Lo que me gusta de la actual
campaña electoral es la verificación de una mayor equidad en los medios. En eso
estamos de acuerdo, eso creo.
Tenemos de donde escoger. La
pluralidad de las audiencias está atendida. No es pretexto, cada quien
encuentra su texto noticioso. La bronca son las inercias del voto útil, de las
campañas sucias. Nada que ver con la propuesta, con la disposición de atender,
a excepción del Partido Revolucionario Institucional y su candidato. Inédito.
Como si el reloj de la competencia electoral estuviera detenido en el siglo
pasado. Como si la alternancia no hubiera ocurrido.
No se entiende por qué se le ha
querido dar el lugar de partido gobernante al partido que es oposición. Como se
nubla la mortandad criminal que nos ha traído el Partido Acción Nacional. Como
se cierra los ojos ante la corrupción enloquecida que se vive en la ciudad de
México.
La legitimidad que se le está
otorgando por anticipado a Enrique Peña Nieto es responsabilidad de sus
adversarios. En contra de sus propias intenciones, claro. Los panistas y pejistas
ayunos de propuesta, en el inmediatismo de ver caer a su adversario, despreocupados por crecer
con sus propios méritos.
López Obrador abandonó el amor,
más parece buscar la conmiseración de los electores. Vázquez Mota está enredada
en la confusión de sus asesores. Mierda eres y en mierda te convertirás. No hay
alegría genuina, ni definición de un futuro promisorio. La víscera en contra de
un pasado, que, si no se ha ido, ha sido restaurado por los alternantes en el
poder. No pudieron erradicar la corrupción, qué va. La corrupción los sedujo.
La frescura de la movilización
estudiantil no deja de tener su toque de Déjà Vu. Esto es el 68. Deseo de
viejos.
Yo quiero Déjà Vu
Me encanta el Déjà Vu
Bailo Déjà Vu
Bailemos Déjà Vu
Mera aliteración de Arsenio
Rodríguez.
Como diría Son Clave de Oro, la
rumba me llama.
Como le comentaba al director de
la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Fernando Castañeda, ese
rubro de los indecisos en las encuestas es muy parecido al número de los
abstencionistas en las elecciones.
Esté país se hará fuerte en la
convicción de la elevación de su colectividad, nada que ver con el furor
malsano con la caída del otro.