viernes, 1 de marzo de 2024

Comienza la incertidumbre

El análisis se facilita cuando se aplica sobre estructuras supuestamente estáticas. Por eso, el dinamismo de la disputa por el poder político en un esquema hipotético de democracia se distingue por la incertidumbre. Todo se mueve, es dinámico.

La prueba del partido en el poder no será un día de campo, aunque siempre ocurren sucesos que resbalan cualquier intento de predicción. Aquí no hay una predicción, sólo la configuración de posibles eventualidades o cursos de acción.

En este 2024, las elecciones de verano en México, con candidatos presidenciales planos, esto es, sin el menor relieve carismático, está a la vista de todos.

Para agarrar vuelo, en esta competencia MORENA tiene de su lado un presidente de la república muy popular. Es él, entre otros detalles, el que allanó el camino para que su partido consiguiera el mayor número de gubernaturas en el país. Consecuentemente, son sus gobernadores factor de agregación del voto a favor de MORENA, afirmándolo de acuerdo con su desempeño. En esta simplificación el triunfo es incontenible.



En este vuelo hay turbulencias. La proporcionada por el proceso de selección de la hoy candidata presidencial. La encuesta se ofrecía como un procedimiento inocuo para no bascular al partido. Expectativa no cumplida. MORENA quedó exhibido como una organización marrullera ante la ciudadanía y sus propios militantes. Esto último fue de mal en peor pues se careció de correctivo alguno y la marrullería continuó en la cascada de selección a los otros puestos de elección popular. La turbulencia daño la nave.

Hay otra turbulencia a destacar y proviene de la clase media, que no se distingue por una filosofía o posición política sistematizada como doctrina, ni siquiera de ultraderecha. La clase media está enojada no porque le vaya mal, que se hayan deteriorado sus condiciones materiales de vida hasta integrarla con la población pobre, nada de eso. La molestia se genera por la constante estigmatización de su estilo de vida hecha por el presidente desde su conferencia matinal. Su constante reprimenda moral a los “lujos baratos” no es una diferencia política, en sentido estricto, por la que haya que dar pie a una confrontación. Pero AMLO lo hizo sin medir consecuencias. A lo fútil le dio una importancia desproporcionada. A quién le importa si alguien adquiere un automóvil del año, viaja al extranjero, come en restaurantes o viste a la moda. Es un estilo de vida que no tiene nada de condenable, salvo por los medios delictivos utilizados para acceder a él si eso ocurriese.

Nada más por señalar estas dos turbulencias, el plan C de López Obrador está en riesgo. 

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