Durante décadas, el pragmatismo
ha sido el distintivo del PRI. Lo que realmente ha hecho la transición política
en México es hacer del pragmatismo la práctica política de todos los partidos,
ya no es monopolio del PRI y desaparecieron los partidos ideológicos. La ley,
sus fines últimos, no imperan. La ley es negociable. Del pragmatismo de puede
esperar todo y lo peor no es ajeno a sus resoluciones, aunque después se
lamenten las consecuencias de darle la vuelta a la ley. El gobierno de un
pragmático de cepa, Enrique Peña Nieto, es suficiente advertencia para no
arrojar a la nación a los brazos del pragmatismo.
En estos meses, en los que Andrés
Manuel López Obrador se ha convertido en el centro indiscutido de la
conversación, lo que afirma un día puede ser revocado con otra declaración
suya. Lo que se ha escenificado en el Congreso desde la instalación de la nueva
legislatura abona en el desempeño pragmático. La licencia otorgada en el senado
a Manuel Velasco, para así poder éste reasumir la gubernatura de Chiapas, que
una vez concluida en sus términos constitucionales le permita después regresar
a fungir como senador. La conversión de legisladores pesistas, petistas,
verdistas, para engordar la mayoría morenista y mohín de panistas, perredistas
y priístas. Ah, también para comenzar a gobernar desde el Congreso. La toma de
la tribuna en San Lázaro para cantarle el adiós a la reforma educativa. No se
amontonen legisladores, todos tendrán su oportunidad de hacer el ridículo. No
hay ideología que valga mientras el teatro sea rentable.
La claridad se frustra ante la
mediatización, es el caso de la ley federal de remuneraciones para los
servidores públicos. Grandilocuentemente proclamada ley de austeridad
republicana. La minuta de la dichosa ley no la localiza el buscador del portal
del Congreso y es muy irrespetuoso salir con la batea de babas del dicen que
dicen. Bla, bla, bla. Se trata, si es posible abreviar el enrollado acertijo,
de reducir el despilfarro en la administración pública federal. Con algo
parecido comenzó Peña Nieto, un decreto de racionalización. Eso de la austeridad
déjenselo a los monetaristas, economistas que han hecho daño al diktat de sus recomendaciones y por
causa de sus austeridades han pavimentado el camino de ascenso de López
Obrador.
La federal de remuneraciones es
nada frente a los desafíos del próximo gobierno: corrupción, inseguridad,
pobreza y abuso de autoridad. Son los referentes sobre los que se evaluará al
gobierno entrante. También se le contarán las payasadas, como la de actuar el
grito de la independencia en un recinto privado.