jueves, 6 de octubre de 2011

Militarización, rumbo al 2012





Hay legitimidad y reclamo social en el propósito gubernamental de combatir al crimen organizado. Lo que no es admisible es el sesgo político partidista y la falta de transparencia implicados en ese propósito.



No es un secreto que los operativos conjuntos inducidos por el gobierno federal en las entidades federativas tienen la tendencia a evidenciar gobiernos de partidos opositores, que no pertenecen al partido oficial (PAN).



Michoacán y Chihuahua fueron el inicio de la serie de operativos que hasta ahora no han hecho retroceder, siquiera, la violencia de las bandas delictivas. Nuevo León, Veracruz y Guerrero están ahora bajo esa lógica, estados que casualmente tienen gobernadores “peñanietistas”, esto es, que son aliados de Enrique Peña Nieto. Como quien no quiere la cosa, se están ocupando estados que simpatizan con el mexiquense por la vía militar. Es claro que con gobiernos panistas, como los de Jalisco y Morelos, se tiene otra medida. Bajo perfil del combate al crimen organizado y/o acciones espectaculares de las fuerzas del orden que culminan en ejecuciones extrajudiciales.



Quién me dice que no. Que esta guerra se infló para legitimar la militarización del país y garantizar la perpetuación en el poder del grupo gobernante. Se magnifica un problema para reducir resistencias y generar apoyos (La guerra de Irak es paradigmática, se acusó al gobierno de ese país de producir de material nuclear con fines bélicos para justificar el derrocamiento de un gobernante y la intervención de las potencias o, su variante, el terrorismo de Al Qaeda y su participación en el derribamiento de las Torres Gemelas de Nueva York, utilizado como pretexto para la intervención militar en Afganistán) El cuento no es muy original, pero cómo fastidia la tranquilidad y estabilidad de una nación, debilitando su soberanía y al gobierno que la representa, pues el uso permanente de la fuerza termina por desgastar el ejercicio del poder y encarecer los apoyo sociales al régimen.



En la mira de este esquema de intervención federal se ha puesto a la ciudad de México. De repente aparecen cuerpos exangües y descabezados, en vía pública de alta circulación y en las inmediaciones de instalaciones militares. No de gratis, el jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, ha lanzado una alerta sobre la cercanía de la ola de violencia en el DF.



Y si el sesgo político partidista desacredita la “buena fe” del combate al crimen organizado, la total falta de transparencia y el desapego a procedimientos judiciales que marcan dicho combate, terminan por perfilar una estrategia de poder no dicha pero si puesta en acción, que utiliza la militarización para socavar la confianza en las próximas elecciones del verano de 2012. Además, este proceder de pasar por encima de los derechos humanos recuerda el la actuación de las dictaduras del Cono Sur en los años setentas del siglo pasado. Dictaduras que colapsan por obstruir libertades y derechos consustanciales a la democracia.



¿Tú saldrías a votar en medio de retenes dispuestos por las fuerzas del orden?




martes, 4 de octubre de 2011

Para no dormir




Desesperado, frustrado, fracasado y todavía amenaza: si no se realizan las reformas económicas México la va a pagar muy caro. Así más o menos se expresó Felipe Calderón. Está en otro mundo, en el de sus socios y amigos. Se le acaba el tiempo y más grande se ve la posibilidad de que Calderón sea enjuiciado, si no en su país, en una Corte del extranjero, como Pinochet en España o Milosévic en La Haya, Holanda. Lo barrunto por el hecho de que su guerra en contra del narco se ha convertido en una crisis de derechos humanos.



Algo no encaja en la serie de cadáveres exhibidos en la vía pública o en las osamentas encontradas en cementerios clandestinos. El vacío de autoridad es increíble, a menos de que se trate de cierta complicidad con la autoridad. No se puede aceptar la falta de investigación del gobierno para que esclarezca tanto crimen. He llegado a sospechar que muchos de los muertos, los que están involucrados con el crimen organizado, que son miembros del algún cártel, por estar desarraigados de sus familias y nadie los reclama, llegado un momento de su vida estaban presos y fueron facilitados para su ejecución al cártel adverso. Esa sospecha no la había comentado por la sencilla razón de que no encontraba opinión que hiciera alusión a la posibilidad de que la autoridad estuviera metida en tan macabro enjuague.



Los muertos esparcidos el 20 y 21 de septiembre en Boca del Río, Veracruz, ha dado pie a sugerir la existencia de escuadrones de la muerte, que en el caso de Los Matazetas ya se habían publicitado en Youtube. Cuerpos de ajusticiamiento cuya existencia ha negado el gobierno pero que no ha complementado  su dicho con la investigación de los hechos de Boca del Río.



Mientras la verdad aguarda para ser revelada, en la mañana de hoy me encuentro con una columna política y un artículo que toman el hilo para jalar hebra. Ambos periodistas abordan los sucesos de Veracruz señalados arriba, uno desde el beneficio de la duda, el otro con las certezas de la RealPolitik.



En El Universal, Antonio Navalón pide aclarar toda sospecha sobre el involucramiento de las fuerzas del orden en las aterradoras ejecuciones (Veracruz: la última muralla http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/54999.html ) Por su parte, en Impacto Diario Juan Bustillos presenta la otra solución (http://impacto.mx/Opini%C3%B3n/nota-19717/S%C3%B3lo_para_iniciados) que habla de ejecuciones encubiertas para infundir miedo a las bandas delictivas.



La cosa se ha puesto para no dormir.

lunes, 3 de octubre de 2011

Vivir al extremo



A veces bien vale evadirse de los temas dominantes que aparecen en la prensa escrita. Tanto se escribe al respecto que no hay veta para recuperarlos sin reiterar lo ya expuesto. Hablar de la sucesión y de los presidenciables es un deporte, o del comentadísimo y delicado tema de los grupos paramilitares en México ya es un signo de la degradación del Estado. Mantengo mi rebelión y por eso escribo sobre la corrupción, también sobre la marginación, asuntos que son propiamente contenidos de la agenda de la sociedad civil y que con poco éxito se incorporan en las prioridades de los políticos y de las élites en general.

A veces los temas que se difunden en la sociedad no son los que ella se plantea sino los que le imponen, uno de ellos es la exaltación de vivir al extremo poniendo en riesgo la integridad física del individuo. No se trata simplemente de “hazañas” que exponen la capacidad de resistencia del cuerpo humano ante pruebas no comunes, la mayoría de las ocasiones exaltando al ser individual sin referencia al grupo o colectivo. Sino de la socialización de situaciones extremas, de riesgo, bajo el esquema patológico de las adicciones. Es el caso del alcoholismo.

No se trata de elaborar una estadística de cuántos y en qué cantidades se esparce la ingesta de alcohol. Más bien se inquiere sobre lo que atrae fatalmente a rebasar la frontera entre la “convivencia” -la bebida como un recurso artificial para departir- y la autodestrucción. Se justifica el exceso por el estrés, la fatiga de las n presiones sociales que se imponen sobre el individuo. Se argumenta falazmente: Estoy estresado y me quiero relajar. Bebo porque me pongo alegrón. Pero de ahí a ponerse agresivo o querer conducir un automóvil a exceso de velocidad envalentonado por los humos del alcohol es más que una experiencia extrema. Eh ahí la palabra que da en el clavo, el arrojo y ruptura de las inhibiciones que estimula el trago. La instantánea seguridad que  permite al Yo hacer alarde de un supuesto poder alimentado por una inveterada sumisión (ignoro qué tanto lo expuesto sea asimilable al consumo de drogas) El alcoholismo como realización de reprimida inclinación machista.

Y no es un asunto exclusivo de los hombres, las mujeres se abren paso en una suerte de negativa equidad de género. El alcohol ya es parte, cada día más, de la cotidianidad de las mujeres. Hoy La Jornada saca un reportaje al respecto, donde se destaca el incremento del número de mujeres que entran en reclusión  por unas horas a El Torito por conducir su automóvil bajo los efectos de unas copas de más .

¿Cuál es el punto? Retomar la lucha en contra de las adicciones como un asunto de salud pública. Enfoque que se abandonó en la administración del presidente Calderón en aras de un enfoque bélico de una supuesta eliminación del crimen organizado, lo que resultó contraproducente pues éste multiplicó la cartera de sus actividades delictivas más allá del tráfico de estupefacientes.



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