viernes, 13 de octubre de 2023

La deriva obradorista

A estas alturas del sexenio, el obradorismo vive una desorientación contrastante con el entusiasmo del primero de diciembre de 2018. Entre el fanatismo y la decepción carecen de punto de apoyo acorde con las esperanzas despertadas. Está condición es inocultable después de operar la encuesta cocinada en agosto-septiembre recién. Desde el momento de la impugnación del proceso para definir la coordinación de la 4T, se han emitido bolas de humo que no se apiadan de certeza alguna. Marcelo Ebrard puso a prueba la realidad actuante de la consigna “no mentir, no robar, no traicionar.”  La comisión de honestidad y justicia que recibió el reclamo por escrito calló. El ex jefe de gobierno recurrió al Tribunal Electoral para que la comisión citada acusara de recibo. Las momias siguen callando. Ha pasado un mes y no hay ratificación o rectificación derivada de una resolución a lo interpuesto. La escenificación de la entrega del bastón de mando fue un acto grotesco y deja las cosas sin resolver. Peor aún, Claudia Sheinbaum se pone a recorrer el país calzando las zapatillas del espuriato que le ajustó la impugnación, no se las ha podido quitar. Para completar el desconcierto, en sus recorridos la ex jefa de gobierno comienza a cooptar políticos del PAN y el PRI que descarrilaron las reformas de la segunda mitad del sexenio, propuestas por López Obrador. Una purificación instantánea y del desagrado de las bases obradoristas.

Ilustración de Dario Castillejos.

Para llegar a este punto es imprescindible seguir una línea del tiempo y localizar el otro punto, donde se jodió la 4T.

2019 la disposición de un nuevo reparto a través de programas sociales, proyectos de infraestructura, cobro más efectivo de impuesto y administrar la deuda heredada. El momento keynesiano.

2020 atención a la pandemia por Covid-19, espectacular coordinación de médicos, militares y diplomáticos, para conseguir, distribuir y aplicar las vacunas, de esta forma reducir los contagios.

2021 aceleración de la vacunación anti-COVID. Año electoral. Se definen gubernaturas pintadas de guinda, así como se pierden posiciones en la Cámara de Diputados. El partido oficial no puede avanzar las reformas. López Obrador comienza la construcción de la candidatura de Sheinbaum. Aunque lo niegue, el presidente se mete en la sucesión y él comienza a descomponer el lema “no mentir, no robar, no traicionar.”

2022 la avanzada para acomodar las piezas del juego sucesorio se descoloca cuando Ebrard comunica al presidente y se hace público, su interés por disputar la candidatura presidencial de la coalición de partidos oficialistas. Se acelera la construcción de la imagen de la Doctora. En otro tema, para final de año queda roto el mejor entendimiento con el Poder Judicial al cambiar la presidencia de la Suprema Corte.

2023 lo que va. El todavía canciller conmina a la dirigencia de MORENA a dar certidumbre, reglas y equidad al proceso de la encuesta. La cargada a favor de Claudia está en curso y el presidente la tolera con un toque de cinismo. El proceso ya no sólo está intervenido desde la presidencia, también participan gobernadores, legisladores y dirigentes del partido. La encuesta se cocina pasteurizando su mejor ingrediente, el de la aleatoriedad.

Lo consignado es un retroceso al año de 1987, cuando Miguel de la Madrid inventó la famosa pasarela de miembros de su gabinete para disfrazar el dedazo y con ella reventó al PRI. Se formó el Frente Democrático Nacional con la conducción de Ifigenia Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Cosas de la vida, esa ruptura animó a López Obrador a salir del PRI. Ahora la encuesta disfrazó el dedazo promovido por él. AMLO esperaba que nadie dijera nada, que aguantaran a los tiempos y modalidades dictadas por él y así planchar una candidatura de unanimidad para realizar la unidad. El elefante reumático de la burocracia del partido le ha asestado un duro golpe al movimiento al limitarse a un de intercambio de señales. Al mánager se le fue el juego a extra innings.

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