jueves, 11 de noviembre de 2010

Del pacto corporativo al regateo corporativo



En estos tiempos del nuevo siglo, se es dado concluir que antes las cosas eran mejor para el país. La razón, justificada, es que las cosas están peor. Ello no debe alentar la ilusión por el pasado. No, nada de eso.


Se requiere encontrar la diferencia más precisa en el antes y después, enfocando una continuidad sobresaliente: el corporativismo.


Se decía que antes había un pacto corporativo debidamente representado en la Constitución y que para efectos de la praxis discurría sobre el eje Presidente de la república y partido oficial. El interés de los ciudadanos quedaba a resguardo al interés corporativo, de manera ejemplar en la Confederación de Trabajadores de México y en la Confederación Nacional Campesina. Los empresarios realizaban su interés en la sumisión, hasta llegó a declarar uno de sus próceres ser soldado del PRI. Bien compactado, el interés de las corporaciones hacía irrelevantes a la oposición partidaria, el ejército era fiel en su bajo perfil y las iglesias estaban debidamente confinadas a un asunto privado de conciencia que no merecía tener efectos públicos. Eran los términos, grosso modo, del pacto corporativo.


En el nombre de los ciudadanos, ahora tenemos un reordenamiento de los intereses corporativos que no fue de la noche a la mañana. Fue un proceso de disputa política desde frentes distintos, antagónicos se podría decir, desde las corporaciones empresariales hasta los grupos políticos de izquierda. Ese reordenamiento ha puesto por delante el interés de los empresarios, de los grandes empresarios cabe precisar, también le da un foro público a las iglesias. Incluso el ejército, por efecto del combate al crimen organizado, está mejor compensado a la hora de repartir los recursos públicos. La CTM y la CNC hace tiempo que quedaron relegadas, en cambio, los que se alinearon al reordenamiento han sido bien compensados, es el caso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que hasta su propio partido tiene.


Roto el pacto corporativo cada fuerza se siente con los merecimientos propios para hacer valer sus propios intereses. El regateo es la especialidad en la que se han metido a costa del país y de la ciudadanía. Los mismos partidos están más al servicio de poderes fácticos que de la ciudadanía. Los entes autónomos que se crearon, como la CNDH y el IFE, no alcanzan a ser captados en beneficio de los ciudadanos cuando ya son capturados por partidos y corporaciones, también por los gobiernos. Estos últimos, en tratándose de las gubernaturas y sus titulares, se convierten en poderes que le entran abiertamente al regateo. Las grandes empresas de la comunicación también piden su rebanada. Así, quien esté fuera del maremágnum corporativo, el ciudadano de a pie, queda marginado. No es raro que entonces surja la corporación delincuencial, el crimen organizado, como una alternativa negativa para quienes quedan fuera de los intereses creados en detrimento del derecho público.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Ah chinga



Nos ha conmovido El Universal con sus ocho columnas del día de hoy: “Universidades, un "coctel explosivo". Se refiere, hay que precisarlo, a las universidades públicas. No es el tratamiento de una noticia en sí. Más bien se trata de una consulta a Rectores de diversas universidades e investigadores sobre el tema, con un propósito deliberadamente polémico, discutir la universidad pública. Me recuerda aquella estrambótica declaración de un bronco panista fallecido en un accidente carretero, Manuel J. Clouthier, quien decía que las universidades públicas eran lúmpenes de degradación. Bueno, así suena este leñazo.


El contenido del artículo reporteril y de investigación no es más que una acumulación de parcialidades, sin hilo conductor manifiesto, que no se redondea con una propuesta. Es más, parece ser parte de la avalancha informativa sobre las incapacidades financieras del sector público, que se agrega al tema de las pensiones que ya ha rebotado en la prensa en los últimos días. Tema que, por cierto, roba a muchos la esperanza a una vejez con dignidad. Una mancha más al jaguar de las desgracias nacionales en tiempos del PAN.


Se deja de lado el impacto del modelo económico, que en su insistencia por disminuir lo público ha terminado por debilitar un mecanismo de movilidad social como la educación pública en general, que incluye a la educación superior que se sostiene con recursos fiscales.


Pero creo que las universidades tienen a su alcance un medio para superar estos tiempos difíciles y requieren un genuino ejercicio de autocrítica. No todo es lanzar goyas. Y lo sabe la antropóloga Linda Manzanilla, quien al ser reconocida por la UNAM al otorgarle el Doctorado Honoris Causa el 23 de septiembre pasado se pronunció: “Acusó que una tercera parte del personal académico de la Universidad no trabaja y que existen prácticas de hostigamiento, robo de investigaciones, difamación, falta de ética, boicot, espionaje y calumnias que demandó ante el principal claustro universitario sean erradicadas si se quiere que la UNAM siga siendo grande”.Denuncian prácticas nocivas en la UNAM


Algo que está al alcance de las autoridades universitarias es reparar esas anomalías. Verificar que algunos académicos no adquieran el don de la omnipresencia, así como dicen del Chapo Guzmán, que aparecen por aquí, por allá y acullá, acumulando tiempos completos en instituciones públicas o estar pendientes que los investigadores no se plagien el trabajo de los jóvenes que quieren destacarse en la investigación.


Si el Dr. José Narro Robles, así como otros rectores de universidades públicas, pasaran la escoba sobre las malas prácticas, muchos mexicanos tendrían fundada razón para la esperanza.

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