lunes, 11 de junio de 2012

Segundo debate, sin emoción




Realmente el debate reveló un nuevo perfil de los candidatos, no lo creo. Los cuatro no salieron de un guión preestablecido desde el inicio de las campañas. La misma sobreactuación, sin dejo de espontaneidad. Los candidatos no conmovieron porque no hablaron con el corazón, afortunada descripción de Javier Sicilia muy adecuada para la ocasión.

El posdebate organizado por el canal 152, con una mesa proteica, no dio para mucho. Ni Federico Reyes Heroles, ni Jesús Silva Herzog Márquez, ni María De las Heras, ni Raymundo Riva Palacio, ni Rolando Cordera quedaron impresionados. No hallaban manera de convencerse de lo que habían visto y escuchado durante dos horas que se desparramaron en el tedio.

Cierto que las ideas no es el fuerte de los cuatro candidatos, como bien lo ha señalado Joel Hernández Santiago. Y sin ideas cómo se puede aspirar a realizar un debate, no hay modo. Y no es un problema exclusivo de los candidatos, es un defecto generalizado de la clase política mexicana. Todavía peor, la debilidad de la palabra y la nula gesticulación, se reforzó con la necesidad de poner fotos, gráficas, para sustituir su indigencia por cuanto a las capacidades de elocuencia se refiere.

Andrés Manuel López Obrador no dijo nada nuevo que recordar. Enrique Peña Nieto pragmático, quien se sentó a repetir un mensaje: quiero que tú ganes más, o algo así. Gabriel Quadri, insistiendo en que él es un candidato ciudadano cuando su discurso y sus maneras lo delatan como un tecnócrata.

Josefina Vázquez Mota merece una mención aparte por la ordinariez de sus ataques. Bien asesorada, con desparpajo jugó el papel de tira mierda. La única mujer regocijada en el albañal. En dónde tenía la cabeza Chepina, hablar así, como si sus correligionarios y los gobiernos que han presidido fueran un dechado de perfección. Cargando la semilla de la división sembrada por Felipe Calderón, fiel expresión de la intolerancia de la derecha.

Cuántas generaciones tendrán que pasar para presenciar verdaderos debates.

Ya hasta se me quitaron las ganas de escribir.
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