martes, 28 de noviembre de 2017

El misterio está en otra parte



Hace tiempo el misterio litúrgico, el oficio, no se cultivan en la Iglesia, tampoco en el Estado. Dentro de la globalización es en las instituciones financieras donde se guardan los secretos de lo público. Esa variante ya la había comentado mentando a un filósofo romano:

“Giorgio Agamben sugiere en su investigación titulada Opus Dei (Adriana Hidalgo editora, 2012) que posiblemente el paradigma del servicio público, su liturgia y oficio, estén en crisis en Occidente, precisamente en sus arquitecturas institucionales más representativas como modelo de convivencia social: la Iglesia y el Estado.

“El posiblemente está demás, es ya una realidad afirmativa de esa crisis. Tanto el poder espiritual del clero, como el poder cívico político del Estado se encuentran avasallados por el poder de las finanzas internacionales. Un poder que no se reconoce en la cosa pública, mucho menos en su servicio. Sólo vale la promoción del interés particular, la sociedad, para decirlo rápido, no existe.” https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=8251921317178057992#editor/target=post;postID=1058199383793255274;onPublishedMenu=allposts;onClosedMenu=allposts;postNum=0;src=postname

Los desafíos de la naturaleza, los desafíos de la inseguridad pueden diferirse. La estabilidad financiera que determina la conducción de lo público es donde se tiene a buen recaudo el misterio y el orden de prioridades. Son las instituciones financieras el centro neurálgico de la liturgia u oficio.

Es la ruta en la que fue colocado José Antonio Meade para convertirse en el aspirante de unidad a la presidencia que los mercados exigen. En este juego, los militantes y sectores del PRI escenifican la parodia de sí mismos, ecos de un viejo partido y de lo que coloquialmente se llama destape. La designación vertical del sucesor tuvo su última liturgia de Estado para ungir a José López Portillo. Desde de 1981 la unción y el misterio se desplazaron a los organismos financieros internacionales. De Miguel de la Madrid a la fecha. La candidatura de Luis Donaldo Colosio fue una anomalía que se corrigió con un asesinato.

Si el affaire Trump sacó de la nominación a Luis Videgaray en otoño de 2016, eso no significó un cambio del centro litúrgico. De hecho, en julio de ese año se inició en firme el juego sucesorio desde el oficialismo con la salida de Manlio Fabio Beltrones de la dirigencia nacional del PRI. Enrique Ochoa Reza en modo alguno interfiere la liturgia de los altos secretos financieros.

Para agosto de 2017 se corrigieron los estatutos del PRI. Se sepultaron los famosos candados que decretaban la demostración de pedigrí, la exigencia de certificado de origen priísta para poder aspirar a los puestos de elección popular desde la plataforma del PRI. Se incorporó la figura de candidato externo, sin militancia, y se abrió el ostión, dicho esto sin ánimo de rimar.

A pregunta expresa en un encuentro con comunicadores, convocado en octubre por Los Pinos para informar sobre la atención a los sismos de septiembre, el presidente Peña Nieto defendió la liturgia (los misterios) de la nominación del candidato del PRI a la presidencia. Días después, en el mismo mes de octubre de 2017, dentro de la cumbre de negocios que organiza año con año Miguel Alemán Velasco, otro prócer del empresariado (Claudio X. González Laporte) de manera directa se arrogó el derecho de catapultar a Meade como aspirante a la presidencia desde San Luis Potosí.

Lo demás ha sido bordar sobre el mismo anuncio. El 22 de 
noviembre Luis Videgaray replica el llamado destape. El viernes 24 Miguel Ángel Osorio Chong se excluye de la carrera por la presidencia. El lunes 27 Peña Nieto hace la tercera anunciación del advenido, al aceptar la renuncia de Meade al gabinete. La proclamación posterior de los sectores ya fue folclore.
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