martes, 14 de febrero de 2017

La marcha de los ilusos

La marcha del domingo 12 de febrero de 2017, convocada de origen para manifestar el enojo de los mexicanos a propósito del racismo del presidente norteamericano Donald Trump, dejó un poliedro de los varios “Méxicos” sin alcanzar la aspiracional suma de la unidad nacional.

1 Estando la sociedad mexicana colmada de agravios, los de Trump sólo se agregan a la lista. Los convocantes evitaron la agregación, tal vez para no parecer populistas, y optaron por focalizar/encapsular la marcha en el malestar que nos ha generado el ahora identificado como el “Agente naranja”. Apelaron al nacionalismo cuando han sido promotores conspicuos de la desnacionalización. Algunos aborrecen las manifestaciones, ahora consideraron oportuno propiciarlas en todo el país. Arrogantes, ignoraron la división que encona a los mexicanos por diversos motivos y desde hace décadas.

2 Lo evidente, la ausencia de profesionales de la movilización o que no a otra cosa se dedican los políticos y los llamados líderes sociales, algunos hampones de siete suelas. Por eso en la ciudad de México los participantes de la marcha no llegaron ni a 20 mil.

3 Fueron pocos. Para contrariedad de los organizadores, la manifestación sirvió para expresar el malestar en contra del presidente Peña Nieto, al grado de expulsar a una distinguida “convocante”.

4 Hacer de la convocatoria una marcha de Estado, es decir, en apoyo a la institución presidencial ostentada por Peña no cuajó, pese a la intentona de la señora Isabel Miranda de Wallace.

5 El que algunos empresarios hayan sido convocantes no fue suficiente para darle un giro corporativista a la marcha. Los empresarios en su conjunto, a excepción tal vez de los transnacionalizados, están muy inquietos por las decisiones que ha venido tomando Trump: su convencimiento de que es
prioritario retirar inversión extranjera en México para trasladarla a su país; su amenaza por levantar barreras arancelarias a los productos mexicanos; su empeño por construir un muro y devolver a los mexicanos que, indocumentados o no, radican en los Estados Unidos. La súbita expresión de unidad nacional que los empresarios han expresado en reuniones varias en tanto afectados directos a su expectativa de negocios, léase codicia.

6 El hecho de que los liberales de formación y de segunda opción hayan promovido la asistencia a la marcha, a que la sociedad civil se manifestara, francamente no vibró en sus conciudadanos a pesar de su buena fe. El esquema teórico del liberalismo que decreta una sociedad de individuos libres, en igualdad de oportunidades e iguales ante la ley, de pensamiento autónomo capaz de rebatir y hasta desacatar a la autoridad. Sean éstos, en términos generales, los atributos de la sociedad civil. Esquema poderoso que ha servido para moldear constituciones republicanas, pero no siempre efectivas para promover la movilización. Por eso cabe considerar a los descreídos acerca de la sociedad civil, como el Joven Marx, para quien el esquema escamotea desigualdades reales y establece libertades diferenciadas. En el fondo apreció Marx, hay una armonía supuesta, por lo mismo resulta falaz, en la idea de una sociedad civil que nos evade de las contradicciones sociales existentes en una sociedad concreta. Por ello resultó estimulante la revisión que hizo al respecto un preso político de Mussolini, Antonio Gramsci. Una revisión a la consideración liberal y a la marxista que dio nueva vida al significado de la sociedad civil, ni como una colección de individuos, ni como una argucia ideológica de la burguesía. La sociedad como el foro amplio para la expresión de intereses (de clase, gremio, etnia o grupo) Lo que Gramsci puso al descubierto fue la pluralidad de la sociedad civil. Al amparo de esta digresión, considero que desde un principio la convocatoria de la marcha no quiso vibrar en los diversos registros que conforman la pluralidad, se contuvo en el único diapasón del liberalismo “puro”.


7 Entonces se entiende porqué el amplio juego que se le dio a la marcha en los medios resultó vano, un desperdicio. Y despeja un abuso mediático: la suposición de que encabezar una organización civil te hace representante de la sociedad civil. La marcha lo ha dejado claro. Para efectivamente ser representante de la sociedad civil es ineludible adoptar un interés de uno o varios componentes de la sociedad. De seguro los organizadores de la marcha lo advirtieron y no lo asumieron por aquello, lo reitero, de no ser tildados de populistas.
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