viernes, 25 de mayo de 2012

Ventilados




Lo que me gusta de la actual campaña electoral es la verificación de una mayor equidad en los medios. En eso estamos de acuerdo, eso creo.

Tenemos de donde escoger. La pluralidad de las audiencias está atendida. No es pretexto, cada quien encuentra su texto noticioso. La bronca son las inercias del voto útil, de las campañas sucias. Nada que ver con la propuesta, con la disposición de atender, a excepción del Partido Revolucionario Institucional y su candidato. Inédito. Como si el reloj de la competencia electoral estuviera detenido en el siglo pasado. Como si la alternancia no hubiera ocurrido.

No se entiende por qué se le ha querido dar el lugar de partido gobernante al partido que es oposición. Como se nubla la mortandad criminal que nos ha traído el Partido Acción Nacional. Como se cierra los ojos ante la corrupción enloquecida que se vive en la ciudad de México.

La legitimidad que se le está otorgando por anticipado a Enrique Peña Nieto es responsabilidad de sus adversarios. En contra de sus propias intenciones, claro. Los panistas y pejistas ayunos de propuesta, en el inmediatismo de ver caer  a su adversario, despreocupados por crecer con sus propios méritos.

López Obrador abandonó el amor, más parece buscar la conmiseración de los electores. Vázquez Mota está enredada en la confusión de sus asesores. Mierda eres y en mierda te convertirás. No hay alegría genuina, ni definición de un futuro promisorio. La víscera en contra de un pasado, que, si no se ha ido, ha sido restaurado por los alternantes en el poder. No pudieron erradicar la corrupción, qué va. La corrupción los sedujo.

La frescura de la movilización estudiantil no deja de tener su toque de Déjà Vu. Esto es el 68. Deseo de viejos.

Yo quiero Déjà Vu

Me encanta el Déjà Vu

Bailo Déjà Vu

Bailemos Déjà Vu

Mera aliteración de Arsenio Rodríguez.

Como diría Son Clave de Oro, la rumba me llama.

Como le comentaba al director de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Fernando Castañeda, ese rubro de los indecisos en las encuestas es muy parecido al número de los abstencionistas en las elecciones.

Esté país se hará fuerte en la convicción de la elevación de su colectividad, nada que ver con el furor malsano con la caída del otro.

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