viernes, 23 de marzo de 2007

Amenazas

Este viernes toda la prensa recogió en su primera plana la declaración del presidente Calderón, hecha a la agencia de noticias Reuters, sobre las amenazas de muerte que ha recibido él y su familia. Las amenazas directas a la integridad de un presidente, monarca o dictador, no son un evento extraño. Por lo general todo alto dignatario recibe amenazas y seguramente el Presidente se limitó a responder con sinceridad y sin medir el espacio que se le daría a la declaración y su efecto connotativo: en México ni el Presidente está seguro.

La entrevista con el escueto contenido de las amenanzas desplazó el notición que se daría en la Convención Bancaria y de Valores, sobre los créditos disponibles para la pequeña y mediana empresa. La Convención pasó sin pena ni gloria, salvo por el despliegue de seguridad que se dio alrededor del encuentro de los banqueros en Acapulco. Así las cosas, la seguridad sigue instalada como la prioridad de la agenda nacional y la serie de ejecuciones que no se detiene lo reconfirma.

Pero está inseguridad tiene como caja de resonancia una sociedad dividida. División que no se le puede imputar al actual gobierno, pero si al anterior, que hizo todo lo necesario para confrontar a los mexicanos, sobre todo a partir del año 2003, después de consumir en dos años el bono democrático que dilapidó el depositario del poder que llegó con la alternancia. Por eso el debate sigue siendo tan ríspido. Tan difícil es la conciliación que el natalicio de Benito Juárez fue oportunidad para reflejar la desunión, unos fueron al panteón donde yacen los restos del Benemérito y a recordarlo en Palacio Nacional. En ceremonia aparte, conmemoraron las disminuidas huestes del lopezobradorismo en el Hemiciclo a Juárez. Guelatao, el pueblo natal, lució desierto ¿Así se va a festejar el 2010?

El país sigue dividido y no se necesita tener el espectáculo de los plantones. Se quiere avanzar en el sentido de las reformas y de inmediato se ensucia la operación. No tanto por como se dio el debate en San Lázaro, sino por los amagos de violencia que se dieron en sus inmediaciones, así como las provocadores declaraciones de Elba Esther Gordillo que dejó ver el proceso legislativo como un trámite supeditado a su habilidad negociadora, con la arrogancia irresponsable de dar a entender que la legislación se hace fuera de la Cámara. Pobres diputados, en calidad de peleles.

La iniciativa de la nueva ley del Issste ha llegado al Senado con la esperanza de ser corregida para que no denigre el acto legislativo en un vulgar reparto de botín. Por lo demás, el beneficio más visible de esta ley se reflejará en las finanzas públicas pues asegurar una pensión de dos salarios mínimos tiene poco de remunerador para la familia de un jubilado. Y el rollo de que mejorarán lo servicios de salud está por verse, esto a la luz de lo sucedido en las reformas que ha tenido la otra agencia de seguridad social: el IMSS.

El país sigue dividido y el proceso para ampliar las posibilidades de despenalización del aborto en la ciudad de México pone en alerta a los bandos. Es un tema que compete a una nada agradable decisión que le corresponde a la mujer. Y la mayoría de las fracciones parlamentarias de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal se ha hecho eco al respecto, de ampliar los márgenes de la despenalización para las mujeres que, sin alegría, han decidido interrumpir su embarazo. Nadie aborta por gusto, ni existe organización alguna que promueva el aborto. Pero esta iniciativa de los asambleístas da lugar a los amagos desde la derecha clerical.

Un debate este de la despenalización del aborto, que le ha dado al presidente Calderón la oportunidad de exhibir dotes de estadista. Oportunidad desperdiciada al tomar partido con sus declaraciones en oposición al proyecto de la mayoría de la Asamblea. Bien pudo aprovechar la efeméride del 21 de marzo para recordar enfática y reiteradamente la figura de Benito Juárez como campeón de la secularización que tuvo a bien separar el poder civil del religioso. Pero su jerarquía de valores, su ideología, no se lo permitió.

martes, 20 de marzo de 2007

Dos años

Son dos los años que tiene la actual administración federal para realizar sus propósitos de trascendencia.

Uno es la guerra contra la delincuencia organizada. Con resultados visibles a partir del momento en el que se modificó el planteamiento de la guerra. Si uno se da cuenta, el decomiso de 205 millones de dólares hallados en una casa ubicada en un barrio residencial de abolengo no fue precedido del anuncio de la Operación Lomas de Chapultepec, mucho menos se tenía idea de la mafia China. Tampoco la captura de policías y ex policías coludidos con el narcotráfico en una entidad que es la puerta de entrada al sureste fue anticipada ante la opinión como Operación Tabasco.

En ambos operativos no ha habido necesidad de exhibir mediáticamente a cinco encargados de despacho: el de Gobernación, el de la Defensa, el de Marina, el de Seguridad Pública y al Procurador. Se puede presumir, pero no asegurar, que en los dos operativos aplicados descansaron en el uso y ejecución de inteligencia policial.

No se sabe cuántos operativos con este grado de eficacia se tengan que dar para ganar la guerra al crimen organizado. No se tiene el cálculo del efecto que sobre la economía tendrá esta guerra, pero que tiene un inocultable costo en vidas humanas. En esta lucha se pueden ir todos los esfuerzos de un sexenio y en ellos va la salvación del país para que no quede en manos de la delincuencia.

El otro propósito de trascendencia está en las llamadas reformas que el país requiere. Retomar la senda reformadora que se detuvo en el sexenio salinista, que ni Ernesto Zedillo, ni Vicente Fox pudieron continuar. La aprobación de la Nueva Ley del Issste, en comisiones de la Cámara de Diputados, es la ganzúa a modo para reabrir las reformas detenidas y culminar con el proceso que deja en manos de la iniciativa privada la responsabilidad absoluta de la conducción económica.

Para beneficio de la Nueva Ley, más allá del voluminoso pliego de su articulado, comunicarla con peras y manzanas será un obligado ejercicio de transparencia: cuántos recursos dejarán de ser carga para el fisco, de a cómo va estar el jineteo por tres años de las pensiones en manos de líderes corporativos, cómo se beneficiará el sistema bancario y cual es la expectativa de jubilación digna del burócrata con esta Nueva Ley. Estos y otros asuntos tendrán que ser debidamente informados, como una evaluación del actual sistema de Afores.

Lo peor que le puede pasar a esta legislación es dejar en letra chiquita el nombre de las organizaciones gremiales o empresas que se quedarán con las bolsas de esta danza millonaria. Lo peor que le puede pasar a la Nueva Ley es quedar ensuciada por la operación de una negociación charra.

Que siga el proceso de reformas y que lloren lágrimas de cocodrilo por las instituciones del régimen de la Revolución. Instituciones que van de salida, las que a contenido económico se refieren. Así se entiende el lamento, que no celebración, con el que durante los últimos años se ha conmemorado la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938. Y Felipe Calderón ha sido puntual con el lamento oficial.

¡Arre!, ¡arre! Con las reformas, pues si llegan a tiempo, muy bien se podrá ahorrar el gobierno el festejo del Centenario de la Revolución Mexicana. El 2010 como tiempo neoporfírico de tecnócratas agringados, donde nunca más el Estado se interponga entre el flujo de capitales y la población. Ni expropiaciones, ni legislación laboral, que todo sea asunto de particulares. Poca política y menos políticos. Un mundo desideologizado, que en la ausencia de valores realiza el imperio de cínicos. Con una izquierda desorientada, un centro quimérico y una derecha encumbrada por las encuestas y la demografía.
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