lunes, 22 de enero de 2024

La derrota moral de la sociedad

La semana pasada terminó el cierre de precampañas, un eufemismo legal para referirse a la campaña permanente de todo político que se aprecie en el formato de la competencia democrática, aunque al pueblo no le gusta tanto trote. Con mucha pena y sin gloria, el entramado electoral, de autoridades y partidos queda a deber o cumplen con más de lo mismo. Ya se verá en la participación ciudadana por verificarse este año electoral. El partido oficial como un nuevo agregado de “ambiciosos vulgares”, no pudo solventar con decencia el proceso de selección de candidaturas a puestos de elección popular. El poder por el poder se impuso a una oficialidad esmerada en retener el poder. Parlantes militantes alegan la obligación de respetar los resultados de las encuestas, como si el proceso en sí fuera un modelo de respeto. El daño se lo propinó MORENA y sigue sin reconocerlo.

La oposición, sin presentar mejores credenciales, desde la coalición formada por el PRI, el PAN y el PRD, evitando emplastar un maquillaje ideológico atractivo, negaron sus orígenes y sólo quieren recuperar las ventajas personales extraídas de la posesión del poder. Sus propios liderazgos no lucen, tan es así que siguen siendo coordinados por un activista de intereses empresariales formado en la anti política, en el esquema de los años setenta, de la fundación de Consejo Coordinador Empresarial y asociaciones de empresarios agrícolas (En ese conservadurismo destacó Manuel J. Clouthier del Rincón, Maquío, antes de integrarse al PAN durante el proceso de neoliberalización de ese instituto). Oposición sin identidad ideológica, es natural que tenga desprendimientos de personajes en busca de acomodo político y se integren al partido oficial.


En este cuadro vale preguntarse si la constitución moral dio frutos destacables, si hay la manera creíble de demostrar una mejora ostensible de la moral de los políticos y de la sociedad. Se identificó correctamente la necesidad de la moralización de la vida pública y privada, una va con la otra ¿Se logró? Por tratarse de una propuesta de largo plazo es casi imposible. Para no abundar, pongamos en el centro el espectáculo orquestado por el crimen organizado. Independientemente de las estadísticas, la violencia homicida sigue siendo una lamentable muestra del vacío moral que sitúa al prójimo en calidad de nada. No se incluyen otros índices que irían en el mismo sentido de desastre moral. Si se considera el individualismo despreocupado de fortalecer vínculos morales, como lo ha hecho el presidente López Obrador, entonces la insignia destacada del estilo de vida neoliberal goza de cabal salud. Ni la familia, ni la escolarización, ni la religión, menos el poder político, han podido ni siquiera mitigar los efectos corrosivos de un estilo de vida centrado en la individualidad, característico de la economía de mercado. Lo que sí se pudo alcanzar fue la recuperación del modelo económico keynesiano caracterizado por la inversión pública en infraestructura, subvenciones sociales y un salario fortalecido.

Tener en cuenta, transformar el estilo de vida imperante llevará generaciones. Sin olvidar -sucede- el hecho de que la delincuencia fue un socio fundacional de la acumulación capitalista y ahora lo sigue siendo como socio oscuro.

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