivo, denunciar al gobernador de Sonora por su recurrente desprecio al marco legal vigente para concluir obras que operen el trasvase de aguas de la Cuenca del río Yaqui a la ciudad de Hermosillo. Por lo que aseguran los abajofirmantes, el señor Guillermo Padrés Elías es una clara expresión de impunidad digna de llamar la atención de las autoridades federales y judiciales, de la indignación proclamada por el mismo Calderón.



Sé que este es un caso para dirimir lo que con toda pompa autoritaria se remite a la distinción entra la “verdad real” y la “verdad legal”. Pero lo que hace relevante rescatar el desplegado no es hacer una confrontación de verdades, sino dar cuenta de que esta información no me fue proporcionada por la radio y la televisión. Fue un medio impreso que puso a prueba mis capacidades de lector. De otra manera ni me hubiera enterado. Pero leer y escribir es hoy en día estar en los márgenes de la sociedad.



Y todo el teatro que hemos visto y seguiremos viendo será para seguir esquilmando a la población ¿Acaso hay de otra?


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