“Y es que el político se
convierte cada vez más, casi de manera exclusiva, en un personaje de
representación mediática en el momento mismo en que la transformación del
espacio público, precisamente por los medios, le hace perder lo esencial del
poder e incluso de la competencia que ostentaba anteriormente y que recibía de
las estructuras de representación parlamentaria, de los aparatos de partido
vinculados a ella, etc. Cualquiera que sea su competencia personal, el político
profesional conforme al antiguo modelo tiende hoy a resultar estructuralmente incompetente. El mismo
poder mediático acusa, produce y amplifica, a
la vez esta incompetencia del político tradicional: por una parte, le
sustrae el poder legítimo que recibía del antiguo espacio político (partido,
parlamento, etc.), pero, por otra parte, le obliga a convertirse en una simple
silueta, si no en una marioneta en el teatro de la retórica televisiva. Antes
se le consideraba actor en la política, ahora corre a menudo el riesgo, como es
bien sabido, de no ser más que un actor de televisión.”
Jacques Derrida
Una disculpa por hacer una cita
tan extensa, pero vale la pena, fue lo mejor para entrar en el tema de Manlio
Fabio Beltrones. Se le alaba o se le odia, mi posición no está en ninguno de
los casos. Mi propósito es exhibir implicaciones de la renuncia de MFB como
presidente del PRI en junio pasado y su salida de la corte presidencial.
Afirmación que es y será válida mientras no se le asigne otro cargo o
encomienda. Estamos claros.
Ya el viernes pasado 29 de julio,
Beltrones se reunió con sus cercanos –una doscientas personas. En la prensa que
se presume de liberal, no se ha sometido a análisis el significado de la nueva
condición de Beltrones, la ley del hielo se impone. Menciones aisladas sobre el
político, salvo en la columna de Raymundo Riva Palacio, se le ha dado algún
seguimiento informativo respecto a la calidad actual de Manlio como político
marginado.
Para analizar la nueva condición
de MFB evito centrarme en su persona. Privilegio retomar antecedentes relacionados
con la transformación del régimen*. Todo ello, como siempre, en la brevedad
acostumbrada.
Varias son las figuras en la
historia del PRI cuyo destino llega a un punto de quiebre con el instituto que
los formó. Me referiré a las más recientes e icónicas. Cuauhtémoc Cárdenas y
Manuel Camacho Solís. En 1987 el michoacano significó una verdadera ruptura
dentro de un PRI que cambiaba las coordenadas de ruta, frente a una metódica
imposición de los empresarios, que sirviéndose de la tecnocracia, dispuestos a
no hacer concesiones al legado de la Revolución Mexicana. Cárdenas tomó el
bagaje ideológico más vivo de la Revolución, el que heredó su padre al país,
para realizar la campaña por la presidencia (1988) más impresionante que se ha
vivido después de la institucionalización de la Revolución. Finalmente no llegó
a la presidencia; para cuando Manuel Camacho fue orillado a abandonar el PRI
(1995) ya no tuvo la misma capacidad de arrastre, tenía más amigos fuera del
PRI que dentro. Entonces la tecnocracia ya se había apropiado de las
decisiones del aparato gubernamental. La salida de Camacho Solís fue una
depuración y un mensaje de que ni la más leve socialdemocracia se podría
insinuar para el nuevo destino del país; lo de Manlio Fabio Beltrones tiene
otro cariz, no es una ruptura ni una depuración. Se trata más bien de la
clausura del protagonismo para todo político tradicional. Su ciclo terminó y no
le resultó aceptable la opción de perrito faldero en el que se encuentran asimilados
los políticos de nuestro tiempo.
Ahora sí se ha consumado el
cambio de régimen, lo cual entre otras cosas nos indica que se hace visible y
da pie a la posibilidad de trastocarlo, pues nada es para siempre. El régimen
en boga y boyante está perfilado para soportar el bipartidismo PAN-PRI, el más
a modo para la operatividad de la tecnocracia en tanto puente ideológico entre
las dos formaciones políticas mencionadas. Adiós a la distinción entre
izquierdas y derechas, el mercado está por encima de las ideologías y es la
única opción (desliz totalitario)
De ahora en adelante la única
fuerza social con voz y con la capacidad de incidir, pero sobre todo decidir en
los asuntos públicos, son los empresarios. Se borran las diferencias de clase
pues sólo hay una, quitándoles voz y representatividad a otros sectores
sociales. La sociedad civil soy yo, pregonan los empresarios. Lo que contradiga
el nuevo orden será estigmatizado de antisistémico y vandálico.
Hay nuevo régimen y ya no se
permite siquiera a otra fuerza social alguna
alzar la voz y orientar hacia un rumbo diferente, se censura a toda
fuerza política, incluida la autoridad, que contradiga al régimen establecido.
Se entiende la ferocidad con la que se ataca a los maestros disidentes en los
medios, ni los delincuentes organizados han merecido tal campaña.
Así están las cosas, por ahora.
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*¿Cómo se ha llegado a hacer
tabla rasa? Por varios procesos. El más obvio lo constituye la serie de
procesos legislativos que modificaron las capacidades y obligaciones del Estado
respecto a los derechos sociales, para mediante reformas transferir ese poder
disminuido al Estado a la iniciativa privada y así darle todos los instrumentos
legales para imponerse al resto de la sociedad; hay otro proceso de larga data,
la americanización de la sociedad civil, de México y el mundo. Estrategia
firmemente desatada al concluir la segunda guerra mundial. Proceso que
oficialmente fue llamado en 1989 Consenso
de Washington, en paralelo con la caída del muro de Berlín, para después
ser renombrado globalización. Sin este proceso exógeno no se entiende del todo
el cambio de régimen.
La transformación se ha
pretendido blanca, pacífica, no obstante por coincidencia, casualidad o
causalidad, en el curso de reformas inaugurado por Miguel De la Madrid la
inseguridad se ha instalado, la actividad del crimen organizado siempre ha sido
uno de los costos visibles que ha tenido que pagar la sociedad. Mediáticamente,
la delincuencia dejó de ser espacio acotado en la nota roja y se convirtió en
contenido estelar de las primeras planas.