Una semana difícil para el presidente Calderón. Por más que se quiera resaltar su estómago, su equipo y su partido lo han hecho quedar mal.
La liberación del precio de las tortillas, más allá de las implicaciones que tiene sobre la economía de las familias de bajos recursos, fue una decisión comunicada con torpeza. La argumentación ofrecida por los funcionarios no convenció (ver el comunicado: http://www.economia.gob.mx/?P=125&WrapperElement=link&IdWrapperElement=14 ) No se sabe a quién se dirigieron Eduardo Sojo y Alberto Cárdenas con tal comunicado. Un mensaje para circular entre burócratas de las finanzas públicas, pero inatendible para la mayoría de los ciudadanos.
El Financiero contrastó la contradicción entre el alza a las tortillas y el aumentó a los salarios mínimos. La Crónica de Hoy destacó la falta de mención hacia el control monopólico de ese mercado que tiene en México la compañía de Roberto González Barrera. Sin olvidar que todavía, hasta donde se sabe, los productores de maíz reciben subsidios para garantizar la operación de su actividad y evitar el disparo de los precios.
Los funcionarios en cuestión parecen estar dispuestos a ser las primeras bajas en el gabinete calderonista, al participar de manera tan destacada en lo que ya se conoce como el error de enero. Eduardo Sojo, quien más dio la cara, no puede dejar tan mal parado a su jefe, aunque la decisión haya sido aprobada por Felipe Calderón antes de comunicarla. En los hechos ya se ordenó dar marcha atrás, poner freno a las alzas.
Desgraciadamente para los asesores de imagen, existen decisiones que no tienen disfraz que las soporte y el gobernante tiene que verse como gobernante. La elección del disfraz no daba para mucho, a elegir entre la del magnate Don Maseco, el productor del campo y el consumidor no tiene cabida en el sano juicio de un estadista. Por tal razón, no era necesario el disfraz, sino una aplicación consecuente con la realidad, como la adoptada por el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz. El gobierno del México ganador ha tropezado con su convicción librecambista y ha tenido que ordenar a sus colaboradores traer maíz de donde sea para asegurar el abasto y mantener el precio de la tortilla sin alzas.
Otro tema de la semana, que ha conmocionado a la opinión publicada, no con la misma fuerza si se hubiera tratado de algún actor de la oposición, es abastecido por Acción Nacional. Si bien estrictamente los sucesos del PAN ya no son de plena incumbencia del presidente Calderón, estos no dejan de exponer las miserias del partido en el poder. Ya no sólo se trata de los desencuentros entre Manuel Espino y el Presidente. Ni la convulsionada selección del candidato a gobernador por Yucatán, ni de la rebelión de los panistas contra su correligionario, el gobernador de Aguascalientes. Ahora ocupan la nota roja con el asesinato de un diputado local de Guerrero.
El hecho se asumía como una fechoría más de la delincuencia organizada. El crimen ocurrió el jueves 4 de enero, cuando José Jorge Bajos Valverde se disponía a dar una entrevista a la televisora del gobierno del estado. A los ocho días la policía judicial de Guerrero actuó en contra de los confabulados. No se requirió de mucha investigación. Un correo electrónico, de carácter anónimo, proporcionó el hilo de lo que parecía una madeja más compleja. Un caso de Alarma!
Haría bien el PAN en hacer una revisión exhaustiva de su militancia, pues aunque la conducta de estos criminales políticos blanquiazules no da permiso a generalizar, más vale deshacerse de cualquier otro bicho que tengan incrustados en sus filas. Sobre todo porque en las condiciones actuales de su segunda gestión a cargo de Ejecutivo Federal, en nada ayuda su impactante aparición en la nota roja.
La liberación del precio de las tortillas, más allá de las implicaciones que tiene sobre la economía de las familias de bajos recursos, fue una decisión comunicada con torpeza. La argumentación ofrecida por los funcionarios no convenció (ver el comunicado: http://www.economia.gob.mx/?P=125&WrapperElement=link&IdWrapperElement=14 ) No se sabe a quién se dirigieron Eduardo Sojo y Alberto Cárdenas con tal comunicado. Un mensaje para circular entre burócratas de las finanzas públicas, pero inatendible para la mayoría de los ciudadanos.
El Financiero contrastó la contradicción entre el alza a las tortillas y el aumentó a los salarios mínimos. La Crónica de Hoy destacó la falta de mención hacia el control monopólico de ese mercado que tiene en México la compañía de Roberto González Barrera. Sin olvidar que todavía, hasta donde se sabe, los productores de maíz reciben subsidios para garantizar la operación de su actividad y evitar el disparo de los precios.
Los funcionarios en cuestión parecen estar dispuestos a ser las primeras bajas en el gabinete calderonista, al participar de manera tan destacada en lo que ya se conoce como el error de enero. Eduardo Sojo, quien más dio la cara, no puede dejar tan mal parado a su jefe, aunque la decisión haya sido aprobada por Felipe Calderón antes de comunicarla. En los hechos ya se ordenó dar marcha atrás, poner freno a las alzas.
Desgraciadamente para los asesores de imagen, existen decisiones que no tienen disfraz que las soporte y el gobernante tiene que verse como gobernante. La elección del disfraz no daba para mucho, a elegir entre la del magnate Don Maseco, el productor del campo y el consumidor no tiene cabida en el sano juicio de un estadista. Por tal razón, no era necesario el disfraz, sino una aplicación consecuente con la realidad, como la adoptada por el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz. El gobierno del México ganador ha tropezado con su convicción librecambista y ha tenido que ordenar a sus colaboradores traer maíz de donde sea para asegurar el abasto y mantener el precio de la tortilla sin alzas.
Otro tema de la semana, que ha conmocionado a la opinión publicada, no con la misma fuerza si se hubiera tratado de algún actor de la oposición, es abastecido por Acción Nacional. Si bien estrictamente los sucesos del PAN ya no son de plena incumbencia del presidente Calderón, estos no dejan de exponer las miserias del partido en el poder. Ya no sólo se trata de los desencuentros entre Manuel Espino y el Presidente. Ni la convulsionada selección del candidato a gobernador por Yucatán, ni de la rebelión de los panistas contra su correligionario, el gobernador de Aguascalientes. Ahora ocupan la nota roja con el asesinato de un diputado local de Guerrero.
El hecho se asumía como una fechoría más de la delincuencia organizada. El crimen ocurrió el jueves 4 de enero, cuando José Jorge Bajos Valverde se disponía a dar una entrevista a la televisora del gobierno del estado. A los ocho días la policía judicial de Guerrero actuó en contra de los confabulados. No se requirió de mucha investigación. Un correo electrónico, de carácter anónimo, proporcionó el hilo de lo que parecía una madeja más compleja. Un caso de Alarma!
Haría bien el PAN en hacer una revisión exhaustiva de su militancia, pues aunque la conducta de estos criminales políticos blanquiazules no da permiso a generalizar, más vale deshacerse de cualquier otro bicho que tengan incrustados en sus filas. Sobre todo porque en las condiciones actuales de su segunda gestión a cargo de Ejecutivo Federal, en nada ayuda su impactante aparición en la nota roja.