martes, 12 de enero de 2010

Triple desafío



Estado, sociedad y gobierno, están ante tres desafíos que no se pueden visualizar por separado, pues sus vinculaciones hacen que la suerte de unos desafíos vaya con la suerte de los otros. La reforma política, la recuperación económica y el combate al crimen organizado son el quesillo oaxaqueño en el que ha derivado la gestión del Partido Acción Nacional al frente del Ejecutivo federal. Lo que ayer se mostró como salida es hoy auténtico callejón.

A la actual administración no le será suficiente la publicidad o culpar a los adversarios. No tiene propuestas sólidas, apuesta al proverbial aguante del pueblo mexicano para que al final no pase nada. Nada bueno.

Sobre la reforma política la crítica coincide en que la propuesta de Los Pinos no ofrece garantías de que se fortalezca el papel de la ciudadanía. Por su parte, los defensores de la propuesta no la tienen fácil, su posición no se allana el camino para ir más allá del planteamiento oficial, no van a la raíz y se quedan cortos en el ejercicio de amanuenses. Ya el Senado se apresta a realizar otro seminario ¡Otro! Por seminarios no hay límite. Una reforma de fondo, ciudadana en serio, tendría que establecer explícitamente la rendición de cuentas de los partidos y amarrarle las manos a los poderes fácticos, mínimo.

De la recuperación económica se tienen estimaciones diversas que no concurren en el mismo tiempo. Una es la de las cifras macroeconómicas, otra la referida a la recuperación de las empresas y una tercera, que alcanza a todos, se refiere a la economía familiar. De la última se espera que llegue en el 2012. Para la mayoría de las familias mexicanas el sacrificio está garantizado. Para que la recuperación no se detenga y se expanda el bienestar se requiere la recuperación económica de Estados Unidos. Al mismo tiempo, es determinante que los empresarios asuman el rol que les ha asignado idílicamente la globalización –arriesgando sin acudir recurrentemente el paternalismo oficial como es el caso de la deuda del IPAB- que inviertan sin depender de los compromisos con la política, como no. No es casualidad que al grupo Bimbo le haya ido muy bién en esta década perdida cuando notorio ha sido su apoyo al Partido Acción Nacional. El tercer vector de la recuperación es la inversión pública y el ejercicio del gasto que por falta de oficio y transparencia no ha incidido como era de esperarse en la salud de la economía nacional.

El tercer desafío lo constituye el crimen organizado, en buena medida porque desde el mismo gobierno se le ha encumbrado como la principal prioridad al adjetivarlo como guerra al narcotráfico. El gobierno está empantanado y se gratifica con desacreditar a los que sugieren cambiar la estrategia. Un exguerrillero salvadoreño, del cual no se sabe si tiene antecedentes de antropólogo o de arqueólogo o cuando menos historiador de las religiones, ha propuesto un listado de mitos para desautorizar a los que no coinciden con el gobierno. De eso no vale abundar más. Lo que es escalofriante es que el Estado haya apostado tanto en la cacería de uno de los hermanos Beltrán Leyva, alías El Barbas. El operativo de diciembre pasado en el que liquidaron al delincuente referido, prefirió desarrollarse en la brutalidad institucional de aquel decimonónico mátenlos en caliente. Pero el asunto no huele bien desde el momento en el que para ejecutar el operativo una parte del aparato gubernamental que participa en la estrategia fue aislado de la acción. Sólo la Marina de México y la DEA de Estados Unidos unieron esfuerzos para cazar a El Barbas. El Ejército, la PGR, la SSP y el gobierno local fueron marginados. La consecuencia es que hoy en la prensa se pone a esa porción de las instituciones del Estado como presuntos implicados en asociación delictuosa ¿Y luego? Qué no había recursos logísticos, técnicos, de capacidades para asegurar vivo al delincuente ¿Tan infiltradas están las instituciones? Todavía peor, se quiso hacer una demostración de fuerza no sólo para debilitar al crimen organizado, sino para enviar un mensaje del Leviatán que disfruta de la población atemorizada.

Ante estos desafíos no se puede admitir el fracaso, sería como crear las condiciones del tan profetizado estallido social. En esa hipótesis cabe el escenario de un estallido social soportado con los recursos del narcotráfico. Chihuahua, Sinaloa o La Familia en Michoacán están en esa aptitud. ¿Qué piensa al respecto Felipe Calderón y sus amigos?
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