La marcha del domingo 12 de
febrero de 2017, convocada de origen para manifestar el enojo de los mexicanos
a propósito del racismo del presidente norteamericano Donald Trump, dejó un
poliedro de los varios “Méxicos” sin alcanzar la aspiracional suma de la unidad
nacional.
1 Estando la sociedad mexicana
colmada de agravios, los de Trump sólo se agregan a la lista. Los convocantes
evitaron la agregación, tal vez para no parecer populistas, y optaron por
focalizar/encapsular la marcha en el malestar que nos ha generado el ahora
identificado como el “Agente naranja”. Apelaron al nacionalismo cuando han sido
promotores conspicuos de la desnacionalización. Algunos aborrecen las
manifestaciones, ahora consideraron oportuno propiciarlas en todo el país. Arrogantes,
ignoraron la división que encona a los mexicanos por diversos motivos y desde
hace décadas.
2 Lo evidente, la ausencia de
profesionales de la movilización o que no a otra cosa se dedican los políticos
y los llamados líderes sociales, algunos hampones de siete suelas. Por eso en
la ciudad de México los participantes de la marcha no llegaron ni a 20 mil.
3 Fueron pocos. Para contrariedad
de los organizadores, la manifestación sirvió para expresar el malestar en
contra del presidente Peña Nieto, al grado de expulsar a una distinguida “convocante”.
4 Hacer de la convocatoria una
marcha de Estado, es decir, en apoyo a la institución presidencial ostentada
por Peña no cuajó, pese a la intentona de la señora Isabel Miranda de Wallace.
5 El que algunos empresarios hayan
sido convocantes no fue suficiente para darle un giro corporativista a la
marcha. Los empresarios en su conjunto, a excepción tal vez de los
transnacionalizados, están muy inquietos por las decisiones que ha venido
tomando Trump: su convencimiento de que es
prioritario retirar inversión
extranjera en México para trasladarla a su país; su amenaza por levantar
barreras arancelarias a los productos mexicanos; su empeño por construir un
muro y devolver a los mexicanos que, indocumentados o no, radican en los
Estados Unidos. La súbita expresión de unidad nacional que los empresarios han
expresado en reuniones varias en tanto afectados directos a su expectativa de
negocios, léase codicia.
6 El hecho de que los liberales de
formación y de segunda opción hayan promovido la asistencia a la marcha, a que
la sociedad civil se manifestara, francamente no vibró en sus conciudadanos a
pesar de su buena fe. El esquema teórico del liberalismo que decreta una
sociedad de individuos libres, en igualdad de oportunidades e iguales ante la
ley, de pensamiento autónomo capaz de rebatir y hasta desacatar a la autoridad.
Sean éstos, en términos generales, los atributos de la sociedad civil. Esquema
poderoso que ha servido para moldear constituciones republicanas, pero no
siempre efectivas para promover la movilización. Por eso cabe considerar a los
descreídos acerca de la sociedad civil, como el Joven Marx, para quien el
esquema escamotea desigualdades reales y establece libertades diferenciadas. En
el fondo apreció Marx, hay una armonía supuesta, por lo mismo resulta falaz, en
la idea de una sociedad civil que nos evade de las contradicciones sociales
existentes en una sociedad concreta. Por ello resultó estimulante la revisión
que hizo al respecto un preso político de Mussolini, Antonio Gramsci. Una
revisión a la consideración liberal y a la marxista que dio nueva vida al
significado de la sociedad civil, ni como una colección de individuos, ni como
una argucia ideológica de la burguesía. La sociedad como el foro amplio para la
expresión de intereses (de clase, gremio, etnia o grupo) Lo que Gramsci puso al
descubierto fue la pluralidad de la sociedad civil. Al amparo de esta
digresión, considero que desde un principio la convocatoria de la marcha no
quiso vibrar en los diversos registros que conforman la pluralidad, se contuvo
en el único diapasón del liberalismo “puro”.
7 Entonces se entiende porqué el
amplio juego que se le dio a la marcha en los medios resultó vano, un
desperdicio. Y despeja un abuso mediático: la suposición de que encabezar una
organización civil te hace representante de la sociedad civil. La marcha lo ha
dejado claro. Para efectivamente ser representante de la sociedad civil es
ineludible adoptar un interés de uno o varios componentes de la sociedad. De
seguro los organizadores de la marcha lo advirtieron y no lo asumieron por
aquello, lo reitero, de no ser tildados de populistas.