Aquí, desde este blog, imaginé la corrida hacia el PRI (Vámonos con el PRI)a partir de la negociación de la Ley de Ingresos y el Presupuesto 2011. Después, desbordada mi imaginación, supuse Un acuerdo opositor para aprobar una ley promotora del crecimiento. Ni uno, ni lo otro.
El gobierno se salió con la suya y apenas aceptará una ligera modificación del déficit fiscal, a lo más. El chantaje presidencial de vetar un presupuesto contrario a su planteamiento funcionó y los diputados priístas se doblaron.
Si el argumento gubernamental es suponer el presupuesto bajo el dogma de las finanzas públicas sanas. El supuesto de la bancada del PRI fue la necesidad de recursos para atender los desastres acuáticos de este año. El 2011 atado al 2010. Se quemaron las neuronas y el cerebro se les llenó de mierda. El fantasma de la roqueseñal ronda San Lázaro. Se olvidaron de la argumentación de Ixtapan de la Sal, orientada por la eficiencia en el ejercicio del gasto público, el crecimiento económico y el apoyo al consumo.
En otros tiempos, el tema no habría ameritado mayor interés. Pero desde que hubo lugar para el pluralismo en este país el tema de los ingresos y egresos gubernamentales ha tenido mayor exposición pública. Se trata de qué se va a captar de los recursos de la sociedad, empresas y ciudadanía, para definir en qué se va a gastar. Hemos visto en estos años que la exposición no ha servido para mejorar la recaudación, ni para alcanzar mayor eficacia en la ejecución.
La discusión que se despliega en el Palacio de San Lázaro es lo más parecido a la disputa de un botín entre corsarios y piratas, dependencias federales y gobiernos estatales. Los diputados, en los hechos, demeritan su condición de representantes populares, son servidumbre del Ejecutivo federal o de los gobiernos de los estados. Los diputados dejan de representar a sus electores.
En el fondo, la supuesta “ciencia”, la técnica para definir los ingresos fiscales y diseñar el presupuesto de egresos es un compendio de mañas refractario al escrutinio público. Los ciudadanos jamás nos enteramos de ese capítulo o rubro llamado en los bajos fondos “guardaditos”, recursos que emergen sigilosamente y en la oscuridad de entre los renglones presupuestales. Indirectamente nos enteramos cuando a través de la prensa se informa que algún funcionario o diputado compra propiedades inalcanzables para el salario que reciben.
La nación no pinta a la hora de legislar la Ley de Ingresos y el presupuesto.
Bien lo ha escrito Rafael Cardona, el amago del PRI fue rugido de ratón. El ratoncito y el elefante.
La derrota cultural ha sido la victoria de los cínicos.