Una izquierda atrapada en el
oportunismo, incapaz de la crítica se guarece en la descalificación
escandalosa. En estos tiempos en los que tiene mejores condiciones para exponer
propuesta, la izquierda política es menos vigorosa intelectualmente porque
desprecia su bagaje, salvo aquel que la remita al sufrimiento, cual mártires
cristeros. Le da vergüenza convocar a Karl Marx por no ser políticamente
correcto. No extraña entonces que a un exjilguero del PRI lo convierta en su
adalid.
Leer el presente mexicano en
clave de El Dieciocho Brumario o La Guerra Civil en Francia. El que se guste.
La utilidad está garantizada.
Detrás de la lucha entre partidos
y candidatos hay otras fuerzas que se mueven, que apuestan y se emplazan para
colocarse en la comodidad de la próxima administración.
En primer lugar,
desgraciadamente, los Estados Unidos, su gobierno, al que se le ha permitido
meterse en la intimidad de Los Pinos (la residencia presidencial) Allende el
Río Bravo quieren la continuidad, la permanencia del Partido Acción Nacional.
Donde está el desbarajuste
fenomenal es en la burguesía. Fragmentada en sus intereses y sin el
acolchonamiento muelle que le proporcionaba el régimen de la revolución
mexicana. Está vuelta loca. El neoliberalismo la ha maltratado, no a toda, hay
que decirlo.
El capital financiero, de
dominancia extranjera, está con el PAN y le aplaude a rabiar a su candidata
Josefina Vázquez Mota.
El Grupo Monterrey, el que
enarboló y fundó la ideología antipopulista en contra del expresidente Luis
Echeverría está con El Peje. El PAN le falló.
Donde está el lío candente es en
las telecomunicaciones. Muy polarizados, Televisa, TV Azteca, con Peña Nieto.
Carlos Slim le guiña a López Obrador a través de Carmen Aristegui y José
Cárdenas. En las telecomunicaciones se le hizo bolas el engrudo a Felipe Calderón.
Es difícil dar un panorama más
acabado del capital, de los empresarios, frente a la elección del primero, lo
cierto es que no se ve una línea que los cohesione.
El bajo perfil del universo
obrero y campesino no me da elementos para apreciar la consideración de sus
planteamientos en el debate nacional, a excepción de los previamente
encuadrados en los sectores del PRI.
Así como la estadística de las
marchas no se traduce en votos, tampoco la fe garantiza votos. Dicho esto, la
iglesia católica tiene clara su predilección por el PAN.
La orientación de las Fuerzas
Armadas ante las elecciones, más allá de sus obligaciones de proteger el orden
del día de las elecciones, no está clara. Se tiene una Marina derechizada y
proyanqui. Los arraigos judiciales de los últimos días en contra de militares
de alto rango, proporcionados por el gobierno federal –contra sus subordinados
leales- es una medida para detener y neutralizar un posicionamiento del voto militar
en contra del actual gobierno.
Así están las cosas para un
marxista trasnochado. Muriéndose de risa por no llorar el desastre nacional.
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